¿Existe algo más cruel y desalentador que la censura? No voy a entrar en el discurso de sí este es un mundo libre o de la necesidad del ser humano, de creer, tener control sobre sus decisiones, porque la cosa no va por ahí.
No hay un acto de violencia que me parezca tan pasivo y sutil como la prohibición de un libro. ¿Por qué se deberían restringir los instrumentos que nos incitan al pensamiento crítico, al análisis, la introspección? Uno asumiría que al ser un mundo libre se tiene el derecho de leer, ver y pensar lo que se nos da la gana.
Sin pensar demasiado, se me vienen un montón de obras a la mente que han sido censuradas en algún momento de la historia y en algún un lugar del mundo: El guardián entre el centeno, por su lenguaje provocador y el despertar sexual de los adolescentes, la obra maestra de George Orwell, 1984, por el subliminal mensaje de rebelarse ante el control de las masas, El origen de las especies, por ir en contra de todo lo que se nos había enseñado del creacionismo cristiano.
Partiendo por ahí, permítanme replantear mi pregunta. ¿Existe algo más tentador, algo tan peligrosamente excitante que algo prohibido?
Esto es exactamente lo que me sucedió con Nada. El título escatima, quizás, no promete mucho. Una palabra de cuatro letras que puede o no tener mucho o nada de significado. Pero no radica en el título, la enriquecedora experiencia de leer algo por placer, sino en el descifrar si has dado en el blanco en tu elección de abrir el libro.
Siendo una novela que se escribió para un público adolescente, son estos los protagonistas. Pierre Anthon, un pequeño rebelde sin esperanzas, decide un día que nada tiene sentido. Naces para crecer y eventualmente morir. Nada de lo que hagas en el periodo de tiempo que transcurre desde tu nacimiento hasta tu muerte importa en realidad, por lo que todo es en vano.
Sí, puedes crecer, estudiar, conseguir un buen trabajo, ganar dinero y ahorrar, conseguir una casa, familia y un hogar a donde llegar, pero ¿para qué? Nada tiene sentido. Puedes tener sueños, metas, aspiraciones, querer viajar y conocer, aprender y fomentar el aprendizaje, pero ¿qué caso tiene?
Con el propósito de no desperdiciar un segundo más de su vida en vanas aspiraciones que de igual manera no harán diferencia en su destino final, Pierre se sube la rama más alta de un árbol y decide que ahí se quedará hasta el final, porque nada tiene sentido. Abandona la escuela, sus amigos, su familia y todo lo demás.
Desmoralizados y confundidos por la propuesta de Pierre, sus compañeros de clase se proponen un cometido: encontrar el sentido. Darle un significado a la vida, porque había cosas por las que valía la pena luchar, esforzarse, existían cosas, tangibles y a veces no, que sí tenían sentido.
Comenzaron, entonces, con su misión de demostrarle a Pierre que la vida sí guardaba un significado. Todos y cada uno de ellos, uno por uno y sin excepción, fueron obligados a reunir objetos cuyo valor iba más allá de un simple objeto especial, pequeñas reliquias que para ellos guardaban un significado y que, por ende, debería ser suficiente prueba para que su compañero desistiera de su irracional creencia.
Lo que comenzó con un noble propósito de salvación terminó desembocando en una oscura odisea de perdición y desesperanza, que día a día terminaba con la cordura de los estudiantes que se perdieron en sí mismos intentando descubrir el sentido.
Una novela con tintes oscuros que habla de la pérdida, la búsqueda del sentido y la identidad, que definitivamente debes leer si alguna vez te has planteado si algo de lo que haces en tu vida tiene sentido en realidad.
Nada fue una novela cuyas páginas atormentaban a los padres de familia que insistían en que era completamente inapropiado que una novela tan bizarramente honesta fuera recomendada por profesores o incluida en planes de estudios escolares, y si algo he aprendido en mi corta experiencia de vida, es que no hay nada como descubrir las cosas por ti mismo.
Nadie tiene el derecho de prohibir el arte y la cultura, porque es ahí donde aprendemos el verdadero valor de las cosas, cuando aprendes lo que es importante para ti, cuando tienes el poder en tus manos y no depende de nadie más que de ti el decidir si quieres o no creer en algo por ti mismo, y no porque nos hayan hecho creer que hay un orden natural de las cosas. El día en que el mundo aprenda que el adoctrinamiento es una forma vil de matar y adormecer nuestras mentes, nada nos podrá parar.
¿Te atreves a leerla?