En 1917, en el pequeño pueblo de Cottingley, Inglaterra, dos primas, Elsie Wright y Frances Griffiths, capturaron la imaginación del mundo con una serie de fotografías que parecían mostrar a las niñas interactuando con hadas diminutas. Este incidente, conocido como el Fraude de las Hadas de Cottingley, se convirtió en uno de los engaños más famosos y encantadores del siglo XX.
Elsie de 16 años, y Frances de 9, eran niñas comunes con una extraordinaria historia. Habían tomado cinco fotografías de ellas mismas jugando con lo que afirmaban eran hadas reales en el fondo del jardín de la casa de Elsie. Las imágenes, tomadas con una cámara de cajón, mostraban a las niñas rodeadas de figuras etéreas que parecían bailar y volar a su alrededor.
Las fotografías llegaron a manos de Edward Gardner, un líder prominente de la sociedad Teosófica, quien le mostró a Sir Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes y un ferviente espiritualista. Doyle, convencido de la autenticidad de las imágenes, las publicó en la revista Strand en 1920, dando a las Hadas de Cottingley una audiencia internacional.
Las imágenes polarizaron a la opinión pública. Algunos las creían genuinas, mientras que otros las descartaban como un truco. Las niñas, sin embargo, se mantuvieron firmes en su historia, insistiendo en que las hadas eran reales.
No fue hasta 1983, más de seis décadas después de que las imágenes fueron tomadas, que Elsie y Frances admitieron que las fotografías eran falsas. Las “hadas” eran en realidad recortes de papel que las niñas habían dibujado, pegado en cartón y sostenido con alfileres de sombrero. Sin embargo, Frances siempre mantuvo que, aunque cuatro de las imágenes eran falsas, la quinta y última imagen, “The Fairy Bower”, era auténtica.
El Fraude de las Hadas de Cottingley sigue siendo un fascinante episodio de la historia, un testimonio de la capacidad humana para creer en lo mágico y lo misterioso, incluso frente a la incredulidad y el escepticismo. Aunque las hadas pueden haber sido falsas, la alegría y maravilla que inspiraron eran muy reales. Y en ese sentido, quizás las Hadas de Cottingley lograron ser un poco reales después de todo.