En la vasta obra del escritor argentino Julio Cortázar, uno de los relatos más fascinantes y emblemáticos es Historias de cronopios y de famas. Allí, Cortázar clasifica a las personas en tres tipos bien diferenciados: cronopios, famas y esperanzas. Aunque este relato es breve, su mensaje es profundo, y nos invita a reflexionar sobre nuestra propia naturaleza y cómo nos enfrentamos al mundo.
La pregunta es inevitable: ¿Eres cronopio, fama o esperanza? A continuación, te invitamos a descubrir cuál de estas categorías podría resonar más contigo.
Los Cronopios: Alma libre
Los cronopios son el alma libre, los soñadores despreocupados, aquellos que ven el mundo de una manera única. Para ellos, las reglas y las convenciones sociales son apenas sugerencias, y viven la vida con un toque de caos creativo. Un cronopio no se obsesiona con el éxito o la eficiencia, sino que prefiere disfrutar el camino, aunque esté lleno de obstáculos. Son los que ven belleza en lo imperfecto, en lo cotidiano, y quienes, a pesar de la adversidad, siguen creyendo en la magia de la vida.
Si eres de los que llegan tarde porque se quedaron viendo el cielo, los que siempre encuentran algo gracioso en una situación tensa, o los que prefieren una aventura espontánea antes que un plan detallado, probablemente seas un cronopio. En un mundo que valora la productividad y el orden, los cronopios nos recuerdan la importancia de lo inesperado, la risa y la creatividad.
Los Famas: un poco sobrio
Por otro lado, los famas son el polo opuesto. Para ellos, el mundo debe estar perfectamente organizado. Los famas son los que planifican cada detalle, desde las vacaciones hasta la compra semanal, y buscan siempre la seguridad y el éxito. Son personas prácticas, que valoran la eficiencia y que, en muchos casos, lideran a los demás gracias a su habilidad para prever y controlar las situaciones.
Un fama disfruta del orden y de tener el control sobre todo lo que le rodea. Antes de cualquier viaje, investiga minuciosamente los hoteles, revisa cada opinión en línea y asegura todos los detalles. Son los primeros en asegurarse de que todo está en su lugar y funcionando correctamente, y son también los que buscan el reconocimiento por su esfuerzo.
Si eres de los que mantienen listas, siguen horarios estrictos y prefieren la seguridad a la improvisación, quizá seas un fama. En un mundo de incertidumbre, los famas son necesarios para que las cosas funcionen. Ellos nos enseñan la importancia de la responsabilidad y la previsión.
Las Esperanzas: ni de aquí ni de allá
Finalmente, están las esperanzas, que habitan en un espacio intermedio entre los cronopios y los famas. Las esperanzas son tranquilas, pasivas y se adaptan a las circunstancias sin protestar demasiado. No buscan destacar ni controlarlo todo; más bien, se dejan llevar por la corriente. Viven con una especie de aceptación serena del mundo tal como es, sin intentar cambiarlo ni desafiarlo.
Si eres una esperanza, probablemente te sientas cómodo con lo que la vida te ofrece, sin mucha ansiedad ni expectativas. Tal vez no persigues grandes sueños ni te obsesionas con el orden, pero disfrutas de la paz de la rutina. Las esperanzas son esas personas que, con una sonrisa tranquila, aceptan lo que viene y encuentran satisfacción en lo simple. Nos enseñan la virtud de la calma y la importancia de la paciencia.
¿Qué te dice tu alma?
La belleza de esta clasificación cortazariana es que no encasilla a las personas de manera rígida. Es posible que en un momento de la vida seas un fama, con listas y planes, pero que en otro momento florezca tu lado cronopio, cuando decides dejarte llevar por la espontaneidad. Incluso, en medio de la vorágine, podrías descubrir un lado de esperanza, cuando encuentras paz en la calma y la aceptación.
Quizás la pregunta no sea si eres cronopio, fama o esperanza, sino que cuándo eres cada uno. La vida es un equilibrio entre estos tres arquetipos, y la clave está en reconocer cuándo necesitamos soltar el control, cuándo planificar y cuándo simplemente debemos dejar que las cosas sigan su curso.
En última instancia, todos tenemos un cronopio, un fama y una esperanza dentro de nosotros. El truco está en saber cuándo escuchar a cada uno y dejar que guíen nuestros pasos. ¿Y tú? ¿Qué parte de ti está tomando las riendas hoy?