Tanto San Agustín de Hipona como en la doctrina del Espiritualismo Trinitario Mariano se han adentrado en conocer sobre la Santísima Trinidad.
San Agustín de Hipona y la Santísima Trinidad
Agustín de Hipona, también conocido como San Agustín, fue un influyente filósofo y teólogo cristiano nacido en Tagaste, en la provincia romana de África (actual Argelia), nació el 13 de noviembre del año 354, y falleció el 28 de agosto del año 430. Es una figura central en la historia del pensamiento cristiano y su legado ha tenido un impacto duradero en la teología y la filosofía occidental.
San Agustín de Hipona
Con anterioridad a la época de San Agustín existía la duda sobre la naturaleza de Dios, de ahí surge la Santísima Trinidad, San Agustín estuvo interesado por conocer a Dios mediante la Trinidad, decía que a través de Dios podemos encontrar la única felicidad.
San Agustín fue el que marco el inicio en la investigación sobre la Santísima Trinidad, y ha dejado desde la antigüedad una gran influencia tanto que en la actualidad hay interés en lograr adentrarse al fondo sobre la Trinidad, y ahora lo han llamado el Misterio de la Santísima Trinidad.
San Agustín escribió 15 libros sobre la Trinidad, el profesor de la facultad de Teología Maximino Arias Reyero dijo que hubo un lapso en el que San Agustín dejo de escribir debido a que: “interrumpió su dictado al darse cuenta de que los primeros doce libros le habían sido arrebatados, hurtados. Se desanimó y pensó no seguir escribiendo, pero solicitado por los ruegos insistentes de muchos, continuo con sus escritos” (Reyero: 1989, 251). Se desanimó San Agustín después de tales acontecimientos, pero prosiguió a realizar los libros restantes, también se dice que corrigió los anteriores.
San Agustín parte de la fe, intenta corroborar que la fe de la iglesia es conforme a la fe de las sagradas escrituras, estuvo interesado también en los que tienen una fe diferente al catolicismo, y que sus creencias en Dios y en las sagradas escrituras son diferentes, y también en los llamados arrianos o semiarrianos (aquellos que tienen una creencia contraria a la Trinidad y que niegan las tres Divinidades, opositores de la Trinidad), son aquellos a quienes San Agustín deseaba enseñar la verdad sobre Dios mediante la Trinidad.
Maximino Arias Reyero comenta que San Agustín definía la Trinidad de la siguiente manera: “la Trinidad es un solo, único y verdadero Dios, él cree y entiende que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son de una misma esencia o sustancia” (Reyero: 1989, 256). Para San Agustín, Dios es la Trinidad, y no hay otro Dios más que la Trinidad. San Agustín ha querido demostrar que Dios es uno, pero también es Trino, no son tres dioses, sino uno solo. Antes existía un dilema entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; se pensaba que los tres eran Dios. San Agustín recalca que no es así, que solamente existe un Dios verdadero; hay una unión entre los tres, pero no significa que los tres sean Dioses.
San Agustín entiende que el Padre es Dios, el Hijo es su hijo Jesús de Nazaret, y el Espíritu Santo para San Agustín es el amor de Dios dado a los hombres. Según San Agustín el Espíritu Santo une al Padre y al Hijo en comunión, y restablece la comunión dañada por el pecado de los hombres gracias a su infinito amor, también entiende que el Espíritu Santo es el que derrama la caridad de Dios en los corazones de los hombres, permitiendo así que la Trinidad habite en los hombres.
Según San Agustín, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo trabajan armoniosamente juntos, así como el Espíritu Santo es reconciliador de los hombres, también lo fue Jesús de Nazaret cuando murió en la cruz y derramó su sangre por los hombres. Según San Agustín, hemos sido justificados en la sangre de Cristo y reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, pero el Espíritu Santo reconcilia de manera diferente, gracias a la misericordia de Dios para llevar a cabo la abolición de los pecados por el don de la reconciliación que ejerce el Espíritu Santo.
Cuando se habla de la Trinidad, también surge la confusión en el entendimiento, ya que se interpreta cada persona de la Trinidad como si fueran lo mismo. Algunos se confunden cuando oyen decir que: “el Padre es Dios, que el Hijo es Dios y que el Espíritu Santo es Dios, pero no hay tres dioses en la Trinidad, sino un solo Dios; y tratan de entender cómo puede ser esto” (Arias: 1956, 141).
