
Los asesinatos de Jack el Destripador no solo fueron notorios por su ferocidad, sino también por el aparente conocimiento anatómico del asesino, lo que llevó a especular con que podría haber tenido entrenamiento médico o quirúrgico. Los cuerpos de las víctimas fueron encontrados en estado de mutilación extrema, con órganos faltantes y cortes que sugerían una precisión escalofriante.
El caso de Jack el Destripador es particularmente significativo no solo por el horror que suscitó, sino también por el impacto mediático que tuvo en la sociedad de la época. Fue uno de los primeros casos ampliamente cubiertos por la prensa sensacionalista, que se encargaba de alimentar el miedo y la fascinación del público. Los periódicos de la época estaban repletos de detalles macabros sobre los asesinatos, y se publicaron innumerables cartas supuestamente escritas por el asesino, aunque su autenticidad sigue siendo tema de debate.
La incapacidad para capturar al asesino también plantea preguntas sobre las limitaciones de las técnicas policiales de la época y cómo estos límites permitieron que el asesino eludiera la justicia. La leyenda de Jack el Destripador no solo perdura como un relato escalofriante de crimen y misterio, sino también como un oscuro reflejo de las tensiones sociales y de clase de la Londres del siglo XIX, y un recordatorio permanente de los peligros que acechan en los márgenes de la sociedad.