En 1784, el filósofo prusiano Immanuel Kant publica durante el movimiento de la Ilustración un breve ensayo titulado “¿Qué es la Ilustración?” (Beantwortung der Frage: Was Ist Aufklärung?). Este texto se convertiría en uno de los manifiestos más importantes del pensamiento ilustrado. En él, Kant define la Ilustración como la salida del hombre de su minoría de edad, de la cual él mismo es culpable. Esta “minoría de edad” no se refiere a la edad cronológica, sino a un estado de dependencia intelectual, o, dicho de otra forma, a la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro, no por falta de inteligencia, sino por carencia de decisión y valor.
Es Kant quien introduce el famoso lema que sería definitorio para la Ilustración: “Sapere Aude” «atrévete a saber», o como él mismo lo traduce en su ensayo «Ten el valor de servirte de tu propia razón».
Este llamado a la autonomía intelectual no es una mera exhortación retórica, sino que constituye el núcleo del pensamiento kantiano sobre la emancipación humana.
En su ensayo, Kant identifica obstáculos significativos que impiden alcanzar el ideal de la Ilustración. Por un lado, señala la tendencia humana hacia la comodidad y la pereza. “¡Es tan cómodo no estar emancipado!”, reconociendo que el ejercicio del pensamiento crítico requiere un esfuerzo que para muchos es preferible evitar. Por otro lado, existe una resistencia externa encarnada en los “tutores”, figuras de autoridad que, consciente o inconscientemente, perpetúan esta dependencia intelectual. Estos tutores, a través de sus conocimientos y posición, conducen al individuo hacia un estado de domesticación mental, sugiriendo sutilmente que la emancipación intelectual es peligrosa o innecesaria.
El antídoto contra estas fuerzas de inercia y control es la libertad de hacer uso público de la razón. Kant enfatiza que, sin libertad, la Ilustración es imposible. Este punto es relevante en su crítica a la religión, que considera como la forma más “funesta y deshonrosa” de tutela. Porque a diferencia de las ciencias y las artes, la religión busca ejercer el control sobre sus practicantes, lo que convierte la tutela religiosa en una necesidad moral, haciendo que su superación sea aún más desafiante.
La Ilustración en la era digital
La era actual está caracterizada por un acceso a la información sin precedentes. Por ello, el llamado kantiano a “atreverse a saber” se enfrenta a un nuevo desafío. “La minoría de edad” digital se manifiesta no en la falta de información, sino en la incapacidad de navegarla críticamente.
Como señala Carr, “la Red nos está reconfigurando a su propia imagen, volviéndonos más hábiles para manejar y ojear superficialmente la información, pero menos capaces de concentración, contemplación y reflexión” (148).
Los “tutores” modernos toman la forma de algoritmos, redes sociales, sistemas de recomendación que, aunque útiles, pueden limitar nuestra autonomía intelectual si no los abordamos con discernimiento crítico.
Según Vosoughi et al., la desinformación se propaga más rápido y más ampliamente que la información verificada en estas plataformas (1146).
Por su parte, Pariser introduce el concepto de “burbuja de filtro” para describir cómo los algoritmos personalizados limitan nuestra exposición a solo ciertas ideas, lo que restringe nuestra interacción con perspectivas diferentes y puede hacer que nos cerremos a información valiosa (10). Por otro lado, Sunstein advierte sobre las “cámaras de eco” que son entornos donde solo escuchamos opiniones similares a las nuestras, lo que fragmenta el debate público y dificulta la conversación entre diferentes puntos de vista (6).
Por tanto, la verdadera Ilustración en el siglo XXI implica una doble tarea. Primero, desarrollar las habilidades de pensamiento crítico y alfabetización digital necesarias para navegar el océano de información disponible. Segundo, encontrar un equilibrio productivo entre la autonomía intelectual y la confianza necesaria en expertos en campos especializados.
Inspirados por las reflexiones de Kant sobre los tutores y la autoridad, podemos plantearnos una pregunta crucial sobre nuestros expertos modernos: ¿Puede la educación actual, que funciona como una forma de “tutela”, servir como punto de partida para enseñar a cuestionar incluso lo que ella misma nos transmite?
El legado de Kant nos recuerda que la verdadera Ilustración no consiste simplemente en acumular conocimiento, sino en desarrollar la capacidad y el coraje de pensar por nosotros mismos. En una era donde la información es abundante, pero el discernimiento escaso, el “Sapere Aude” kantiano resuena con renovada urgencia, invitándonos a cultivar una autonomía intelectual que sea tanto crítica como consciente de sus propias limitaciones.
Bibliografía
Kant, Immanuel. “¿Qué es la Ilustración?” Foro de Educación, no. 11, 2009, pp. 249-254.
Carr, Nicholas. Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Traducido por Pedro Cifuentes, Taurus, 2011.
Pariser, Eli. The Filter Bubble: What the Internet Is Hiding from You. Penguin Press, 2011.
Sunstein, Cass R. #Republic: Divided Democracy in the Age of Social Media. Princeton UP, 2017.
Vosoughi, Soroush, et al. “The Spread of True and False News Online.” Science, vol. 359, no. 6380, 2018, pp. 1146-1151.