Trinidad representada por San Agustín
Dice San Agustín debemos de creer que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo ser un solo Dios, creador y rector de todas las creaturas; que el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo es el Padre o el Hijo; que son la Trinidad de personas en relaciones mutuas, y una única e igual esencia. (Reyero: 1989, 258)
Para San Agustín, hay una igualdad en las tres personas de la Trinidad. El Padre no es superior al Hijo, ni el Hijo es superior al Espíritu Santo, ya que la esencia de la verdad, en cuanto es mayor, equivale a que sea más verdadera. Aquello que no puede cambiar, que es eterno y que puede entenderse, no admite grados de verdad (499). “La grandeza y la verdad están unidas y es recíproca donde la grandeza es la misma verdad, cuanto más tenga de grandeza más tiene de verdad, y cuanto menos tiene de verdad menos tiene también de grandeza'” (Arias: 1956, 500). El Padre y el Hijo juntos no superan en verdad al Padre o al Hijo solos. Luego, los dos juntos no son mayores que uno de ellos en particular. Y como el Espíritu Santo es igualmente verdadero, no puede ser mayor que él, el Padre y el Hijo, porque no son más verdaderos. Y el Padre con el Espíritu Santo, al no superar al Hijo en verdad, no son más verdaderos ni le vencen en grandeza; y el Hijo y el Espíritu Santo juntos son iguales al Padre en grandeza, porque son iguales en verdad; y toda la Trinidad es igual en grandeza a cada una de las personas. (Arias: 1956, 501)
Resumiendo lo que planteas San Agustín, todos son iguales, ninguno es menos. Aun así, uniendo al Padre con el Hijo y viéndolos en formas separadas, no podrían ser más en grupo que de forma individual, porque ni uniéndolos serían más verdaderos o tendrían más grandeza en ellos. Cada uno tiene su verdad y su grandeza inmensa e igualitaria. La persona de la Trinidad que posee más grado de verdad es más verdadera, igualmente la que tiene más grandeza, y como las tres personas poseen grandeza y verdad, las tres son iguales. Ni, aunque se agruparan serían mayores que de forma por separado.
Comenta San Agustín que Dios creó al hombre a imagen y semejanza de Dios y que es su creación perfecta, en igualdad como algo parecido a Dios y como una representación visual de él. Según San Agustín, cuando Dios creó al hombre dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, la imagen de la Trinidad quedaba en el hombre esculpida, para que de este modo fuera el hombre imagen de un solo Dios verdadero, pues la Trinidad es un solo Dios verdadero (Arias: 1956, 501). Se dice que no fue a imagen nuestra, ni a la tuya o de alguien más; más bien, fue creada a imagen y semejanza de la Trinidad (823). “Dice Juan el Apóstol: Seremos semejantes a Él, pues le veremos tal cual es; porque hace referencia a aquel de quien había dicho: Somos hijos de Dios” (Arias: 1956, 823). Así como Jesús de Nazaret fue creado a imagen y semejanza de Dios, también lo somos nosotros, ya que se dice que todos los hombres son creados a imagen y semejanza de Dios, ya que, el hijo en algún momento del tiempo también fue un hombre sobre la tierra. Así como Dios es amor, también nosotros somos parte de ese amor de Dios y podemos amar con una intensidad tan grande como lo hace Dios, e igual, así como es Dios misericordioso con los hombres, nosotros tenemos la capacidad de tener misericordia de aquello que nos han ofendido y por lo cual tenemos la facultad de perdonar a nuestros semejantes, incluso siendo nuestros enemigos.
