Parral, pueblo minero fundado en 1631, está rodeado por majestuosos cerros y montañas cuya cima es posible contemplar.
Estas elevaciones geográficas han encerrado a Parral, cuna de hombres fuertes y trabajadores, por cientos de años en una fosa terrestre que le ha impedido crecer.
Cada una de estas colinas, tan especiales y simbólicas, han sido bautizadas según sus formas y cualidades.
Ahí están los montes: el Cerro de la Antena, el Cerro de la Muela, el Cerro de la Prieta y el Cerro de las Borregas, inmóviles, esperando a sus admiradores.
Las montañas, Emblemáticos sitios que han forjado una identidad perene e inmortal, la cual es envidia de todas las poblaciones circunvecinas.
Todos estos montículos tiene una historia, real o fantástica, que al ser contada, el oriundo de Parral, se llena de orgullo y felicidad.
Del Cerro de la Prieta nació Parral, pues con su producto le dio de comer, y más que eso, fama internacional.
Con el Cerro de la Muela se enamoró Parral, pues con su gran belleza y majestuosidad lo cautivó, creando en él un sentimiento de grandeza y hermosura.
El más alto, el más grande, el más imponente; es el Cerro de la Antena, conocido también como el Cerro de la Mesa por su amplitud. Este esplendoroso cerro le ha dado protección a Parral, cubriéndolo de las inclemencias que por detrás le llegan.
Pero, hay uno en especial que lo ha hecho creer en una infinidad de fantasías; el Cerro de las Borregas.
Misterioso nombre que quizá provenga del cuadrúpedo lanudo, o tal vez de una historia que se perdió con el tiempo.
El Cerro de las Borregas llena de curiosidad a cualquier nativo o visitante que conoce su leyenda.
He aquí la historia:
Cuentan los de Parral que a los pies de este cerro hay una cueva, que al ingresar en ella, el panorama se convierte en una trágica vivencia.
La fría y húmeda caverna esconde un grandioso tesoro, el cual es incalculable e infinito, que cambia dependiendo de quién cuenta la historia, pues cada relator adapta el tesoro según sus ambiciones.
Estando en las entrañas del viejo cerro se aparece un apache, el cual fue bautizado como Victorio, que preguntará lo siguiente: ¿Todo o nada?
Con sus manos él mostrará la inmensidad del tesoro, todo aquello que se ambiciona está allí.
Te lo puedes llevar si respondes “todo”, pero te lo llevas todo, todo.
En caso contrario de que aceptes el botín y no logras llevártelo todo, que es lo más probable, Victorio nunca te dejará salir. Te quedarás por una eternidad, o quizá más tiempo.
Si decides llevarte “nada”, nada te llevas, ni tu vida, no regresas.
Otra versión menos tormentosa concluye así:
Si respondes “todo” tienes que llevarte todo, si no lo consigues, tienes que dejar lo que llevas contigo, hasta tu ropa.
Si tu respuesta es “nada”, no hay problema, nada ganas y nada pierdes.
En fin, Parral es un lugar repleto de historias, leyendas que involucran todo tipo de lugares, tiempos y personajes.
El tesoro del apache Victorio es una leyenda viva, pues en sí comprende un lugar real y meramente representativo; un tiempo indefinido, no calculable, que viaja a partir de la imaginación; y un personaje atípico, que aún sobrevive en la memoria parralense.
Referencias:
http://gusurquiza.blogspot.mx/2013/01/los-cerros-de-hidalgo-del-parral.html
http://www.verfotosde.org/mexico/imagenes.php?Hidalgo-Del-Parral&id=180