Es parte de la cultura humana la transmisión de enseñanzas y moralejas a partir de relatos cortos llenos de profundas reflexiones. Desde la antigüedad, los adagios populares, los refranes, las fábulas cortas, etc., han sido parte de una tradición oral y escrita que ha fungido como medio de educación popular. La eficacia y preferencia por este tipo de pedagogía simple radica en la simpleza y sencillez con la que se comunican valores, ideales y principios de generación en generación. Esto no quiere decir que cada frase o palabra está cargada de un significado ético y antropológico que cuenta sobre las costumbres y normas de carácter universal. En la modernidad, con el consumo constante de contenido digital, esta tradición de transmitir valores éticos universales no se ha perdido, solo ha tomado una nueva forma ad hoc a su medio.
En las plataformas digitales de streaming se popularizaron las colecciones de micro-episodios donde cada uno de ellos, en no más de 10-20 min, nos cuenta una de esas historias llenas de significado moral, profundo y reflexivo a través de narraciones de ciencia ficción. Love, Death & Robots es una de estas antologías populares que invitan al tele-espectador a meditar sobre su realidad más inmediata sin dejarlo desprovisto de alguna moraleja implícita que le conduzca a interiorizar cierto valor universal, incluso si este mismo no tiene nada que ver con su comunidad sino con su sola individualidad.
A continuación reflexionaremos en torno a la individualidad y la moral, el misterio y el terror cósmico de la mano de estos 3 micro-episodios que constituyen una parte dentro de la colección en la serie Love, Death & Robots.
«Testigo»: sobre el valor de la empatía social.
¿En qué medida somos cómplices de la violencia sistémica y hasta qué punto podemos ser víctimas de las circunstancias?
Una mujer es testigo ocular de un homicidio donde la víctima, a primera vista, parece ser ella misma, que observaba su propio asesinato desde su ventana. De un momento a otro pasa a ser perseguida por el propio asesino, del cual, lo único que sabemos, por más redundante que suene, es que es su homicida. En medio de esta confusión y caos, la persecución comienza. De pronto nos vemos rodeados por una escenografía plagada de arquitectura brutalista, llena de edificios departamentales masivos que cubren todo el horizonte, brindándonos una sensación de vértigo frente a lo reducido de los espacios.
Entre esta mezcla de sensaciones vertiginosas, terroríficas y sofocantes, vemos a una mujer huir de un hombre que pareciera querer silenciarla a causa de lo que ella atestiguó frente a su ventana.
La lujuria, la sexualización de la mujer, la normalización del morbo y de la violencia; este episodio muestra aspectos grotescos de nuestra realidad que, en medio de una combinación caótica de cambios de escenas bruscas, nos sensibiliza respecto al horror que puede representar ser mujer. Para el punto en que pareciéramos lograr alcanzar cierto alivio de la mano de la protagonista, todo vuelve al mismo ritmo. Ambos personajes vuelven a cruzar las miradas. Aquí es donde se reinicia nuevamente el escape y la persecución. En este torbellino de emociones fuertes se nos conduce hacia un angosto camino que pareciera no tener fin. Mientras nos encontramos junto a la protagonista, resguardados bajo llave dentro de su apartamento, todo llega nuevamente a una aparente calma superpuesta sobre de una tensión latente. Súbitamente, todo vuelve a dar un giro inesperado. El hombre logra irrumpir en lo más privado del condominio minúsculo en el que vivía nuestra protagonista.
Con un ánimo sereno y una respiración agitada, el hombre pretende calmar a la chica y explicarse; en medio de un forcejeo mutuo, repentinamente regresamos a donde todo comenzó: terminamos ante a otro homicidio aparentemente involuntario, habiendo otro nuevo testigo ocular, solo que para esta ocasión, hay un pequeño giro en la trama: en un inesperado y repentino cambio de roles, nuestra protagonista que antes era perseguida ahora es observada desde otra ventana frente a su apartamento, paradójicamente por el mismo sujeto que la perseguía, habiendo cometido ella en esta ocasión un homicidio; son sus manos y rostro lo que está lleno de la sangre de quien es ahora el testigo ocular y quien, hasta hace un instante, era el que le perseguía a ella. En este bucle la persecución se reinicia y el episodio termina.
A través del thriller psicológico, el morbo y lo grotesco es que somos sacudidos por la ficción para profundizar en la realidad que el género femenino puede experimentar a partir del terror que representa vivir dentro de una sociedad que le asecha desde el hostigamiento, la sexualización, la denigración y la revictimización. Vemos cómo se crea una especie de indefensión y vulnerabilidad ante situaciones fuera de sus manos, y cómo pueden pasar de ser víctimas reales a ser juzgadas injustamente.