San Agustín comenta en su escrito que conoceremos a Dios antes del Juicio Final en el momento en que Dios nos llame a rendir cuentas. San Agustín comenta que aquel que esté a la diestra del Padre lo conocerá, y este es un Don que Dios nos otorgará en el momento, pero aquel hombre que fue impío en vida, aquel que no tiene piedad o compasión por sus semejantes, es el que se encuentra en la izquierda del Padre y él es el que desaparecerá y no verá la claridad del Señor. Los que están a la diestra del Padre tendrán vida eterna porque son los hombres bondadosos y los que están a la izquierda del Padre tendrán muerte eterna porque son los hombres impíos: A causa de esta perfección se dice: Seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es. Y este don nos será otorgado cuando se nos diga: “Venid, benditos de mi Padre; poseed el reino que os tengo preparado”. Entonces desaparecerá el impío, para que no vea la claridad del Señor, e irán los que están a la izquierda al suplicio eterno, y los que están a la derecha, a la vida eterna. Esta es, dice la Verdad, la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y al que enviaste, Jesucristo. (Arias: 1956, 823-825)
Analizando esto y llevándolo en términos del cielo y el infierno, entonces sí, al momento del juicio final, unos tendrán vida eterna y otros tendrán muerte eterna y desaparecerán. Entonces, unos se irán a lo que llamamos cielo, donde tendrán vida eterna; entonces, el infierno no existiría porque los impíos desaparecerían y tendrían muerte eterna como dice San Agustín, o al menos que se refiere al suplicio como sufrimiento eterno, pero entonces no usaría la frase “desaparecerá el impío”.
Nosotros mismos seríamos un ejemplo de una tríada, estamos formados por cuerpo, alma y espíritu, el alma como el soplo divino, la cual descansa en paz después de la muerte de la materia, y el espíritu rinde cuentas al Padre. El cuerpo, el alma y el espíritu serían un ejemplo similar de tríada, pero en nosotros mismos. En este caso, el Padre es el creador del cuerpo, alma y espíritu. Dios o el Padre no es cuerpo, ni es alma, ni es espíritu, ni al revés. Ni el cuerpo, ni el alma, ni el espíritu pueden ser Dios. Dios está presente en el cuerpo, en el alma y en el espíritu de cada hombre, porque tiene el atributo de ser omnipresente, así que puede estar en todas partes. El cuerpo, el alma y el espíritu son creación de Dios, pero no quiere decir que cada uno por separado sea un Dios. En la naturaleza de cada uno también existiría la esencia o substancia de Dios, y también existiría el amor de Dios y la comunión entre ellas.
Algunos Padres en la actualidad suelen decir “Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo”. Aquí se está afirmando que los tres son Dioses, y según San Agustín, solamente hay un único Dios, por eso aún se da la confusión.
San Agustín nos enseñó que Dios es la Trinidad y cómo está compuesta, y que, si conocemos a Dios, podemos encontrar la felicidad. Sin embargo, como seres humanos, estamos limitados para conocer completamente a Dios; podemos conocer solo una parte de Él mediante las enseñanzas de su hijo Jesús de Nazaret. Por lo tanto, para muchos, el misterio de la Santísima Trinidad sigue siendo un enigma debido a nuestra limitación de conocimiento como seres humanos.
En algunos casos, las explicaciones de San Agustín podrían resultar confusas y complicadas. Por ejemplo, cuando se dice que el Padre, que es Dios, no es creado ni engendrado. Esto es lógico desde mi punto de vista porque Dios es único, no tiene ni principio ni fin; siempre ha sido y siempre será. Como creador, no puede ser creado. Sin embargo, cuando se menciona que el hijo no es creado sino engendrado eternamente por el Padre, aquí, desde mi punto de vista, diría que el hijo es una creación de Dios.
Espiritualismo Trinitario Mariano
En la actualidad, existe una doctrina llamada Espiritualismo Trinitario Mariano, cuyo fundador fue Roque Jacinto Rojas Esparza, reconocido como el tercer y último Mesías.
El 16 de agosto de 1812, nació Jacinto Rojas Esparza cerca de las tres de la mañana, con la luna llena, en la ciudad de México, en la calle del Indio Triste N° 8, (hoy Correo Mayor) en el Centro de la Ciudad de México, D.F. Un ave llegó hasta el aposento de Doña Dolores, su madre, y en su ventana cantó tres veces. Poco después, comenzaron los dolores de parto, y la comadrona (partera) de nombre Doña Flora Gómez fue llamada por el padre, Don Manuel Rojas, para asistir a la mujer que iba a dar a luz. Doña Dolores comenzó a sentir más fuertes sus dolencias, y a las tres de la mañana, vino el nacimiento de Roque Jacinto Rojas Esparza, Elías el prometido según las sagradas escrituras, el verdadero Hijo del Sol según el Códice Xilitla y el hijo del hombre según la Ley de Dios, que vino a fundar la Iglesia novia, la iglesia del Dios Vivo.
