El indio en la cultura occidental ha sido siempre un tema relevante en la historia, la forma en como ha sido representado por una cultura que lo ve como insólito. El otro es todo lo contrario a la cultura que observa y juzga. Esta trata de construir una figura del personaje a través de su esquema propio de conocimiento y juicio, tratando de comprender y dotar de significado, a figura que no logra comprender, pues intenta interpretar imponiendo su visión, por lo que el resultado final es una malinterpretación de la misma.

Uno de los ejemplos en el cual nos podemos apoyar para ver cómo se ha construido la figura del indio a través de la cultura occidental se llevó a cabo en la Junta de Valladolid (1550-1551) entre Juan Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas en esta se debate si los habitantes de la Nueva España poseen alma o son bestias que nacieron para ser dominadas y gobernadas por una cultura más desarrollada.  El indio, por lo tanto, no puede ser observado bajo sus esquemas de pensamiento, debe ser observado bajo el logos occidental tiene que ser construido a través de un discurso dictado por hombres que han mamado la cultura hegemónica, estos viajeros aventurados que generalmente eran soldados, religiosos comerciantes en busca de oro, aventuras o gloria que continuaron incluso después de la conquista creándose una imagen del indio que nunca se puso bajo el balance del mismo llegando así a los siglos XVIII, XIX, XX y XXI donde aún no logramos interpretar desde la visión del otro.

Boturini es un caso diferente al de los escritores que le sucedieron, ya que entró a la Nueva España sin permiso de la corona española, lo que posteriormente complicaría su estancia en estas tierras. Después de que la Virgen de Guadalupe salvase su vida, decide dedicar sus estudios y recopilar información de fuentes primarias que se encontrarán en poder de los indígenas acerca de la historia de esta santa patrona protectora de estas tierras.

Los motivos hay que tenerlos presentes, puesto que sus obras son consideradas desde diferentes interpretaciones: el discurso que mantiene que su obra como parte de un naciente nacionalismo que le da identidad a los pueblos americanos al tratar uno de sus más famosos símbolos como lo es la Virgen María[1]; o las lecturas de Boturini como un mártir ilustrado incomprendido.

Obra y Edición

Lorenzo Boturini Benaducci fue un noble italiano oriundo de Sondrio, Italia, que llegó a la Nueva España (1736-1744).

La idea de la nueva historia de la América septentrional fue impresa y publicada en España en 1746, junto con un catálogo de las fuentes que se habían quedado retenidas en Nueva España pertenecientes a su Museo Indiano. El autor pretendía desarrollar en profundidad el esquema de manera posterior, pero de la Historia General, solamente llegó a escribir el primer tomo, que versa sobre la cronología, y no fue publicado sino hasta el siglo pasado.

En su estancia recolectó mapas, manuscritos y códices prehispánicos, albergando así un museo histórico indiano que, posterior a su detención, le fue confiscado y disuelto por el tribunal español.

Respecto a lo que pasaba en Europa, el siglo XVIII es el siglo en el cual la razón subyuga sin lugar a dudas a la superstición y la fe, por lo que comienzan las preguntas de por qué, para qué, cómo, etc. Comienzas las cuestiones a las estructuras sociales. En la primera mitad del siglo se gesta todo este conocimiento que posteriormente explotara en dos revoluciones importantes en la segunda mitad, las cuales son la revolución política de Francia y la industrial en Inglaterra dando paso a nuevas estructuras sociales y un nuevo sistema económico donde se pasa del feudalismo al capitalismo.

El tratado de Aranjuez de 1745 fue una alianza militar pactada entre los reinos de España, Francia y Nápoles con la República de Génova, para apoyar a esta última frente a los ataques de Cerdeña y Austria, en el marco de la guerra de Sucesión austriaca.

En España, Felipe V (1700-1746) fue el primer rey de la dinastía de los Borbones. Era nieto de Luis XIV y trajo la dinastía reinante en Francia (Bourbon). Su reinado fue uno de los más largos de la historia de España. Posteriormente

Fernando VI ocupó el trono español.  Su reinado se caracterizó por el mantenimiento de la paz y la neutralidad frente a Francia e Inglaterra, mientras ambas intentaban la alianza con España. Esta situación fue aprovechada por el su ministro, el marqués de la Ensenada, para proseguir los esfuerzos de reconstrucción interna iniciados en el reinado de Felipe V. Todo esto acontecía justo en el momento en que se publicaba la obra de Boturini. Sin duda, un tiempo de gran relevancia coyuntural para este país.

