
Taxi Driver (1976), dirigida por Martin Scorsese y escrita por Paul Schrader, es una de las películas más emblemáticas sobre la soledad humana, un sentimiento que se despliega a lo largo de la obra como un eco persistente en la vida de Travis Bickle, el protagonista. A lo largo de la película, vemos cómo la alienación y la descomposición emocional del personaje se conectan con una crítica profunda a la sociedad contemporánea, una sociedad que parece incapaz de ofrecer consuelo o pertenencia a individuos como Travis.
La figura del taxista, que parece estar presente pero al mismo tiempo ausente en su entorno, simboliza la distancia entre Travis y el resto de la humanidad. Travis pasa sus noches conduciendo por las calles de Nueva York, observando, pero nunca participando. Esta posición de observador puede verse como una forma de estar rodeado de personas y, sin embargo, sumido en sus deseos, ya que vive una soledad existencial que no se cura con la presencia de otros. Él sufre incomodidad en situaciones sociales, lo que afecta su conexión emocional con los demás.
Su aislamiento no es solo físico, sino también mental. Travis se percibe a sí mismo como alguien que no encaja en el mundo que lo rodea, alguien incapaz de construir relaciones significativas. Las conexiones que intenta hacer, como su interés en Betsy o su relación con la joven prostituta, son breves, frágiles y se desintegran rápidamente. Él ve a la primera como su ángel, que lo va a rescatar de su propio infierno interno, pero cuando ella lo rechaza, ese ángel se convierte en un demonio que solo sabe destruir.

Después de todo eso, Travis se dirige hacia la brutalidad, hacia un intento de limpiar lo que percibe como la “escoria” de la sociedad. Es por eso que intenta matar al candidato a la presidencia, pero falla. Sin embargo, gracias a esto, decide ir a salvar a la prostituta, sin importar cómo, pero lo hará de una manera u otra. Gracias a este acto, halla su propósito de vida para seguir viviendo, ya que fue al motel para matar a todos y salvar a la joven prostituta, quien se convierte en su motivo para seguir viviendo. Cuando la salva, intenta suicidarse, pero no puede y es arrestado por la policía. Sin embargo, es considerado un héroe para la sociedad, aunque no fue ese su verdadero propósito. A pesar de todo, se puede ver que Travis parece más feliz, pero cuando la película termina, queda claro que sigue siendo una bomba a punto de explotar, y que su mejora no es genuina.
El viaje de Travis es un reflejo de cómo la soledad puede llevar a una ruptura con la realidad y a la creación de un mundo interno distorsionado, en el que el único camino percibido hacia la validación personal es a través de actos extremos. Taxi Driver nos invita a reflexionar sobre la soledad del hombre moderno, sobre cómo una sociedad que ha dejado de valorar la conexión humana genuina puede crear individuos atrapados en su propio sufrimiento, buscando respuestas donde no las hay, y donde el único camino sea la violencia.
Aunque la película es de los años 70, se puede ver que el tema no ha envejecido, ya que en estos tiempos se sigue observando el aumento de la soledad en la gente, especialmente en los hombres. Esto solo parece ir en aumento en el futuro, y por eso esta película está más vigente ahora que en su lanzamiento.