Jacinto Rojas Esparza fue descendiente de judíos españoles por parte de su padre y descendiente de otomíes por parte de su madre. Fue bautizado en el Templo de la Soledad de Santa Cruz Acatlán de la Ciudad de México.
A la edad de 5 años Dijo dónde estaban unas joyas de la Sra. Doña Emeteria Suárez de la Vega quien era amiga de su madre. Dijo el paradero de una niña llamada Andrea, quien fue secuestrada por unos bandoleros en el cerro del tesoro.
A la edad de 14 años quedó huérfano de madre, su padre y su padrino Juan López Montiel, lo inscribieron en el Seminario de la Ciudad de México, para que fuera sacerdote. Tres años realizó los estudios ministeriales sin ordenarse, su doctor y maestro en el seminario fue Fray Antonio Vázquez, al fallecer su padrino no contó con los medios económicos necesarios para mantener sus estudios.
A la edad de 18 años, se casó en el pueblo de Zumpango de la Laguna estado de México con la Srita. Guadalupe Arias Malanco con la que tuvo una hija llamada Carolina Rojas Arias,
Cuando el niño nació, estaba revestido de luz que iluminó todo el lugar, como si fuera un sol brillante. La madre contempló lo luminoso y brillante que era su hijo, verdaderamente admirada. A pesar de que el niño comenzó a llorar, la sorprendida mujer no lo tomaba en sus brazos, solo lo apreciaba con mucho asombro. El resplandor del cuerpo del último Mesías duró aproximadamente media hora, desapareciéndose paulatinamente, momento en el cual Doña Dolores cariñosamente lo tomó entre sus brazos, de manos de la partera, y le amamantó hasta que al poco rato se quedó dormido.
Jacinto Rojas Esparza es conocido también como el Enviado Divino Elías, el «Padre Elías», el «Pastorcito Elías», o como en su tiempo lo llamaban «Padre Roquito», «Tata Roquito», o simplemente Roque Rojas. Aprendió 22 oficios, entre los más destacados estaban impresor, grabador, carpintero, ebanista, relojero, pintor, etc. Fue juez del registro civil en Iztapalapa.
Ruque Rojas entregó 22 preceptos para las 7 iglesias que había fundado el 1 de septiembre de 1866, también fueron nombradas las siete personas que quedarían al frente de los primeros recintos de cada sello. Fundó la IMPE (Iglesia Mexicana Patriarcal Elías) con 7 iglesias constituidas. Falleció el 18 de mayo de 1879 a los 66 años, dejando una nueva agrupación religiosa, dividida en siete sellos (iglesias).
Árbol Genealógico de Roque Rojas
Fotografía de Jacinto Rojas Esparza
La fotografía de Jacinto Rojas Esparza es la oficial para la iglesia. La foto tiene algunos detalles que representan el significado de la Trinidad: el libro cerrado sobre la mesa significa que la primera era de Moisés ha concluido totalmente, el crucifijo en sus manos representa que, con su llegada, la segunda era cristiana de Jesús también ha concluido, y el libro abierto simboliza la tercera era fundada por Elías, el prometido del Eliasismo, reencarnado en Jacinto Rojas Esparza, señalándola como el Sexto Sello del Reino de Dios en la tierra. La corbata estola que lleva en el cuello también es el símbolo oficial de la tercera era, con la cruz de Elías.
La representación de la Trinidad se muestra con un triángulo con tres vértices, donde cada uno representa un tiempo, en total son tres tiempos o tres eras. También, la Trinidad es representada por los tres mesías.
Triangulo con el ojo: El triángulo es el símbolo de la Trinidad, y el ojo visor representa a Dios entre nosotros, también llamado “El Altísimo”. Es una figura geométrica perfecta con tres lados iguales. Este símbolo es utilizado por la doctrina espiritualista Trinitario Mariano correspondiente a la iglesia del Sexto Sello.
El espiritualismo Trinitario Mariano cree en la Trinidad y en la Virgen María como intercesora de la humanidad. Este enfoque está dirigido hacia la Sexta iglesia de Elías.
1.La Trinidad representa las tres eras o tres tiempos:
- La primera era: Representada por Moisés de Levi.