En cuanto a las ediciones contemporáneas, existen muy pocas. La editorial más accesible es editorial Porrúa a través de su colección “Sepan cuantos”, encargada de editar este libro con un prólogo de Miguel de León Portilla.

Cabe resaltar que esta colección nace en 1959 y se ha convertido en emblemática, ya que tiene temas de todo tipo, desde literarios hasta científicos.

Idea de una nueva Historia general de la América Septentrional posee el Núm. 278 de esta colección y ha sido editada tres veces en donde su primera edición fue en 1974 y la última en 2007.

Por su parte, la Universidad Nacional Autónoma de Nuevo León ha subido en su plataforma en línea una edición que fue hecha en 1746, Madrid, por la imprenta de Juan Zúñiga.

También el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en 1999 elaboró una edición facsimilar de la misma en donde puso a la venta mil ejemplares. Todas estas editoriales se han hecho en México, sin embargo, España, Sevilla, a través de la editorial Eztramuros Edición, reedito el libro en el 2009.

En estos trabajos se puede percibir una línea general en el tratamiento que hacen de Boturini. Se tiende a considerar su obra como anómala o como una ruptura innovadora con el pasado, y se romantiza de distintos modos la vida y personalidad del autor, que lo sitúan a él y a la Idea en lugares ajenos y bastante extraños.

Ballesteros, americanista e indigenista español, cuya edición es la única que se ha hecho de la Historia General, busca homenajear con ella a la Real Academia de la Historia, primera institución histórica del reino y origen de la copia en que se basó. Boturini en este estudio es ante todo un científico, un erudito humanista con profundos conocimientos de la época clásica y del latín, un ilustrado. Ve en él los rasgos del espíritu crítico cuando corrige o refuta a otros autores o cuando compara las fuentes entre sí. Boturini, al no ser historiador y querer escribir la historia cronológica y “cultural”, historia auténtica, de los indios o de la guadalupana, habría recurrido por necesidad a Vico para llevar a buen puerto su empresa.

Para León Portilla, Boturini es un aventurero, un trotamundos virtuoso que va en incansable busca del conocimiento, es decir, de las antiguallas y pinturas de los indios; de experimentar la esplendorosa vida del siglo de las luces, estamos otra vez ante un humanista ilustrado. Su biografía sigue a la que plantea Ballesteros, solo que mucho más detallada, haciendo más hincapié en los fracasos y desgracias de la vida del autor, siempre provocadas o aumentadas por la forma de actuar de la Corona o los funcionarios coloniales. En este texto, escribe que las autoridades españolas pretenden mantener aisladas a las colonias de los individuos y las ideas provenientes de otros lados, puesto que eso alteraría la paz: Se comienza a perfilar una oposición entre América y España.

El tiempo histórico en la obra de Boturini

El caso del italiano Lorenzo Boturini Benaduci dentro de los cronistas de la Nueva España es especial, no por uso erudito de las fuentes indianas que recolectó durante su estancia en América, sino más bien por la estructura del desarrollo histórico de los pueblos indios, en especial los procedentes de la cultura náhuatl.

Esa estructura del desarrollo histórico que elaboró Boturini se encontró influenciada por la filosofía de la historia de otro italiano: Giambattista Vico. En términos generales, el napolitano Vico propuso una forma particular de observar el devenir histórico, así como sus fines. Su obra más reconocida es Principios de una ciencia nueva en torno a la naturaleza común de las naciones, la cual fue publicada en 1725 y reelaborada en 1730 y 1744, la cual Boturini seguramente estudió mientras se encontraba en Milán.

Para Vico, el curso de la historia se puede observar desde dos ópticas distintas: desde lo que él reconoce como el curso natural de las cosas y el curso cultural de las cosas. Las primeras son objeto de estudio divino, puesto que tales cosas son creadas por Dios, mientras que las segundas son cosas creadas por el hombre. La ciencia nueva que sugiere Vico es para el estudio del curso cultural de las naciones.

