A mitad del siglo XX, existió un acuerdo entre México y Estados Unidos que consistía en llevar a trabajadores mexicanos que se dedicaran a la agricultura al campo estadounidense. Se les denominaban braceros, ya que su herramienta principal para llevar a cabo su trabajo eran sus brazos.
Este tratado entre los dos países vecinos, se realizó por la necesidad que tenía Estados Unidos de alimentar a su población, puesto que la mayoría de sus hombres capaces para desempeñar estas labores se encontraban combatiendo en Europa.
Al principio, el programa consistía en apoyar al país para que no mermara su producción agrícola, sin embargo, al regresar los soldados del continente europeo el plan se mantuvo porque se dieron cuenta de que al emplear a los braceros su margen de utilidad era mayor, por lo que podían competir en el mercado internacional siendo de los principales exportadores agrícolas. Al tener un low cost en mano de obra, hizo que los precios de los alimentos producidos en Estados Unidos fueran más baratos que muchos de sus competidores.
La cantidad de agricultores que emigraron a Estados Unidos fueron aproximadamente 5 millones y a pesar de estar bajo contrato, los trabajadores carecían de prestaciones médicas al contrario de sus similares estadounidenses, además las compañías contratantes les realizaban un descuento de manera quincenal o mensual por hospedaje y alimentos. Por último, a los braceros se les hacía una retención del 10 % de su sueldo con promesas de entregarles dicho capital al momento del término de su relación, es decir, cuando estos fueran deportados a su tierra de origen.
En 1964, se produce la cancelación unilateral del Programa Bracero, derivada de la crisis en Estados Unidos, por lo que, a consecuencia de esto, los agricultores mexicanos se quedaron con una única opción, la cual consistía en retornar al país.
Al regreso de los braceros a México, estos se encontraban esperando el 10 % de la retención que les hicieron mientras duro el programa, no obstante, no lo recibieron.
Estados Unidos pagó al gobierno mexicano una cantidad aproximada de 700 millones de dólares para la indemnización de aquellos que lograron comprobar su estancia en el país del norte. Los gobernantes mexicanos a través del desvío de recursos se encargaron de desaparecer esa indemnización estadounidense.
Los braceros aún reclaman ese 10 % de retención que nunca llego a sus arcas, ellos se encuentran luchando para que no exista una pérdida de la memoria histórica de este proyecto y puedan recibir lo que se ganaron con esfuerzo y trabajo. A la fecha, existen más de 100,000 braceros que se encuentran a la espera de que el gobierno les dé lo que por derecho es suyo.