Al principio de esta investigación, creí que había existido un periodo de auge económico en la Nueva España con el virrey Luis de Velasco II, (1590-1611). Jonathan I., en el libro Clases sociales y vida política en el México colonial, 1610-1670.
Hace referencia a dicho periodo, sin embargo, confrontando el texto con los escritos de otros autores me he desengañado, pues no existió un periodo de auge económico, sino en el periodo que menciona Jonathan I., se logra asimilar completamente un sistema económico occidental que comenzó a funcionar de manera correcta en donde el indígena había asimilado el concepto de dinero y trabajo por salario.
También los conquistadores lograron establecerse y terminar de construir ciudades claves para así poder explotar las materias primas que se encontraban en el territorio, principalmente minerales, otra de las funciones de las ciudades era resguardar el excedente de riqueza que se producía por la explotación de recursos. Además, de brindar materia prima, también proporcionaban una gran cantidad de mano de obra que fue uno de los tesoros de la Nueva España. España reprimió el avance de esta economía a través de los virreyes que elaboraban normas y políticas dirigidas principalmente a los sectores industriales y comercio exterior frenando abruptamente el desarrollo emergente de sus colonias, pues sabia que si dejaba que los subyugados territorios crecieran en esos sectores, pronto se emanciparían del dominio de la corona y esta no podría retenerlos, ya que serían naciones que podrían solventar las necesidades de su población de manera propia, es por esto que tanto Nueva España, Perú y Filipinas, tuvieron un desarrollo y crecimiento económico escaso mientras estuvo al mando España, pues no permitió que la industria y comercio se desarrollase en estas colonias, lo cual repercutió posteriormente tanto al país dominante como a sus dominados. Me remito al primer sistema de explotación que se conoció en la Nueva España para lograr entender la política económica que se llevó a cabo.
Después de la conquista en la apenas constituida Nueva España, comenzó un periodo de adaptación por parte de los conquistados y conquistadores. En donde, la principal tarea por parte de los peninsulares era imponer su modo de vida occidental. Una de las tareas más difíciles a las que tuvieron que enfrentarse fue la económica, ya que los habitantes autóctonos desconocían cómo se hacían las transacciones, por parte de los españoles, que se realizaban con moneda. La moneda era algo completamente nuevo para los conquistados, por lo que tardaron más de 20 años en acostumbrarse a este tipo de intercambio, puesto que ellos utilizaban otras formas para intercambiar sus mercancías desde trueque, hasta utilizar objetos que fuesen difíciles de conseguir en el entorno en donde estos vivían como eran el cacao, plumas de quetzal, mantas y polvo de oro. La transición que se llevó acabó del trueque a la moneda ayudo considerablemente el intercambio comercial de toda la Nueva España, pues la moneda era un medio de intercambio más fácil, ya que se podía trasladar a todos lados y se comenzó a aceptar en todas las transacciones por el funcionamiento y facilidad con que se podía dar el intercambio si sustituían el trueque por la moneda. Simultáneo al problema del medio de transacción, también existía el de asentamiento de tierras que era de vital importancia, por el hecho de que, si no se resolvía, las nuevas tierras no serían rentables para la fondeadora de los recursos que sostenían esta cara empresa de conquista, por lo que los directores de la conquista se dieron a la tarea de idear un sistema al que dieron el nombre de encomienda.
La encomienda era un sistema en donde a una persona llamada encomendero se le asignaban responsabilidades; las principales eran administrar y explotar las tierras. A cambio de esto, el encomendero debía de pagar un tributo pequeño a la corona encargada de la administración y recaudación de tributos. El sistema de explotación contaba con dos principales componentes: la tierra y la mano de obra. La mano de obra era constituida por indígenas que se le otorgaban al encomendero a cambio de que cuidase de ellos. Es cierto, que este sistema de explotación de tierra es feudal, pero se necesitaba que los españoles lograran asentarse en las tierras, para poder tener una estabilidad económica en donde se pudiera concentrar instituciones que administrarían el nuevo territorio de España y, también, la concentración de riqueza que era obtenida de la misma.
Después del establecimiento y función de la encomienda la corona comenzó a tener alerta, pues muchos de los encomenderos de los que destacaban nombres de conquistadores y descendencia de estos, comenzaron a ganar poder en estos nuevos territorios, por lo que, comenzaron a planear una independencia, pues la Nueva España comenzaba a ser autosuficiente y podía solventarse con los recursos que de ella estaban explotando. Así que pronto comenzaron a prohibir la encomienda de una manera indirecta en donde el encomendado conservaba los derechos, no así sus herederos, es decir, la encomienda que se le otorgó por parte de la corona continuaba, pero no era transferible a sus hijos o herederos, por lo tanto, la encomienda desapareció cuando el último encomendero falleció.
En la siguiente etapa de la Nueva España se sustituyeron las encomiendas por las haciendas, donde estas, a diferencia de los encomenderos no gozaban con exenciones ni privilegios, por lo tanto, debía de pagar un tributo a la Real Hacienda de la Nueva España, además de cambiar el modo en que conseguían la mano de obra que también, pues en vez de dar protección y comida, ahora se les tenía que otorgar una remuneración por su trabajo, sin embargo, esto solo aplicaba a las personas que no habían sido comprados como esclavos.
