Todos los mexicanos sabemos que Texas solía ser parte de México, que se escribía con “j” y no con “x,” ¿pero sabía que un día como hoy, pero de 1836, el Ejército de México perdió este valioso territorio simple y sencillamente porque se quedó dormido en pleno campo de batalla?
Así es, a Antonio López de Santa Anna se le durmió y Tejas se perdió para siempre, pues un día como hoy, pero de 1836, el presidente y comandante supremo del Ejército Mexicano, fue sorprendido con sus hombres tomando una siesta en pleno campo de batalla.
Esto ocurrió en la ribera del río San Jacinto, cerca de la Ciudad de Houston, nombrada en honor al hombre que lideró la Guerra de Independencia de Texas, y quien fuera también su presidente. A los estadounidenses que se habían internado en Tejas y buscaban su independencia, se les comenzó a llamar “anglotejanos” o “texians,” para separarlos de los tejanos de origen mexicano.
Meses antes, Santa Anna se había propuesto sofocar él mismo la rebelión tejana, como había hecho también con la zacatecana de manera exitosa un año atrás. Asimismo, el Ejército Mexicano se había hecho también con la victoria frente a los separatistas anglotexanos, comandados por Samuel Houston, especialmente en Goliad y en San Antonio.
Esta última fue la más conocida, llamada comúnmente como la Masacre de El Álamo, debido a la misión católica en la que los anglotexanos se hallaban resguardados, hasta que fueron derrotados por los mexicanos, y Santa Anna decidió fusilar a todas las personas ahí resguardadas.
De manera tal que, para la mañana del 21 de abril parecía que la rebelión tejana sería sofocada, tal y como ocurriera con la zacatecana, o la de Yucatán, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas unos más tarde.
Después de todo, Houston y sus hombres se hallaban huyendo, probablemente buscando internarse en territorio estadounidense. Sin embargo, Santa Anna, en un ejercicio de exceso de confianza, decidió ordenar una siesta en el corazón del territorio tejano, que pese a ser oficialmente mexicano, el líder veracruzano desconocía.
De manera tal que los anglotexanos decidieron atacar sorpresivamente, vengando las masacres de El Álamo y Goliad con particular saña. México sufrió aproximadamente 600 bajas, mientras que los estadounidenses radicados en Tejas tan solo de unas 9 a 11.
El resultado de esta tragedia fue que Santa Anna fue capturado y forzado a firmar los Tratados de Velasco, los cuales reconocían la independencia de Texas como una República. Pese a esto, el estado mexicano no reconoció tal independencia, puesto que, en el derecho internacional, la firma de una figura de poder nacional no tiene validez si es capturado.
Debido a esto, el estatus oficial de la República de Texas se mantuvo incierta a nivel internacional por cerca de 10 años. Santa Anna fue liberado y luego exiliado de México. En 1846 Estados Unidos anexó Texas a su territorio, lo cual desató una guerra frontal entre México y Estados Unidos, y no solo una rebelión y su intento de supresión.
Para 1847, con el país intervenido por el invasor vecino, México invitó de vuelta a Santa Anna para liderar las fuerzas mexicanas contra el imperio comandado por James K. Polk, hasta que los Estados Unidos tomaron la Ciudad de México, y la nación azteca renunciara oficialmente y de forma oficial, no solo al estado de Tejas, sino al de Nuevo México y las Californias.
Para leer más:
The Dead March, A History of the Mexican American War – Peter Guardino.
A Wicked War: Polk, Clay, Lincoln and the 1846 U.S. Invasion of Mexico – Amy S. Greenberg.
Santa Anna y la Guerra de Texas – José C. Valadés.
Apuntes Históricos para la Historia de la Guerra entre México y los Estados Unidos – Ramón Alcaraz.