En esta ocasión utilicé la bicicleta el domingo para trasladarme al centro histórico aprovechando el paseo dominical de la Ciudad de México en el cual cierran avenidas y calles principales para entregarlas a ciudadanos que desean andar en bicicleta, patines, patineta o corriendo en un horario de 8:00 a 14:00
Mi traslado duró aproximadamente una hora saliendo del Mercado de las Flores de San Ángel hasta llegar a la avenida Francisco I. Madero una de las avenidas más transitadas del país en la cual se encuentra La Pinacoteca de La Profesa, sitio de mi interés, ya que allí esta resguardada una de las pinturas de Cristóbal de Villalpando que deseaba conocer; denominada Desposorios místicos de Santa Teresa de Ávila.
Por lo que antes de analizar la obra, primero comenzaré dando un breve contexto de la producción de pinturas en el periodo novohispano.
Las obras que se produjeron en la época colonial, fueron principalmente de significado eclesiástico, ya que la iglesia una vez asentada en el territorio de la Nueva España, se vio en la necesidad de evangelizar a los habitantes de estas nuevas tierras. Al ser la mayoría de la población analfabeta, se llevo a cabo esta labor a través de la pintura dado que las podían relacionar con los relatos que escuchaban en misa. Se tomaron medidas para controlar el trabajo y la expresión artística para hacer una correcta interpretación de los textos bíblicos en las artes, a través de los concilios eclesiásticos mexicanos de los años 1555, 1565 y 1585, que exigieron a los artistas una entera sujeción a estos tratados porque la iglesia era la principal empleadora de artistas, por lo anterior, el arte que floreció en la Nueva España fue el eclesiástico.
En la obra que analizaré se pinta a Santa Teresa quien es conocida por la transverberación que sufre por las manos de un ángel que la atraviesa con una flecha. La transverberación es considerada en la religión católica como una unión íntima con Dios. Este relato, fue conocido a través de su libro denominado “El libro de la vida” el cual fue escrito en 1562 y que posteriormente se volvió a escribir en el año de 1565. El capítulo 29 del libro, se ha vuelto una inspiración para los artistas de todos los tiempos que lo han materializado en sus obras de arte, entre ellos podemos destacar a Gian Lorenzo Bertinini, en su obra L’ Estasi di Santa Teresa.
L’Estasi di Santa Teresa , Santa María de la Victoria, Roma (Italia), Gian Lorenzo Bertinini
De hecho, la transverberación de Santa Teresa ha sido la más famosa en el mundo católico. Es por ello que el 24 de abril de 1614 es beatificada y el 12 de marzo de 1622, pasa a ser canonizada, lo cual la lleva a ser una de las figuras más admiradas y en la que muchos de los creyentes católicos se encomiendan; sin mencionar que dejó un gran legado en cuestión de escritos como son: El libro de la vida, Camino de perfección, Las moradas del castillo interior, Las fundaciones, Meditaciones sobre el Cantar de los cantares, poesías y cartas.
Respecto al artista Cristóbal de Villalpando fue una autoridad en el arte novohispano de la pintura quien junto a Juan Correa vieron florecer la Nueva España.
La vida de éste es muy poco conocida debido a que no existen muchos documentos. El primer documento que aparece de su vida, según Maza en su libro Cristóbal de Villalpando es un acta de matrimonio. El documento fue de vital importancia para calcular la edad aproximada del autor bajo el supuesto que para casarse debería tener aproximadamente veinte años de edad. De 1686-1714, portó el cargo como veedor del gremio de pintores, es decir, que Villalpando fue quien se encargaba de comprobar si las obras de los distintos gremios u oficinas de bastimentos eran conformes a la ley u ordenanza y, por ende, su crítica hacia los trabajos realizados en los distintos talleres de la región tenía un fuerte peso, además de aplicar los exámenes para aquellas personas que deseaban convertirse en maestros pintores.