Con toda su crudeza, y con toda la desnudez explícita y lasciva, este episodio de Love Death & Robots nos confronta de forma muy profunda para cuestionarnos hasta qué punto somos merecedores de las consecuencias de nuestros actos, y hasta qué punto somos o no inocentes, simples víctimas de las circunstancias. Lo que no puede ser pasado por alto, y es a lo que nos conduce de manera abrupta este episodio, es a reflexionar sobre la vulnerabilidad y el terror que las mujeres pueden llegar a experimentar dentro de la sociedad que no garantiza la seguridad de ninguno de sus individuos: como mujer, será más difícil y terrorífico vivir esa experiencia aparentemente común a todos.
«Más allá de la grieta»: sobre el valor del tiempo y el terror cósmico.
¿Vale la pena arriesgar el presente por la nostalgia del pasado? ¿hasta qué punto no arriesgamos el valor de la realidad por la sensación de seguridad que nos brindan las experiencias del pasado? ¿Vale la pena vivir en el pasado sacrificando nuestra experiencia angustiante del presente?
Durante este episodio seguimos a una tripulación intergaláctica en una travesía por el espacio en busca de una aventura comercial. Pero lo que pareciera ser un viaje lleno de experiencias sublimes y de una aparente calma inducida por el sueño criogénico, de pronto se tornará en una pesadilla.
Thom, junto a su equipo de expedición, inicia un viaje de exploración rumbo hacia un cúmulo de estrellas. Mediante lo que parece ser un portal intergaláctico cercano a la tierra, serán impulsados hacia su destino interestelar. A pesar de que no sepamos si es un fenómeno natural o una magnífica obra de ingeniería, lo que sí sabemos es que detrás de ese portal interestelar les aguarda su aventura. En un súbito cambio de escena, pasamos de ver cómo atraviesan el portal desde su nave, a presenciar un puente de mando con alertas de emergencia, y a ver Thom ser reanimado del periodo de hibernación inducido en el que se encontraba.
En medio de la confusión, la tripulación se entera de haber sido rescatada por una estación espacial bajo el comando de lo que pareciera ser… la ex de Thom, Greta. Esta sorpresa se tornará rápidamente en un reencuentro romántico y lujurioso, avivado por las viejas pasiones del pasado. Tras haber revivido la chispa, Thom de pronto será confrontado por una de sus compañeras de viaje sobre la realidad de quien supuestamente es su ex. En una especie de epifanía, en medio de toda esta confusión, Thom interroga a Greta, la presunta comandante de la estación en la que habían encallado, cuestionándola por los motivos reales de del rescate. De pronto, en un giro sorpresivo durante la trama, Greta, previniendo a Thom del shock que pudiera ocasionarle el saber la verdad, revela que él y su tripulación efectivamente habían perdido su rumbo espacial mientras hibernaban, pero que el lugar al que realmente habían llegado no era lo que pensaban.
De pronto, Thom es despertado de lo que parecía ser una animación suspendida hacia una realidad tétrica y terrorífica, tapándose con que él y su tripulación habían colisionado con una estación infestada por un organismo simbiótico que pretendía alimentarse de ellos mientras los mantiene dormidos. Después de este duro golpe de realidad, la historia termina en aquella secuencia donde Thom y su tripulación habían despertado “por primera vez” tras el rescate emprendido por Gretta reiniciando la trama desde el comienzo del conflicto.
La experiencia frente a lo desconocido es llevada a un nivel paranoico, confrontando a su audiencia con el escenario hipotético de que todo es una vil simulación. El toque terrorífico de saber que somos sometidos a una ilusión para el provecho de un organismo alienígena añade una especie de asombro más profundo ante los misterios del universo.
El terror cósmico es algo abordado por el cine y la literatura desde hace tiempo. Love, Death & Robots retoma este género literario y filmográfico, aprovechándolo para cuestionar aspectos filosóficos y existenciales de nuestra realidad por medio de la ciencia ficción. ¿Hasta qué punto no estaremos viviendo actualmente en una suerte de animación suspendida que puede estar siendo perpetuada mediante nuestros más profundos placeres, con el fin de alimentar a otros seres que se sirven de nuestros “delirios” y fantasías? La experiencia cósmica, la experiencia ante lo desconocido y la experiencia de lo individual son llevados al límite en este episodio para movernos a reflexionar en torno a estas cuestiones fundamentales de la realidad y de nosotros mismos.
