El 9 de enero de 1521, inició el gobierno de Cuauhtémoc, el último emperador azteca. No hubo ceremonia alguna por encontrarse su pueblo en guerra con los conquistadores españoles. Cuauhtémoc, cuyo nombre significa “águila que desciende”, fue hijo del gobernante Ahuízotl.
Nació entre 1495 y 1503 en Tenochtitlan. Cuauhtémoc ascendió al trono como “Huey Tlatoani” o emperador de los mexicas en 1520, a la muerte de Cuitláhuac, ocurrida a causa de la viruela. Previamente, Cuauhtémoc había sido jefe de armas y se le consideraba el líder militar de los aztecas. Aunque los españoles habían sido expulsados de Tenochtitlan, Cuauhtémoc se encontraba ante una ciudad devastada por el hambre, la viruela y la falta de agua.
Se dedicó a reorganizar al ejército mexica, reconstruir la ciudad y fortificar ante el inminente regreso de los españoles, quienes lo hicieron al cabo de un año, apoyados por más de cien mil aliados indígenas, principalmente tlaxcaltecas. Después de un sitio de más de noventa días y tras una heroica defensa, México-Tenochtitlan cae en poder de los españoles el 13 de agosto de 1521.
Cuauhtémoc es hecho prisionero y pide al vencedor Hernán Cortés que tome su puñal y lo mate, aceptando dignamente su derrota. Cortés se niega y lo mantiene vivo para aprovechar su influencia y su poder frente a los mexicas. Preso Cuauhtémoc y otros nobles, fueron sometidos a interrogatorios por Cortés, quien deseaba saber el destino del oro que guardaban los mexicas.
Aunque recibió una canoa llena de toda clase de objetos de ese metal, Cortés no quedó satisfecho y sometió a tortura a sus prisioneros, entre ellos el propio Cuauhtémoc. Al tlatoani le quemaron los pies buscando que revelara el paradero del resto del oro.
De acuerdo con Francisco Gómara, quien hizo una historia basada en los testimonios de los mismos conquistadores, uno de los principales que era torturado junto con Cuauhtémoc le solicitó que dijera algo, a eso Cuauhtémoc “lo miró con ira y lo trató vilísimamente como muelle de poco esfuerzo, preguntándole si estaba él en algún deleite o baño”.
En adelante, Cortés, quien temía que pudiera causar problemas con los mexicas, retuvo a Cuauhtémoc, que, aunque no se le consideraba formalmente prisionero, en los hechos lo era. Aun así, Cuauhtémoc intercedió repetidamente a favor de su pueblo ante los inmediatos abusos de los españoles.
Las circunstancias precisas de la muerte de Cuauhtémoc son aún objeto de controversias. Lo que sí sabemos es que cuando Cortés realizó una expedición a Las Hibueras, decidió llevar consigo a Cuauhtémoc y al señor de Tlacopan, pues creía que si los dejaba en México podían levantar a los mexicas. En ese viaje, alegando un supuesto complot de parte de Cuauhtémoc, Cortés ordenó ejecutarlo.
Se dice que Cuauhtémoc fue bautizado antes de morir con el nombre de Hernando de Alvarado Cuauhtemotzin, aunque algunos documentos coloniales se refieren a él como don Fernando Cortés Cuauhtémoc Huitzilihuitl. La muerte del último tlatoani mexica ocurrió en Itzamkanac las Hibueras (hoy Honduras) el día 28 de febrero de 1525. No se sabe el destino que tuvieron sus restos.
A pesar del triste final que le aconteció, Cuauhtémoc fue bien considerado por los españoles. No en vano, el propio Bernal Díaz del Castillo le definió como un líder «de muy gentil disposición, así de cuerpo como de facciones, y la cara larga y alegre». El cronista afirmó, a su vez, «que era de edad de veinte y tres o veinte y quatro años» y que su color de piel «tiraba más a blanco, que al color y matiz de otros indios».
Según Bernal Díaz del Castillo, aquella ejecución causó una severa conmoción entre los presentes; “Verdaderamente yo tuve gran lástima de Guatemuz y de su primo, por haberles conocido tan grandes señores, y aún ellos me hacían honra en el camino en cosas que se me ofrecían. Especial en darme algunos indios para traer yerba para mi caballo. Y fue esta muerte que les dieron muy injustamente, y pareció mal a todos los que íbamos”.
Cuauhtémoc fue la resistencia, defendió Tenochtitlan hasta el final, lo apresaron, lo torturaron quemándole los pies, lo colgaron de un mástil de un barco y por si fuera poco se perdieron sus restos.
La presencia de Cuauhtémoc se hizo presente después de 362 años en la memoria de los mexicanos, en 1877 bajo el gobierno de Porfirio Díaz, el general Vicente Riva Palacio convoco a un concurso para diseñar el monumento a Cuauhtémoc; Francisco M. Jiménez ganó los mil pesos fuertes del certamen y la oportunidad de desarrollar su proyecto, el encargado de diseñar la escultura fue Jesús Noreña y su ayudante Jesús F. Contreras que la fundieron un 13 de agosto de 1883 en conmemoración a la caída de Tenochtitlan el monumento tiene dos inscripciones, donde uno dice: A la memoria de Cuauhtémoc y los guerreros que lucharon con honor con respecto a su nación, en el año de 1521, además, tiene los monolitos, segmentos distintivos de la estructura prehispánica de México impulsados por los avances antiguos de Uxmal, Mitla y Palenque, entre otros. Porfirio Díaz inauguró el monumento el 21 de agosto de 1887, en el paseo de la Reforma, y esto no es fortuito, la avenida es una de las más bellas de la ciudad de México, tiene sus orígenes en el antiguo paseo de la Emperatriz, mandado a construir por Maximiliano De Habsburgo representante, de otro ejército de ocupación.