Ambos aspectos del curso histórico son de cierto modo distinto; sin embargo, no son autónomos el uno del otro. El curso natural es universal y necesario, compete su estudio a Dios; el curso de las naciones, es particular y contingente, compete su estudio a los hombres. Sin embargo, la historia natural depende de una historia de las naciones (es decir, del hombre), y viceversa. Para que exista una historia universal, necesita, a su vez, que suceda entre distintas historias particulares de cada nación, pero que compartan elementos que les competan a todas ellas, como la lengua, el derecho natural, las formas de gobierno, la religión y las costumbres en general. [2]

La importancia de la propuesta de Vico sobre el desarrollo histórico es que le da una posibilidad de constituir una historia universal, partiendo de los elementos que son comunes a todas las naciones y que se desarrollan de manera distinta en cada nación en particular. A pesar de que existan múltiples lenguajes en el mundo, el común de todos ellos es el mismo lenguaje. Aunque esto sonase como obvio, el desarrollo de esos elementos, que son usuales de las naciones, es lo que sirve para elaborar comparaciones que determinan el nivel de desarrollo en el que una nación o cultura se encuentra.

Dentro de la Idea de una Nueva Historia General de la América Septentrional no se menciona explícitamente la influencia de Vico, pero eso no significa que la obra no esté bajo el esquema que el napolitano desarrolló dentro de su Ciencia nueva, ya que años después de lo que fue el esbozo de la Idea…, Boturini se encargó de la elaboración de lo que fue una Historia General de la América septentrional, en la cual ya reconoce la influencia de Vico en sus obras.

La estructura del desarrollo histórico de las naciones americanas de Boturini no se aleja mucho de la propuesta viquiana, ya que de la misma forma que Vico, Boturini propone una estructura del desarrollo histórico en su Idea, dependiendo de la etapa en la cual se encuentre una «nación» o una cultura dependiendo de parámetros comunes que acompañan a las distintas naciones existentes. Para esto, Boturini (ampliando la concepción inicial de Vico) compara el desarrollo de las antiguas civilizaciones de Occidente, como la griega y la romana, con las primeras culturas mesoamericanas.

La finalidad de Boturini al retomar la propuesta de Vico es para darle un lugar a la historia americana dentro de la historia universal, para ello retoma el curso histórico de Vico, que permite el abordar la historia de una cultura como la americana para encajar dentro de una cultura occidental, dentro de un orden providencial.

En el párrafo II del libro, Boturini comenta: siguiendo la idea de la célebre división de los tiempos que enseñaron los egipcios, he repartido la Historia Indiana en tres edades. La primera, la de los Dioses, la segunda, la de los Héroes; la tercera, la de los hombres.

Para Vico, el orden de las ideas corresponde al que tienen las cosas humanas, así que se va de la selva a la choza, después a las aldeas y villas para pasar a las ciudades. Respecto a la vida, comienza siendo áspera para pasar a severa, después se convierte en agradable y posteriormente en deliciosa para terminar en disoluta.

Boturini pone a los indios en la historia universal, los legitima y gracias a esto encuentran su lugar en el mundo, es decir, en la historia universal conforme sus mitos coinciden con los occidentales, cuando los pasajes bíblicos como el Diluvio universal o la construcción de la Torre de Babel también se encuentran formulados en las historias antiguas americanas.

El uso de tales autores le permite usar a Boturini recursos como la comparación y la analogía para comprender a la cultura que está tratando. Tales recursos resultan ser casi necesarios para explicar su obra, ya que a través de esas comparaciones va elaborando un sistema de espejos que permiten hacer de las deidades náhuatl un reflejo de dioses, héroes u hombres griegos y latinos, como en el caso de Macuilxochiquetzalli, la cual compara con Venus[3] o el caso Tiazolteotl, quien vuelve a comparar con la misma deidad, pero esta vez llamándola como “Venus deshonesta”[4].

La forma de proceder de Boturini es a través de analogías y paralelismos de esos elementos comunes que competen a las distintas naciones, sin embargo, el referente principal de tales comparaciones es la de la cultura europea, la cual va recogiendo los pedazos de historia de los sectores periféricos, como es este caso el indio americano, para ir reconstruyendo una historia más general, que responde directamente a la que la cultura europea ha formulado.