El hombre nuevo es el proyecto que se ha gestado décadas atrás y que se ha consolidado con la intervención de la técnica y la ciencia. Este hombre de finales del siglo XX y principios del siglo XXI, es un ideario, quizá hasta un invento del mismo hombre.
El hombre nuevo es un concepto utópico, utilizado por la política; siendo bandera de diferentes ideologías, el hombre nuevo se vislumbra como aquel deseable, aquel en que todas las ilusiones, todos los saberes, todos los ideales se fundan en un ser, en un vivir, en un actuar, en un poseer.
Este hombre nuevo es descrito por Ernesto Guevara —revolucionario argentino en pro de la lucha revolucionaria cubana— como aquel en el que no hay dominio alguno, lucha y actúa por algo que considera propio. Es un hombre que se desarrolla en una nueva sociedad, en la que la justicia es su característica principal. Este hombre surge de la expresión de los pueblos, de los cuales él se ha formado (Dávalos, 1978).
Este hombre emancipado de aquello que le ata al pasado, es capaz de crear, recrear, modificar y dominar su medio. Este hombre se consolida con cada avance científico y tecnológico como un ser poderoso, amoral, con la facultad de intervenir y modificar la naturaleza, por el solo beneplácito de poder hacerlo. Es un hombre autoritario, deseoso de poder, el cual es preciado y reconocido por los conglomerados sociales.
Este término hace referencia, según Postigo (2018) a: “la sinécdoque por la que nos referimos a la humanidad toda que ha de venir. Esa nueva humanidad que trae de la mano la Técnica del siglo XXI y que los transhumanistas han denominado como posthumano. Un transhumano, según Nick Bostrom, uno de los padres del transhumanismo, sería un ser humano con sus capacidades mejoradas, un ser en transición hacia el posthumano, que sería alguien —o algo— notoriamente distinto. Esto enlaza también con la idea de singularidad tecnológica abrazada por algunos” (p.55).
Así mismo, Dalamcio Negro, citado por Postigo (2018), haciendo referencia a las características del mismo, menciona:
Es el proyecto para lograr una humanidad triplemente liberada: tanto de las rémoras del pasado —la religión, la tradición, las mentalidades particulares de tal o cual etnia o nación—, como de las servidumbres y cortapisas de la propia condición humana —el sexo, la edad, la enfermedad, limitaciones físicas e incluso la pertenencia a la propia especie— y, por supuesto, de la naturaleza, la vieja y sufrida physis griega, de la que hay que obtener el perdón por transgresiones pasadas. Por una cierta expeditiva rudeza, cuando in illo tempore la técnica se regía aún por el viejo modelo derivado de la tradición cristiana y a la que, consecuentemente, es preciso desagraviar (p. 55).
Este hombre nuevo como proyecto, pretende: “disolver lo que hasta ahora se venía entendiendo como naturaleza humana y crear una nueva humanidad, un nuevo ser distinto del hombre actual, completamente desligado de cualquier instancia normativa que imponga qué se ha de hacer y hacia dónde ir” (Postigo, 2018, p.59) Cada vez se pretende eliminar las leyes que limitan al hombre, y realizar transformaciones de acuerdo a los fines y voluntad del mismo.
En este proyecto de transformación la tecnología juega un papel protagónico, ya que esta puede ser un medio para:
Para alterar, alargar y mejorar la vida del ser humano, llevándola incluso hasta sus últimas consecuencias, la capacidad de no morir, y la creación —o producción— de un posthumano… Con la técnica actual, en particular con la biología molecular y la genética, pero no solo, podemos alterar las bases mismas de la vida humana. Ir más allá de los límites genómicos —o al menos así piensan algunos científicos—. Podemos alterar nuestro cuerpo mediante operaciones y cambios hormonales para conducirlo hacia donde nuestra conciencia desea. Podemos incluso llegar a sentirnos animales si lo deseamos —véase el caso de la mujer que se siente reptil o gato, así como el joven que se siente elfo—. Podemos generar embriones a partir de células madre sin la necesidad de los gametos, posibilidad ya practicada en ratones. Podemos producir úteros artificiales para seguir el desarrollo de otras especies, sin excluir que un día se pueda utilizar para humanos. Algunos afirman que significaría liberar a la mujer de la esclavitud del embarazo. Hemos llegado a un punto en que la libertad de cambiar nuestra naturaleza está por encima de los límites biológicos de la misma. (Postigo, 2018, p.52).
Sin duda, la técnica (tecnología) actual, permite formar una concepción antropológica nueva, penetrando a dimensiones antes desconocidas, y ahora, gracias a la misma, cada vez se van haciendo, más y más visibles.
