Por decreto del gobierno federal, el 2023 se ha declarado el año de Francisco Villa, lo cual, arroja luz sobre la legitimidad que la Revolución mantiene en el discurso dentro de México, pues los próceres de la contienda armada de 1910-1920 son reivindicados tanto por partidos políticos, intelectuales, guerrilleros, activistas sociales, e inclusive en la cultura popular, muchos de estos grupos contradiciéndose entre sí, o contra otros. Friedrich Katz dijo en numerosas ocasiones que pocas revoluciones tienen la legitimidad de la que goza la mexicana en la actualidad, aun cuando sin dudas la más influyente en el siglo XX fue la rusa, no obstante que el próximo año se cumplirán también 100 años de la muerte de Lenin, no parece ser que se vaya a declarar el 2024 como su año en Rusia, mucho menos con las implicaciones políticas y simbólicas que esto implicaría con su guerra en Ucrania.
Empero, si bien Lenin pudiera ser contemplado como una figura controversial al ser considerado el padre de la Unión Soviética, y por ende, el comunismo, la figura de Villa resulta controversial más por el hombre que por el movimiento que representó. Villa, el ser humano, resulta más controversial que el villismo como tal, brazo imprescindible de la Revolución Mexicana, pues Villa representa varias de las características del hombre mexicano que la sociedad reprueba. Pancho Villa, el bandido, el violador, el asesino y el ladrón son los adjetivos por los que una significativa cantidad de personas reprobó el nombramiento de 2023 como año de Villa; descendientes de víctimas del Centauro del Norte, grupos políticos, conservadores, agremiados empresariales, que usualmente son los mismos o van de la mano, son quienes suelen arremeter contra la legendaria figura del Centauro. Usualmente, el espectro político ubicaría a estos grupos en la derecha política, pero hay otro, uno sumamente legítimo, que también recuerda la figura de Villa con repudio, y se trata de las colectivas feministas, pues las numerosas acusaciones de violación que pesan sobre Villa lo vuelven un símbolo del machismo que estas mujeres buscan enfrentar.
Y es que, de todos los personajes que el gobierno de la denominada “Cuarta Transformación” ha empleado, sean Emiliano Zapata, Ricardo Flores Magón o Leona Vicario, ninguno ha despertado los enconados discursos y discusiones que suscita el prócer del norte. Pancho Villa representa para Chihuahua una figura épica indisociable de su cultura y de sus contradicciones, eventos sociales como las Jornadas Villistas así lo demuestran, las cuales vivirán un punto cúspide este 2023. Pero cabe preguntarse, ¿por qué es a Villa a quien más se le vanagloria en el mejor de los casos, o juzga en el peor? ¿No cuenta Chihuahua en su Historia con personajes menos conflictivos y más parsimoniosos que lo representen? ¡Y que a la postre hayan nacido en Chihuahua! Pues da la casualidad que existe otro personaje que murió en una fecha más cercana a la de Villa, y no murió del otro lado del mundo en Moscú, sino aquí mismo en Chihuahua, el 15 de junio de 1923, tan solo 38 días antes que el propio Villa, falleció Luis Terrazas.
¿Por qué entonces Villa es quien se lleva toda la atención? Me parece que el ensalzamiento de su figura muestra una fascinación del chihuahuense, del mexicano y de las personas en general, por la figura del hombre que se hace a sí mismo, que viene desde abajo, y que logra a través de la violencia, no objetivos personales, sino sociales, y ese es precisamente, el encanto del año de Villa.