Fue un martes, un 19 de julio de 1979, cuando miles de guerrilleros del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), acompañados de un gran respaldo popular, entraron a la ciudad de Managua, capital de Nicaragua, poniendo fin a cuarenta y tres años de dictadura de la familia Somoza. El mundo miraba sorprendido que en el país más grande de Centroamérica una revolución armada de orientación socialista triunfaba, como 20 años antes ocurrió en Cuba.
La tarde de ese día fue la culminación de un largo camino, a los revolucionarios nicaragüenses les costó mucha vida llegar ahí. El inicio se podría situar en la guerra que libró el General César Augusto Sandino contra las tropas estadounidenses a finales de la década de los 20 y principios de los 30 del siglo pasado. Sus ideas de soberanía ante el imperialismo que invadía su suelo y de justicia social (tuvo un gran impacto en el General de Hombres Libres el proceso de la Revolución Mexicana), serán recogidas por Carlos Fonseca Amador en 1961, cuando funda junto a una docena de jóvenes el Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Pero antes, el 21 de septiembre de 1956, noche de viernes, el poeta Rigoberto López Pérez, puede ingresar a una fiesta que se celebraba en la Casa del Obrero, en Managua. Ahí estaba el dictador Anastasio Somoza García, el poeta pudo acceder y estar frente a “Tacho” y propinar cinco balazos en su pecho con un revólver Smith and Wesson; terminaba así con el político, militar y terrateniente que gobernó 16 años el país, acusado de ser quien dictó la sentencia de muerte de Augusto Sandino en febrero de 1934, fundador de la Guardia Nacional, instrumento de represión y control del somocismo, y de asumir una relación de abyección ante el imperio de Estados Unidos. Rigoberto López Pérez sería abatido en el sitio por los guardias del dictador, decenas de impactos de bala recibió su cuerpo.
Después vino la organización del pueblo por una vanguardia revolucionaria armada, ese papel lo asumen los dirigentes del FSLN, quienes muy jóvenes y con una “paciente impaciencia” se embarcan en una lucha frontal ahora contra Luis Somoza Debayle, quien gobierna desde septiembre de 1956, a la muerte de su padre, hasta mayo de 1963, cuando fallece en su plácida habitación de un ataque al corazón.
Su hermano, Anastasio Somoza Debayle, asume el poder por 16 años (1963-1979) hasta que es expulsado del país por el FSLN y la comunidad internacional que le da la espalda. Será él quien ordene sin miramientos el bombardeo de las ciudades que se insurreccionaron en ese verano del 79 y una escalada de violencia contra la población civil realizada por la Guardia Nacional. Un año después, el miércoles 17 de septiembre, “Tachito” sería emboscado en una calle de Asunción, Paraguay (donde recibió asilo político de otro dictador militar, Alfredo Stroessner), por un comando armado sandinista integrado por cuatro hombres y tres mujeres, que prácticamente lo dejaron carbonizado junto a su asesor financiero y su chofer dentro de su auto.
Se calcula que en el conflicto social murieron veinticinco mil civiles y diez mil combatientes, mucha sangre corrió en la última revolución armada del siglo en América Latina.
Daniel Ortega Saavedra, un dirigente de esos guerrilleros del Frente Sandinista que asaltaron el cielo al final de la séptima década del siglo XX, uno de esos barbudos que emularon la epopeya cubana en Centroamérica, cosas de la vida, se entronizó en el poder y han pasado 27 años (divididos en dos periodos) dirigiendo el destino de Nicaragua a lado de su esposa Rosario Murillo, actual vicepresidenta del país.
Pero esa es otra historia.
Bibliografía.
Borge Martínez, Tomás.1989. La paciente impaciencia. Managua. Vanguardia
Cabezas, Omar.1990. La montaña es algo más que una enorme estepa verde. México. Siglo XXI editores