Los primeros movimientos que precedieron a la Revolución de 1910 estaban tomado vida al finalizar el siglo XIX. La primera rebelión en suceder fue en Chihuahua, en un poblado inmerso en la sierra tarahumara, en Tomochi.
Transcurría 1891 cuando se suscitó el primer levantamiento contra el gobierno de General Porfirio Díaz Mori.
Memorable como ninguna, esta insigne rebelión se desató en un ambiente marginal, ajeno a cualquier planteamiento típico de revuelta.
El Gral. Díaz Mori, quien gobernó México por más de treinta años, impuso políticas que trataron limitar y erradicar todo tipo de autonomía provincial, es decir, estas normas pretendían eliminar la libertad de los pueblos que no estaban alineados al modelo gubernamental.
Tomochi, en ese tiempo, era un poblado con libertades y cierta autonomía, al carecer de instituciones reguladoras emanadas del Gobierno, tenía su propia forma de autocontrol.
La idea del “federalismo” mexicano no había llegado por completo a la sierra de Chihuahua, la gran mayoría desconocía la situación política de otros lugares del país, pero eso sí, conocía perfectamente los planes del Gobierno, el cual pretendía hacer y deshacer sus dominios.
A pesar de ser una localidad vasta en recursos forestales y mineros, los pobladores vivían segregados, y por supuesto, acosados por el Gobierno y los intereses extranjeros que eran atraídos por la riqueza natural que les rodeaba.
Era una comunidad marginada como todas las asentadas a su redonda, olvidada por el centralismo que imperaba en Chihuahua, y en el país.
El olvido en el cual estaban insertos, provocó que se crearan los motivos necesarios para iniciar una sublevación.
Importante fue la fe para los habitantes de Tomochi, pues éstos al verse descuidados, adoptaron una nueva creencia, la cual era tan fuerte que les dio la fortaleza suficiente para iniciar una lucha. Esta nueva creencia se incluyó en sus rituales tradicionales, los del catolicismo.
Aquí apareció una figura importantísima, pues la causa final para la insurrección en Tomochi le involucra.
Así pues, después de que la fe del pueblo se degeneró, las típicas creencias se transformaron y un signo en particular fue incluido.
Repentinamente apareció una mística mujer de nombre Teresa Urrea, que provenía de Sinaloa, en forma de bandera, de símbolo de resistencia, de divinidad.
Esta dama, quien residía en Cábora Sonora, llegó a Tomochi en un momento crítico.
A Teresa se le atribuyeron propiedades místicas después de sufrir un ataque de catalepsia. Pues, por causa de dicho ataque ella quedó postrada durante catorce días y se le dio por muerta.
Su padre preparó los funerales, ya todo estaba listo para enterrarle.
Misteriosamente Teresa despertó, y en los poblados circunvecinos se distribuyó la curiosa noticia. Se dijo por todos lados que ésta había resucitado.
Su fama, la cual se divinizó, fue divulgada principalmente por los indígenas yaquis de Sonora, pero por la cercanía llegó incluso a Chihuahua, y por lo visto también a Tomochi.
La popular “Santa de Cábora” hizo supuestos milagros, curó enfermos y transmitió su idealismo a los ignorantes, para que de él partieran sus juicios; también fue conocida por agitadora, es decir, convencía a los indígenas de lo que estaba bien y lo que era malo.
Creyendo lo anterior, unos tomochitecos, llegaron a Teresa. El motivo, uno de ellos padecía una terrible enfermedad.
Aquellos regresaron a Tomochi convencidos de su prodigiosa persona. Predicaron sus hazañas y milagros, crearon allí una nueva esperanza.
El pueblo de Tomochi, católico por nacimiento, era raramente visitado por sacerdotes católicos. No tenían cura titular, ni alguien que les procurara.
Este olvido generalizado provocó que el pueblo no siguiera al pie de la letra los dogmas y credos que imponía la fe católica, pues en un acto ritual, fue colocada la imagen de Teresa, “la Santa de Cábora”, sobre el altar de la iglesia.
Un día, ocasionalmente, llegó el sacerdote Manuel Castelo. Al entrar a la iglesia vio la imagen, y tajantemente, ordenó que ésta fuese retirada.
La respuesta del pueblo fue inmediata, los tomochitecos se negaron.
El cura impugnó y su réplica fue la siguiente: no realizaría ningún oficio religioso, e inmediatamente dejó el poblado.
Los rebeldes se declararon obedientes sólo a Dios, y a la Santa de Cábora. No cumplirían lo establecido por Porfirio Díaz y su gobierno, únicamente acatarían las intenciones de Dios y de Teresa.
La rebelión inició formalmente en 1891, un par años más tarde, fue terriblemente sucumbida. Finalizó con la aniquilación del pueblo tomochiteco y la expulsión de la Santa de Cábora del país, en un panorama de insurrección que más adelante se convertiría en una revolución.
Referencias:
http://aleph.academica.mx/jspui/bitstream/56789/29319/1/06-024-1957-0626.pdf
http://robertocorella.com.mx/pdf/tesisteresaurrea.pdf
http://www.samuelmiranda.com.mx/lasantadecabora.html
http://negratinta.com/tomochic-y-los-cerdos/
http://www.suppressedhistories.net/articles/teresaurrea.html
http://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/5RepDictadura/1893TOM.html
http://www.mexicoenfotos.com/estados/chihuahua/tomochi/MX12297849748781