Tras el ataque villista a Columbus, Nuevo México, el gobierno estadounidense envió un destacamento armado a Chihuahua con el claro y simple objetivo de capturar a Francisco Villa, el responsable del atentado que sufrieron el 9 de marzo de 1916. Sin embargo, a diferencia de a mediados del siglo anterior, la Unión Americana no estaba dispuesta a entrar en una guerra frontal contra México, pues su presidente, Woodrow Wilson, era un proclamado pacifista que se había negado – hasta que consideró que no tuvo más opción – a intervenir militarmente en México. No obstante, si había un conflicto que, a Wilson, y a los Estados Unidos en general, era el que se producía en Europa, por lo que no deseaba comprometer a sus tropas al sur de la frontera, cuando las miras se hallaban allende el mar Atlántico.
El gobierno estadounidense había afirmado que la declaración de guerra no era contra México como tal, sino contra los bandidos que pululaban la frontera, bajo el mando de Francisco Villa. El gobierno de Venustiano Carranza permitió la entrada de las tropas norteamericanas, exigiendo que se les permitiese el mismo paso a las mexicanas para poder perseguir a su enemigo en común, los villistas. Washington se negó a tal solicitud, y las tensiones siempre estuvieron presentes entre el gobierno mexicano y el estadounidense, no obstante, la que pasaría a denominarse Expedición Punitiva se limitó únicamente al estado de Chihuahua. Esta estuvo comandada por el General John J. Pershing, veterano de las guerras contra España y las Filipinas y que luego pasaría a comandar las fuerzas estadounidenses en la Gran Guerra.
La poca o nula legitimidad que gozaban los soldados estadounidenses en México fue aprovechada por Villa y sus seguidores, pues muchos ex villistas y otros carrancistas se unieron al Centauro del Norte para defender a la patria. Pershing y sus subalternos hicieron nota de esta animosidad por parte del pueblo mexicano, sin reparar explícitamente en que la invasión a dicha nación, hacía menos de 80 años, habían llevado al pueblo mexicano a perder la mitad de su territorio. En este sentido, una queja común expresada en el reporte militar de Pershing, es que los mexicanos se comportaban de manera hostil contra ellos, a pesar de que, por convicción o forzados por los carrancistas, se habían convertido en enemigos de los villistas. Los estadounidenses parecían creer que, por este motivo, la lucha en común contra los villistas parecía ser el actuar más natural, pero los chihuahuenses, mexicanos al cabo, no se sentían cómodos con la presencia de los militares extranjeros, fueran villistas o antivillistas.
La Expedición Punitiva, que llegó a alcanzar los 10,000 hombres, buscó a Villa en diversos municipios, desde el noroeste en Casas Grandes, Ahumada, pasando por la serranía en Namiquipa o Guerrero, en la capital o en las cercanías como en Satevó y San Francisco de Borja, y llegó tan al sur como Parral, donde decidieron replegarse al norte de la frontera. Entre los años 1916 a 1917 trabaron varios combates, en Guerrero Villa recibió un balazo en la pierna y tuvo que ocultarse en una cueva en San Francisco de Borja, conocida como El Coscomate, no sin antes haber atacado algunos pueblos, como lo fue Satevó desde donde las Defensas Sociales (células antivillistas) respondieron al fuego.
Los estadounidenses emplearon por primera vez los aeroplanos en una intervención extranjera, algo que en el momento ya se estaban usando en la Gran Guerra en Europa, los cuales sobrevolaban entre pueblos y rancherías, como la Colonia Dublán en Casas Grandes, Namiquipa y de Satevó a Parral, tal como menciona el diario de guerra del First Aero Squadron Signal Corps, pero ni así pudieron hallar al General Francisco Villa, a quien sobajaban al llamarlo bandido, tanto los militares en sus partes, como la prensa en los diarios. En abril llegaron a Parral y se enfrentaron a la mayor resistencia que hubieran enfrentado hasta ese momento, llegando al punto de la leyenda donde Elisa Griensen junto con sus alumnos les aventaron piedras a las avionetas y soldados estadounidenses, muy al estilo de los Niños Héroes.
La música popular, desde luego, rescató este impresionante escenario, pues aunque los mexicanos no sabían que los perseguía quien terminaría por ser el militar más condecorado de la Historia de Estados Unidos, sí se burlaban a su vez de los estadounidenses con un corrido por demás conocido titulado: “La Persecución de Villa,” que canta los siguientes versos:
Comenzaron a mandar expediciones,
los aeroplanos comenzaron a volar,
por distintas y varias direcciones,
buscando a Villa, queriéndolo matar…
Los de a caballo no podían ir sentados,
y los de a pie no podían caminar,
entonces Villa les pasa en su aeroplano,
y desde arriba les grita: “Goodbye”…
Por supuesto, los corridos eran la manera más veloz con la que corría la información entre las masas populares. Entretanto, crecían las tensiones entre carrancistas y la Expedición Punitiva, compuesta, según dicen afirman las fuentes, preponderantemente de afroamericanos. El mismo General Pershing había luchado contra apaches en su patria, además de españoles en Cuba; Guam, Puerto Rico y las Filipinas, y que posteriormente dirigiría las victoriosas tropas estadounidenses en Europa durante la Primera Guerra Mundial. Tras la publicación del Telegrama Zimmermann, un intento alemán por convencer a México de que atacara los Estados Unidos, Washington decidió retirar las tropas de México para disponerse a invadir Alemania dentro del marco de la Gran Guerra.