En el libro de Cristóbal de Villalpando, se divide la etapa artística del autor en cuatro fases: (164-1679), (1680-1689), (1690-1699) y (1700-1714).
El arte de Villalpando, estuvo influido principalmente por dos autores. El primero que se logró identificar es Baltasar de Echave Rioja y el segundo artista que ayuda a mejorar la pintura de éste tras entrar en contacto con sus obras, es Peter Paul Rubens, oriundo del Sacro Imperio Romano Germánico que perteneció a la escuela flamenca en donde se formaron los autores más destacados del norte de Europa.
La vigorosa pintura de Villalpando, Desposorios místicos de Santa Teresa de Ávila. Fue realizada entre los años (1680-1690). La pintura se encuentra basada en el libro de la vida de Santa Teresa de Jesús, el cual se encuentra dividido en treinta y cinco capítulos.
El capítulo treinta y tres, pertenece a la primera fundación del convento de San José de Ávila y es ahí donde la autora describe lo que sintió cuando se le apareció José y María que le entregaron un hermoso collar como señal de que siguiera en su camino sin preguntar ni desanimarse y esta joya fue un símbolo representativo de que el convento si se lograría formar sólo tenía que actuar y tener fe. Santa Teresa, relata que se encontraba triste y temerosa al ver que el lugar era pequeño y no podía recolectar muchas veces las limosnas para que funcionara de manera correcta el convento y lo expresa así:
“Una vez estando en una necesidad que no sabía qué me hacer ni con que pagar unos oficiales, me apareció San José, mi verdadero padre y señor, y me dio a entender que no me faltarían, que los concertase. Y así lo hice sin ninguna blanca, y el Señor, por maneras que se espantaban los que lo oían, me proveyó”
Santa Teresa, relata que tuvo después una fe ciega ante su proveedor San José, que siempre le ayudaba en la solución de los problemas que enfrentaba a diario.
La pintura de Villalpando se basa en los párrafos catorce y quince del capítulo treinta y tres, el cual relata que tuvo un arrobamiento tan grande que logra ver a María y José colocándole un velo y collar. Las observaciones que muchos de los historiadores de arte ya han mencionado son las vestimentas que pone Villalpando no corresponden a las del párrafo, ya que la Virgen dice se presenta como una niña vestida de blanco a lo que Villalpando la pinta como una mujer con la vestimenta de color azul y rojo conforme a los concilios. Así como a José que dice la autora que no lo alcanza a ver bien, es decir, no sabe cómo estaba vestido, por lo que gracias a esto el pintor puede dar una representación libre del mismo. En cuanto al collar en el párrafo lo describen como “es tan diferente de lo de acá, que no tiene comparación”, es por ello que Villalpando lo hace tan suntuoso, pues no podría ser de otra manera, ya que es un objeto que nunca se ha visto en la tierra, entonces puede pintarlo sin atender al concilio. Santa Teresa relata que se encontraba sentada “Sentéme y aun paréceme que no pude alzar ni oír la misa”, sin embargo, en la pintura podemos observar que se encuentra arrodillada, posiblemente, el pintor lo hizo por orden de la persona que encargó el cuadro.
Cristóbal de Villalpando, Desposorios místicos de Santa Teresa de Ávila, óleo sobre tela, siglo XVII, Sala Tres Siglos, Pinacoteca de La Profesa.
En conclusión, la pintura de Villalpando, si bien no es una copia fidedigna del texto puesto que tenia que acatar los concilios mexicanos de pintura y esto hacia que su libre expresión se encontrara limitada por la iglesia. Estas limitaciones no fueron un impedimento para el autor, ya que logra llevarnos a través de elementos y gestos para interpretar que Santa Teresa se encuentra en éxtasis por la venida de San José y María como lo describe en su libro. Si tienen la oportunidad de caminar o rodar por la Avenida Madero es una gran opción para admirar uno de los grandes exponentes del arte novohispano.