Nació en la Ciudad de Delicias, Chihuahua, la misma que vio nacer al también Dr. Gerardo Herrera Corral, de quien ya hablamos en otra entrada de esta página. Como afirma El Humanista Digital, se trata de un hombre polifacético, pues se recibió como médico por la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), para luego especializarse en la rama de la psiquiatría por parte del Hospital 20 de Noviembre en 1984, y ejerció ahí mismo sus servicios durante un par de años. Posteriormente, en 1991, retornó a la Ciudad de Chihuahua y comenzó a laborar en el HOSAME (Hospital de Salud Mental), el cual fue fundado por el Dr. Ignacio González Estabillo en 1951, quien también fue el primer rector de la Universidad de Chihuahua (hoy UACh) y que además, en su momento fue el único psiquiatra de aquel nosocomio, estando al cargo de un total de 120 pacientes simultáneamente. El segundo director fue el Dr. Renato Garza, seguido por el Dr. Ceniceros y, el cuarto fue el Dr. Alfredo Espinosa.
Este último implementó numerosos e importantes cambios en el funcionamiento del HOSAME, entre estos están el tratamiento a pacientes externos, así como la inclusión de atención psicológica. El Dr. Espinosa refiere que el trabajo en dicha institución era sumamente demandante, pues recibían pacientes de todo el Estado, los cuales eran frecuentemente abandonados, factor que volvía más complejo el trabajo del psiquiatra, por lo que el hospital siempre estaba saturado en todos los sentidos – así es, el primer hospital de salud mental de Chihuahua estaba saturado décadas antes de que se desatase la pandemia por Covid-19 – el único predecesor de este hospital fue una clínica ubicada en General Ángel Trías (antes Santa Isabel), el famoso “hospital psiquiátrico abandonado,” donde un médico atendió a personas afectadas por trastornos mentales, edificio del cual aún permanecen vestigios. El día de hoy, el Dr. ofrece consultas de manera privada, después de años de servicio a la salud pública.
Pero referirnos a Alfredo Espinosa únicamente como un médico sería simplemente quedarnos cortos, ya que como lo menciona él mismo, ha sido poeta desde que tiene memoria; empezó a escribir con mayor intensidad en la adolescencia, inspirado por despechos amorosos, refiere, y afirma, de manera verdaderamente simpática, lo siguiente: “Siendo yo siempre un poeta maltratado por las musas, he tenido herramientas para escribir, gracias a eso mi poesía ha sido fecunda.” Quienes lo sigan en sus redes sociales o, mejor aún, hayan leído sus obras, notarán que el amor, no siempre apolíneo, es un tema constante entre sus versos y, al igual que otro afamado poeta chihuahuense, Rogelio Treviño, afirma que escribe porque hay algo en él que desea ser liberado, o como lo dice él mismo, con palabras más bellas: “simplemente lo hice porque necesitaba plasmar las emociones que me mecían a sus remolinos, trataba de explicarme y de detener ese vértigo fijando algunas palabras que después creí que eran versos.” Huelga rescatar, como comenta Lee A. Daniel en su entrevista al Dr. Espinosa, para él la poesía es como la psiquiatría, solo que en la primera se cura a través de la palabra. El mismo entrevistador refiere que entre sus obras de poesía más destacadas se encuentran las de Desfiladero, Tatuar el Humo, Desvelos, Ramo de Tigres.
No obstante, como Lee A. Daniel hace de nuestro conocimiento, el Dr. Espinosa ha sido prolífico en el área de la novela y del ensayo, publicando alrededor de 30 obras, lo que lo convierte en uno de los autores con mayor producción en la historia del Estado Grande. Es creador del concepto del “chihuahuenidad,” a saber, es el concepto que inventó para englobar el estudio de lo “chihuahuense,” pues en su ensayo Tierras Bárbaras, Navegaciones Sobre la Identidad Chihuahuense, realiza un análisis del imaginario colectivo de esta región, de manera análoga al de Octavio Paz con su obra maestra, El Laberinto de la Soledad. Otra trabajo que sin duda trasciende en su haber literario, es Infierno Grande, donde novela el cruento y desalmado suceso donde el gobierno de Chihuahua, en 1983, manda a reunir a los “locos” de la Ciudad de Chihuahua, sólo para abandonarlos a su suerte en el desierto de San Diego de Alcalá, donde murieron de sed. El Dr. Alfredo Espinosa afirmó que escribió este texto con la finalidad de que una atrocidad de esta naturaleza jamás se repitiera.
Y con esto llegamos al final del texto y a la faceta más actual del brillante Doctor, quien como ya mencionamos más arriba, sigue ejerciendo como psiquiatra, esta nueva ocupación de Espinosa se trata de la pintura, además de otras expresiones de artes plásticas. Sus pinturas rozan y entremezclas diversos géneros, el cubismo, el surrealismo, el arte abstracto, usted nómbrelo y él ya lo habrá trabajado, sus obras son simple y sencillamente maravillosas, las cuales realiza en su hogar en la Ciudad de Chihuahua, donde también se encuentran trabajos realizados por su hijo, que ahora se encuentra estudiando en Europa.
La filosofía personal del Dr. Alfredo Espinosa consiste en disfrutar la vida, de hacer lo que te apasiona, y que te apasiona lo que haces. Sin duda una muestra de que las artes y la ciencia no tienen por qué estar separadas.
Referencias:
Entrevista Personal a Rafael Espinosa por Kevin Erives en Chihuahua, Chihuahua, México. 12 de octubre de 2020.
Autores del Desierto, Entrevista con Gerardo Cornejo y Alfredo Espinosa de Lee A. Daniel en JSTOR.
Entrevista: Alfredo Espinosa, ¿Psiquiatra, Artista…? de Marimar Morán, en El Humanista Digital, La Mirada Humanista de la Información.