La palabra trampantojo, del francés trompe-l’oeil, significa literalmente “engaña el ojo” o trampa ante ojo. Y es un tecnicismo del arte que utilizan los artistas para crear una ilusión cuya finalidad es mostrar al espectador algo que en realidad no existe como tal. Y aunque el recurso utilizado es el mismo, la finalidad puede variar. Por ejemplo, para crear arquitecturas fingidas en lugares donde es imposible tenerlas, ya sea porque no existen o simplemente porque es una pared. Existen casos muy conocidos en el mundo del arte, como la Villa Farnesina que se encuentra en el distrito de Trastevere en Roma, muy cerca del Vaticano. En la Sala de la Perspectiva, se encuentran frescos con vistas urbanas y rurales entre columnas totalmente ficticias creadas por Baldassarre Peruzzi en 1519.
En otras ocasiones se utiliza para añadir belleza a la vez que se reducen gastos e incluso tiempo de trabajo. Pintar todo el techo de una galería, como las del Vaticano, tomó mucho tiempo. Sin embargo, si en lugar de pintura que asemeja un relieve de mármol se hubieran realizado las esculturas físicas, no solamente tomaría más tiempo y se gastarían más recursos, sino que además presentaría retos técnicos al ser más complicado de sostener. Otro ejemplo sería la capilla privada en el Palacio Doria Pamphilj, también en Roma, donde la arquitectura no permitía una cúpula, por lo que fue agregada como trampantojo sobre un techo totalmente plano.
En otras ocasiones, es una especie de juego por parte del pintor o una forma del artista de demostrar su capacidad ante el lienzo y el pincel. Digamos que es algo similar a lo que es el trabalenguas para el lenguaje, pero en el campo visual. Y hay ciertos artistas con tendencia a querer aplicar los trampantojos en su obra.
Este artilugio para crear ilusión por medio de la pintura fue creado por los romanos hace poco más de dos mil años y lo utilizaban para adornar las recámaras de las villas de la clase media alta, que buscaba que sus paredes no fueran planas y simples. Iniciaron como pequeños dibujos decorativos que terminaron por crear ilusiones que ampliaban visualmente el espacio, en algunas ocasiones con jardines y en otras con arquitectura disímil y con poco apego a la realidad. Y si bien lograban una ligera ilusión, no hay punto de comparación con la maestría y la perspectiva que veremos a partir del renacimiento y en movimientos artísticos posteriores.
El trampantojo se sigue utilizando hoy en día tanto en el arte destinado a los museos, como en otras formas artísticas fuera de las instituciones. Incluso se ha creado una especie de trampantojo urbano que sirve para decorar y embellecer ya sea edificios concretos, barrios completos o calles y plazas populares. Algunos de ellos, sobre todo los de las edificaciones habitacionales suelen ser permanentes, mientras que otros como los de las plazas y calles son ilusiones pasajeras ya sea para un evento cultural, una fiesta local o bien porque el artista callejero pide dinero para que los transeúntes se tomen una foto con su obra.
Al observar estas últimas fotografías comprobamos la evolución de la técnica del trampantojo a lo largo de estos dos milenios de existencia, llegando a engañar al ojo como lo hace el abismo de hielo o los departamentos. Sin embargo, para que el ojo caiga en la trampa, generalmente se requiere de un cierto ángulo de observación, ya que la perspectiva solo suele funcionar desde donde se ha proyectado el dibujo. Con los avances en el 3D, los hologramas y la inteligencia artificial, seguramente el trampantojo continuará evolucionando y sorprendiéndonos.
Fuentes:
Bango Torviso, Isidro et al. 2017. Diccionario de términos artísticos. Ed. Silex, Madrid.
Ramírez, Juan Antonio (dir.) 2022. Historia del Arte. El mundo antiguo. Alianza Editorial, Madrid.