El hombre, como tal, se proyecta como un hombre poderoso, el cual puede intervenir, modificar y predecir fenómenos naturales a los cuales estaba sometido en sus inicios. Cada vez más, es poderoso para hacer y deshacer, por el mero gusto de poder hacerlo. Este fenómeno, caracterizado por del deseo de poder, de sometimiento y, por lo tanto, de autoridad —entendida a esta como Poder que gobierna o Ejerce el mando, de hecho, o de derecho— se cristaliza en un constructo social, asentado en diferentes grupos a través de tiempo. González y Garavito (2021) lo abordan de la siguiente manera:
Así, el autoritario se concibe como un héroe, con lo que esta figura (como marco conceptual en sí misma) permite entender ciertos imaginarios y su relación con un objetivo personal: tal objetivo deja de ser individual para ser la meta del colectivo, y el autoritario se autoproclama como el garante de su consecución. Finalmente, desde los marcos como constructos sociales pasamos a indagar acerca del carácter del autoritario como síntoma de una particular constitución de identidad; tal constitución nos recuerda la figura del psicópata exitoso, cuya identidad está formada sobre por unas agendas y una perspectiva del mundo inflexibles que incluso ponen en riesgo su propia integridad (p.353).
El autoritario es poderoso, no tiene límites, no tiene censura, ha llegado a serlo, por su carácter frío y calculador, manipula a su antojo, para alcanzar sus objetivos; es egocéntrico, amoral y despiadado. Estas características las cubre, bajo un discurso lleno de ideales, utopías, las cuales resultan ser miel para sus simpatizantes.
Según Gonzales y Garavito (2021), mencionan tres metáforas, que permiten entender la mente autoritaria, las cuales son: la del padre, la del amigo-enemigo y la del héroe. Estos tres papeles están estrechamente relacionados con sentimientos tales como: el miedo, la ira, la vergüenza, con los cuales la mayoría se pueden identificar. Así mismo, el manejo y expresión de estos sentimientos, en sus discursos o diálogos de poder, los hacen influir en las masas, carentes de un padre, un amigo o un héroe.
Todos aceptan y quieren ser un héroe, un amigo, un padre, ya que a los mismos todo les es permitido, nada les es cuestionado. Estas ideas se instauran en la mente de las masas, llegándose a transmitir directa o indirectamente por generaciones, el ideal deseable y prestigiado. González y Gravito (2021) mencionan lo siguiente:
El autoritario promueve y defiende planes, deseos y futuros: enmarca sus metas en una ideología que es fácilmente comprensible y seguible. El autoritario hace buen uso de las metáforas que calan entre la multitud, siempre predispuesta a tomarlas a ciegas: la justicia es una de las más comunes, porque insistir en ello lo ubica como redentor… Además, las consideraciones sobre cómo es posible entender nuestro mundo y la realidad se limitan a una idea única y simplista de que cada entidad, en esencia, comparte la misma fuente. Una cosa: el Mismo Ser para todo. Una identidad para todos. Un estatus entre lo que es real: la causa que sería necesaria para mantener las mismas cosas por mucho tiempo y para siempre. Tradiciones, costumbres, formas de hablar, creencias, tierras, etc., son sustantivos para esa metafísica. Los dualismos son usados como heurística: Amigos y Enemigos, Dios y Mal, Nosotros y Ellos, Oscuro y Claro, Familiar y Desconocido, Limitados y Sin Límites, etc., son siempre términos que llaman a la acción (p.380).
El hombre nuevo ha sido referencia e ideal de diversas, ideologías y pensamientos políticos a través del tiempo. En los siglos XX y XXI se consolida un hombre nuevo, el cual va rompiendo los límites impuestos por la sociedad y naturaleza en tiempos anteriores, y esto lo logra, en gran medida, con la ayuda de los avances técnicos y científicos de las décadas recientes.
La tecnología ha logrado contribuir en la calidad de vida en las últimas décadas por medio de los avances en tratamientos médicos y prevención de enfermedades, así como en los medios de comunicación, los cuales se han vuelto inmediatos y cada vez más accesibles para la mayoría de la población.
El uso de la tecnología también ha traído consigo en algunos casos la deshumanización, la sobre explotación de los recursos naturales así como la afección en el relacionamiento humano-humano, lo que trae consigo la necesidad de un profundo análisis, acerca de qué somos y qué queremos ser, así como sobre lo que estamos haciendo para lograrlo; existe la necesidad de replantearnos como seres humanos desde una nueva perspectiva.
REFERENCIAS
Cruz, E. (2009) Avance tecnológico. Compilación y adecuación pedagógica, Coordinación de formación profesional. Recuperado de: http://www.rvcmar.org/otros/mapasc/JCR_EL_AVANCE_TECNOLoGICO.pdf
Dávalos, J. (1978) (Comp.) El hombre nuevo. Polimaster de México.
Lara, D. (2011) El proyecto de hombre nuevo. Ética para la sustentabilidad: un límite para el neoliberalismo. Red Internacional de Estudios sobre Sociedad, Naturaleza y Desarrollo Buenos Aires, Argentina. (23) pp. 173-192.
González, S., y Garavito, M. (2021). La mente autoritaria: de las metáforas políticas a la constitución de la identidad social. En revista Tópicos, (61), 351-383.
Postigo, E. (2018) El advenimiento del hombre nuevo. Revista Tecno ética. Recuperado de: https://telos.fundaciontelefonica.com/telos-109-cuaderno-central-tecnoetica-elena-postigo-advenimiento-hombre-nuevo/
Reda, J. (2007) La tecnología en la sociedad del siglo xxi: albores de una nueva revolución industrial Aposta. Revista de Ciencias Sociales. (32). Pp. 1-38.