Aridoamérica o Aridamérica, como su nombre lo indica, nos habla de un espacio geográfico cuya característica principal es la de ser una región árida o semiárida. No presenta un gran número de precipitaciones y de ríos en comparación con Mesoamérica, por lo que tiene un clima seco. En este último, encontramos una región con climas variados que van desde bosques y selvas hasta pantanos y costas. Estas condiciones forzosamente invitan a una adaptación distinta por parte de cualquier ser vivo, sea del mundo vegetal o animal. Y en el caso del ser humano, no fue distinto. Las características previamente mencionadas, ayudaron a que los pueblos de Mesoamérica se desarrollaran como culturas agrícolas sedentarias, mientras que las de Aridamérica lo hicieron como sociedades nómadas que eran recolectoras y cazadoras. A diferencia de Mesoamérica, donde se puede decir hasta cierto punto que forjaron “una sólida tradición común”1, en Aridoamérica “a pesar de contar con formas económicas semejantes, poseían tradiciones culturales muy variadas”2.
Mientras en Mesoamérica se desarrollaron utensilios y herramientas para la guerra y la agricultura, en Aridoamérica se enfocaron en armas de cacería, quizás un atlatl primero y posteriormente el arco y flecha. Debido a sus propias características territoriales, las culturas de Mesoamérica fueron arraigándose de forma natural con el descubrimiento de la agricultura, pues solo permaneciendo en el mismo lugar obtendrían el beneficio de dicha actividad. Por otro lado, las culturas de Aridoamérica eran, en su gran mayoría, nómadas o seminómadas, pues sin un sistema de riego y presas, la agricultura no era una actividad donde valiera invertir importantes recursos energéticos que no se traducirían en una ingesta calórica que lo justificara. Así, la cacería y la recolección permanecieron como las actividades que mayor beneficio le otorgaban a la comunidad. Ambas regiones son similares en cuanto a que también producían artículos para su organización y vestimenta, como cestería y sandalias. También observamos en ambas regiones el desarrollo de expresiones artísticas, aunque difieran en sus medios. En Mesoamérica observamos habilidades artesanas más avanzadas en objetos de alfarería, joyas, estelas y esculturas. Además de que contaban con arquitectura tanto civil como religiosa. En cambio, en Aridoamérica se han encontrado pinturas rupestres y petroglifos. Mientras que en Mesoamérica se fundaron ciudades, pues al ser sedentarios tenían sentido en invertir y desarrollar infraestructura, las culturas de Aridoamérica pasaban poco tiempo en la misma región, por lo que sus construcciones eran temporales o bien encontraban cuevas y refugios.
El concepto de Aridoamérica surge en la década de 1940 gracias al antropólogo Paul Kirchhoff, pues de acuerdo con él, las condiciones climáticas y el ecosistema generó claras diferencias de adaptación social y de prácticas, de actividades económicas entre grupos nativos de esta región. Para poder comprender mejor al México prehispánico e incluso al virreinato de la Nueva España, una división como la de Kirchhoff no solo es útil, sino necesaria. De otra forma, como comprendemos la historia de estados como Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Durango, San Luis Potosí, gran parte de Chihuahua, Sonora, Sinaloa y las Bajas Californias. Además de que estados que normalmente no son considerados norteños, también se incluyen en la región de Aridoamérica. Algunas pequeñas partes del territorio de Hidalgo, Guanajuato, Aguascalientes, Querétaro, e incluso de Jalisco son normalmente incluidos en esta división.
La división y diferencia entre Mesoamérica y Aridoamérica nos ayuda a comprender que somos un conglomerado de culturas, alimentos, faunas, música regional y crecimiento poblacional muy distinto entre regiones. Si a eso le añadimos que posteriormente existirá el mestizaje con los españoles, no es de sorprendernos la gran diversidad que existe en nuestro país.
1 López Austin, A y López Luján, L., El pasado indígena, p.29.
2 Ibid.