El tema de Cuba, y sobre todo su Revolución despierta tanta polémica en pleno 2024 como lo hizo en 1959. Si bien hay muchos ángulos para estudiar lo que en Historia y Política llamamos una Revolución, hay una cuestión semiótica de fondo. ¿Cuánto tiempo puede durar dicha Revolución antes de convertirse en el Antiguo Régimen?
En Cuba la respuesta parece compleja, pero en opinión de gran porcentaje de los habitantes de esta isla, el gobierno debe cambiar. Las razones detrás de este parecer son diversos, de entre los históricos destaca el oficialista, es decir, el embargo económico impuesto por los Estados Unidos a Cuba. Segundo la caída de lo que ellos llaman “el campo socialista” en 1991.
Si a esto le sumamos la llegada del internet a la isla, que ha permitido que el flujo de información sea más libre, y por ende difícil de manejar por parte del estado. Así como la muerte del líder icónico y carismático que fue Fidel Castro, la cual, lógica o paradójicamente, caló más hondo que la de Ernesto “Che” Guevara en el pueblo cubano.
Decir que el discurso anti estadounidense por parte del régimen cubano está desgastado es un discurso ya desgastado en sí mismo. Mencionar que Cuba es una nación socialista marxista-leninista de la corriente inspirada por la Unión Soviética como China, Vietnam, Laos o Corea del Norte tampoco es novedad.
En el campo del análisis político existe el debate sobre cuál es el régimen anacrónico (fuera de tiempo o anticuado) si el socialismo en pleno siglo XXI, o si es de hecho el capitalismo el sistema anquilosado que nos ha oprimido desde la Revolución Industrial.
No obstante, esas discusiones tan acaloradas que se tienen tanto en la academia como en prácticamente cualquier medio de comunicación, no parecen ser las discusiones que se tengan en la Cuba de hoy en día. En Cuba no se habla de Marx, sino de Martí, en la isla caribeña no resalta Lenin, resalta el Che Guevara.
La Historia ha vivido grandes transformaciones populares violentas, siendo quizás las dos más influyentes la francesa, que trajo consigo el liberalismo, y la rusa, que trajo el socialismo, ambos casos al menos en la práctica y en ese orden cronológico.
Asimismo, se puede afirmar que ideológicamente, la Revolución Francesa fue una respuesta a la Monarquía Europea que privaba al pueblo de su libertad, por lo que promovieron el liberalismo.
Sin embargo, la Revolución Rusa, en su carácter socialista, fue una respuesta a dicho liberalismo, que promovía las riquezas individuales y promovía la pobreza de las masas.
Pero la pregunta sigue siendo la misma, ¿cuándo expira una Revolución? ¿Cuándo se convierte el gobierno revolucionario en solo un gobierno que deba de ser removido con otra Revolución más?
Si bien el gobierno cubano mantiene cooptado el discurso revolucionario, como lo hiciera México con el Partido Revolucionario Institucional durante toda la Guerra Sucia, y el cubano no habla de que se necesite una Revolución en su patria, si se habla de un cambio inminente.
De una u otra manera, gran parte del pueblo cubano necesita de un cambio, si eso es lo que revolución significa, entonces eso es lo que Cuba necesita. Una Revolución que permanece inmanente deja de ser revolucionaria, debe de ser enfrentada por otra revolución para transformarse, y de esta manera mantenerse vigente.
Una Revolución sin contradicciones es estéril y se deslegitima, se corrompe, por simples principios hegelianos (los que inspiraron a Marx), sí “ser joven y no ser revolucionario” es una contradicción hasta biológica según Allende, entonces se entiende de más que la juventud cubana mire con recelo a su gobierno.
¿Pero cuándo y cómo llegará este cambio? Imposible saberlo, más esto no necesariamente debe ocurrir de manera violenta. Entre cubanos y mexicanos que conocen la isla persiste la idea de que el régimen del Partido Comunista Cubano está al tanto de su inminente caída, y estos buscan prepararse para cuando esto ocurra, dejar el poder sin dejarlo realmente, como hicieron Borís Yeltsin y Vladimir Putin en la transición entre la Unión Soviética y Rusia.
“Vas bien, Fidel” reza la figura de Camilo Cienfuegos en la Plaza de la Revolución, pero Fidel ya no está, Raúl dejó el poder de iure, porque de facto el pueblo cubano no se lo cree, y Miguel Díaz-Canel es el primer dirigente nacido después del triunfo de la Revolución, pero no representa ningún cambio, si no es de regreso a la situación de tiempos de Fulgencio Batista.
En Cuba hay días buenos, hay días malos, y hay Díaz-Canel, dice una expresión cubana popular, como en México, cuando la gente preguntaba quién había matado a Pancho Villa, y la gente respondía “¡Cállese!”. De alguna manera, los símbolos revolucionarios son a su manera inmortales, sea en Francia, Rusia, China, Vietnam, México o Cuba, pero estos pueden dar pie, a su vez, a nuevas formas de pensamiento, libre de la imposición del anterior.