- La segunda era: Representada por Jesús de Nazaret.
- La tercera era: Representada por Elías, el prometido, reencarnado en Jacinto Rojas Esparza.
Cruz de Moisés de Levi (primera era)
Cruz de Moisés de Jesús de Nazaret (segunda era)
Cruz de Elías (Tercera era)
2. La Trinidad está representada por tres mesías: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
- El Padre: Representado por Dios también llamado el Altísimo.
- El Hijo: Representado por Jesús de Nazaret (el Hijo de Dios).
- El Espíritu Santo: Representado por Elías el Tisbita reencarnado en Jacinto Rojas Esparza.
Comparando esta doctrina, vemos que San Agustín, sostiene que el Padre es Dios y que el Hijo es el Hijo de Dios que se manifestó en un cuerpo aparente llamado Jesús de Nazaret. Sin embargo, cuando llegamos al Espíritu Santo, hay un cambio, ya que aquí se representa al Espíritu Santo como la luz del profeta Elías el Tisbita reencarnado en Roque Jacinto Rojas Esparza. No es exactamente el amor que viene a redimir los pecados de los hombres y a conciliar la Trinidad, como lo indica San Agustín. En el Espiritualismo Trinitario Mariano, la intercesora y conciliadora de la humanidad es la Virgen María.
Para el Espiritualismo Trinitario Mariano, la definición de la Trinidad es la mencionada anteriormente, pero también se reconoce que no podemos tener un conocimiento total de Dios, ya que, como seres humanos, estamos limitados y Dios no tiene límites.
Jacinto Rojas Esparza fundó 7 iglesias con sus respectivos sellos, que en total son también 7 Sellos, y que contienen el conocimiento de la Trinidad. Roque Jacinto Rojas Esparza, a través de revelaciones de arcángel Gabriel, recibió la manifestación de su misión, que incluía entregar 7 sellos, 7 iglesias con sus representantes y los 22 preceptos. Estas iglesias se basan en la creencia en la Trinidad.
Se cree que el Padre es Dios y también es llamado el Altísimo, que el Hijo es Jesús de Nazaret y que el Espíritu Santo es Elías. Los tres forman la Trinidad. También se cree en tres eras o tres tiempos, representando como primer tiempo a los tres mesías de Dios que cumplieron su misión como hombres en la tierra y que ahora son reconocidos como 3 divinidades en el cielo: Moisés de Levi, como primer tiempo, a Jesús de Nazaret como segundo tiempo, y como tercer tiempo al profeta Elías el Tisbita reencarnado en Jacinto Rojas Esparza, del cual se habla en el Libro de los Reyes, un libro del Antiguo Testamento de la Biblia.
Cuadro de las 7 iglesias de Elias, reencarnado en Jacinto Rojas Esparza con sus representantes tribus y marcados o congregantes
San Agustín se dedicó a explorar y comprender la doctrina de la Santísima Trinidad, una parte fundamental de la teología cristiana que aborda la naturaleza de Dios en tres personas: el Padre, el Hijo (Jesucristo) y el Espíritu Santo. Sus escritos, como “De Trinitate” (Sobre la Trinidad), son fundamentales para la comprensión de esta doctrina y han influido significativamente en el pensamiento teológico cristiano.
La Doctrina del Espiritualismo Trinitario Mariano, por otro lado, también se sumerge en la comprensión de la Santísima Trinidad, pero desde una perspectiva diferente, enfocada por Roque Jacinto Rojas Esparza, reconocido como el tercer y último Mesías en esta doctrina. Aunque comparte el interés en la Trinidad, el Espiritualismo Trinitario Mariano tiene sus propias interpretaciones y enfoques que difieren un poco de las enseñanzas tradicionales. Es importante reconocer la diversidad de perspectivas en cuanto a la doctrina de la Trinidad.
Bibliografía
Arias, FR. Luis. Obras de San Agustín Tomo V Tratado de la Santísima Trinidad. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1956. Digital.
Reyero, Maximino Arias. «La Doctrina Trinitaria de San Agustín.» Revista Universitaria Universidad Católica de Chile (1989): 249-270. Digital.
S.I, Clemente Fernández. Los Filósofos Medievales. España: Biblioteca de autores cristianos, 1979. Digital.