Al pensar en Ernest Hemingway llegan imágenes bruscas, masculinas, excesos, en general algo muy apropiado para un hombre. Tenía una imagen de él, que con prejuicios y representaciones, como en Medianoche en París, se ha mantenido, una identidad distinguida por su personalidad directa, elocuente, honesta y segura.
Leyendo una de sus novelas se puede identificar una expresión de su vida, creencias, expresiones y fantasías que ha tenido, las cuales pueden ser inadecuadas, sin embargo, le conceden un consuelo ante las problemáticas de su interior, las cuales han estado presentes toda su vida, con una madre que lo trataba como niña le trajo problemas de identidad, en la cual se desarrolla una necesidad de autoafirmación de los estándares masculinos modelados en la época, por otra parte, su padre era una persona inestable, que se quitó la vida cuando Hemingway empezaba su vida adulta, por lo que le desarrolló más trauma sintiendo culpa por lo sucedido.
Cubriendo las guerras ha vivido escenarios catastróficos y ha sido testigo de la muerte en la humanidad de una manera muy directa y cruda, las obras que escribió eran una manera de expresarse y aliviar lo que sentía, sin embargo, generó una dependencia constante con el alcohol y una afinidad por matar animales, que en una carta redacta que probablemente dispare tantos animales para no dispararse a sí mismo.
La muerte es un tópico importante en Hemingway, escribe sobre cómo el hombre no debe de temerle a la muerte porque es algo que le pasa a todos los hombres, no hay nada que se pueda hacer, acepta muy sereno que ese es el destino, aunque se considera contradictorio su suicidio, basado en sus escritos, difiero porque se lee una fijación por la muerte, con respeto, dignidad, es cuando uno deja de sentir, puesto que estuvo en las guerras, además de consecuencias físicas, se trastorna el alma, de cierta manera pierde el miedo, sin embargo, busca tener el control, de su identidad y después de varios intentos él jala el gatillo.