Las nebulosas son enormes nubes de polvo, hidrógeno, helio y otros gases que se encuentran dispersos en el universo. Estas estructuras cósmicas ayudan a la comunidad científica a entender la formación de estrellas y evolución de las galaxias, ya que estos eventos son la vida de una estrella tras la muerte de otra.
Sus colores brillan intensamente debido a la energía liberada por las estrellas recién formadas, hasta las nebulosas oscuras, que bloquean la luz de los objetos detrás de ellas. Cada una nos cuenta una historia única sobre la vida y la muerte estelar.
Las nebulosas se forman a partir de la acumulación de polvo y gas en el espacio. Existen varios tipos de nebulosas, cada una con su propio proceso de formación. Algunas se crean a partir de los restos de estrellas que han explotado en supernovas, mientras que otras son regiones donde nuevas estrellas están naciendo. En estas “nurseries estelares”, la gravedad hace que el polvo y el gas se agrupen, formando eventualmente nuevas estrellas.
Tipos de Nebulosas:
- Nebulosa en emisión: Son las más comunes de ver debido a los átomos de hidrógeno que lo forman y su brillo característico se debe a la formación de las nuevas estrellas.
- Nebulosa de reflexión: Se caracterizan por sus tonos azules. Estas nebulosas no emiten luz propia, reciben la luz de estrellas cercanas que, por lo general, no emiten suficiente radiación y su luz es absorbida por los polvos cósmicos.
- Nebulosas oscuras: También conocidas como “Nebulosas de absorción”, son un polvo oscuro que ocultan el brillo de las estrellas que tiene dentro, las cuales se detectan por ondas infrarrojas.
Existen otro tipo de nebulosas que son las que son productos de estrellas agonizantes o son el resultado de una supernova.
Las nebulosas son visibles gracias a los telescopios avanzados que utilizan diversas longitudes de onda de luz. Telescopios como el Hubble y el Spitzer han capturado imágenes impresionantes de nebulosas distantes. Estas imágenes nos permiten observar los colores y formas únicas de estas nubes cósmicas
La Nebulosa del Ojo de Dios, también conocida como NGC 7293 o Nebulosa de la Hélice, fue descubierta por el astrónomo alemán Karl Ludwig Harding antes de 1824. Esta nebulosa planetaria se encuentra en la constelación de Acuario. Su nombre proviene de su distintiva forma que recuerda a un ojo humano rodeado de colores brillantes.
Todas estas formaciones espaciales nos ayudan a entender mejor el funcionamiento del universo, incluso ayudándonos a teorizar lo que puede pasar dentro de nuestro sistema solar en un futuro lejano.