El segundo virrey de Nueva España, don Luis de Velasco I, fue el primero en imponer esta regla, ya que, en 1551, ordenó la liberación de indígenas de las minas para que no se tuviera comprobada su esclavitud. En aquel acto fueron liberados 150,000 indígenas. Este acto revolucionó completamente el sistema económico, pues los hacendados, mineros y ganaderos, tuvieron que buscar otra manera de reclutar mano de obra, por lo que se establece el salario en donde el trabajador era remunerado por el trabajo físico o intelectual que ejerciera. Un punto que se debe aclarar es que este sistema no se hubiese podido llevar a cabo al principio de la conquista, ya que los indígenas no tenían noción de la utilidad del dinero ni para que serbia, una vez que vieron cómo funcionaba estaban dispuestos a trabajar a cambio de una retribución monetaria, por ende, comienza el periodo de asimilación económica en donde todos los sujetos que se encuentran interactuando en la economía tienen los mismos conceptos y actúan de acuerdo a las normas del juego.
En este periodo es cuando la Nueva España comienza a crecer en las distintas industrias, entre la que más resalta es la minera, pues fue la que se le proporcionó más capital para su crecimiento. Entre las minas más importantes del territorio se encontraban la de Zacatecas y San Luis Potosí. Esta industria fue una relevante pieza en la cohesión del país, pues fue la que mantenía un intercambio constante con la matriz principal, que en este caso era España.
“La exportación de manufacturas fue casi nula, pues el 93 por ciento de lo exportado comprendía plata, grana, azúcar, añil y harinas”. [1]
La nueva España en el sector industrial, también fue un punto importante para entender el desarrollo de este territorio, el cual era dirigido por un gobierno proteccionista a los intereses de España. Existieron dos tipos de industrias, las cuales son la artesanal y obraje.
La primera, estaba conformada por gremios que no eran más que un conjunto de artesanos que se dedicaban a una actividad en específico, por ejemplo, el gremio de los albañiles, carpinteros, artistas, entre otros. La jerarquía que se llevaba a cabo era:
“Maestros, oficiales y aprendices y con sus prohibiciones para que nadie practicara un oficio sin estar agremiado”.[2]
La segunda se dedicaba a hacer productos en serie y era mal vista por los artesanos, ya que no contaba con jerarquías, además de permitir a todo tipo de gente en sus filas, pues no necesitaban de una enseñanza rigurosa para elaborar un producto. Era una proto-industria. Generalmente, se encargaba de elaborar artículos de primera necesidad y por ello era permitida, pues las importaciones por parte de España y demás países no podían cubrir la demanda de la Nueva España, además de no poder pagar el precio de las prendas que venían de importación. Es por ello que la industria del obraje logró sobrevivir a pesar de no ser bien vista.
El principal problema en la cuestión del progreso fueron las políticas del gobierno de Nueva España, ya que con su afán de proteger a los artesanos e industrias españolas no permitió que las obreras lograran expandir sus canales y así poder aumentar su capital, lo cual hubiese dado pie a una mayor producción. Lo que hizo el gobierno fue poner trabas a todo intento de industrialización dando prioridad a los artesanos para que ellos pusieran precios altos por los trabajos que hacían, además de la libertad de poner los artículos que creyeran necesarios en el mercado, lo cual era una mala idea, pues si ponían pocos artículos estos aumentaban su valor y no era un libre mercado, sino un mercado controlado por los intereses de unos cuantos.
En cuanto al comercio de la Nueva España en cuestión de importaciones y exportaciones, existía un monopolio el cual era ejercido por España, es decir, solo se podía intercambiar mercancía con este país y viceversa.
“Se prohibió el comercio directo entre España y Filipinas; entre Perú y la Nueva España: y entre España y Buenos Aires. Solo el puerto fluvial de Sevilla podía comerciar con América, y en esta, con España, tres puertos servían exclusivamente de arribo a las mercancías europeas y de salida a los productos americanos de Veracruz, Panamá y Cartagena de Indias”.
Las mercancías se encontraban gravadas por muchos impuestos, entre los cuales se encontraban el de avería, almirantazgo, alcabala, entre muchos otros. Por ende, el comercio de la Nueva España no logró progresar en los trescientos años en que se encontró sujeta a España, ya que a consecuencia de sus políticas retrógradas no pudo desarrollarse de manera libre.
Es por ello que Nueva España y demás colonias no pudieron progresar al igual que España, porque a pesar de imponer estas políticas las mercancías que venían de importación eran elaboradas en distintos países de Europa, pues la demanda de bienes que pedían los territorios conquistados era demasiada y por ello no podía hacerle frente es por esto que los bienes eran suministrados por países industrializados como Holanda, Inglaterra y Francia.
En conclusión.
Las políticas implementadas por España hacia sus colonias fueron un impedimento para el progreso de las mismas. Esto afectó a los dos países involucrados, pues los países que disfrutaron de las colonias fueron aquellos que se encontraban industrializados, por ende, eran ellos los que intercambiaban materia prima por productos elaborados y con esto lograron incrementar su capital e industria de manera constante. A diferencia de las colonias y la misma España que su política económica se basó en la explotación de materias primas y mano de obra sin ver que la industrialización era el siguiente en la economía, es por ello, que al momento de la emancipación de las colonias quedaron indefensas ante las económicas industriales que ya se habían desarrollado en Europa y posteriormente Estados Unidos en América. España no fue la excepción, y por el afán de reprimir a sus colonias en su economía quedó indefensa una vez que lograron desprenderse de ella.