Dentro del campo de la biología se han desarrollado dos grandes sistemas taxonómicos, el primero y más antiguo es el sistema Linneano, que clasifica la vida de manera jerárquica, subdividiéndola en distintas categorías cada vez más específicas, comienza desde arriba en los reinos, por ejemplo: el reino fungi, o el reino animal, yendo después a géneros, familias y especies que es digamos la unidad taxonómica básica. Esta tradición fue iniciada por Carlos Linneo en el siglo XVIII, esta tradición será más tarde conocida como fenetista, pues, toma como base para la clasificación taxonómica las similitudes aparentes de los animales (rasgos específicos, patrones de conducta, posibilidad de procreación), sus rasgos exteriores, cuya perspectiva sería vista como subjetiva por los cladistas. Los cladistas son la segunda mayor tradición taxonómica en la biología, esta comenzó a desarrollarse fuertemente en el siglo XX, siguiendo los descubrimientos de Darwin y su trabajo en la teoría evolutiva, comenzaron a desarrollarse muchas dudas alrededor del papel de la evolución, y un punto de vista histórico como una mejor manera de clasificación taxonómica. Es así que comenzó a desarrollarse esta segunda tradición que entraría en conflicto con los fenetistas, pues le da más valor epistémico a las relaciones evolutivas o relaciones filogenéticas.
Este caso de discrepancia en un campo científico nos permite analizar algunos conceptos de la filosofía de la ciencia. Comencemos analizando nuestro objeto de análisis, la biología dentro de las ciencias es una disciplina que por la naturaleza de su objeto de estudio toma otra perspectiva a su aproximación metodológica. A diferencia de otras disciplinas como la física, la biología se centra en un nivel más complejo o alto de la realidad, teniendo que formar una base epistemológica autónoma, que difícilmente puede traducirse a ciencias más fundamentales. Otra particularidad es que los fenómenos estudiados por la biología ya están dados, son fácticos, aparentes. De esta manera, las discusiones internas se han centrado más en la epistemología que en la ontología, es difícil dudar del tipo de objetos que estudia la biología, de ahí que la duda se centre en el cómo, en la aproximación de los sujetos.
Al hablar de discrepancias científicas se busca la objetividad, sin embargo, esta noción de objetividad absolutista dentro de la praxis científica fue duramente cuestionada durante el siglo XX. Olivé considera que “Una creencia es objetiva cuando es compartida por otros miembros de una práctica y en esa práctica existen buenas razones que justifican a la creencia en cuestión (35). Es decir, la racionalidad y justificación de las explicaciones científicas están delimitadas socio históricamente. Podemos encontrar una idea similar en la noción de paradigma en el trabajo de Kuhn, para quien “un paradigma es una perspectiva científica integral – una constelación de supuestos, creencias y valores compartidos que cohesionan a una comunidad científica y permiten que la ciencia normal tenga lugar”(Okasha 116). Esta noción problematiza la visión de desarrollo lineal y progresivo de la ciencia, sin eliminar del todo su objetividad. La noción de inconmensurabilidad ilustra cómo distintos paradigmas científicos son incompatibles, haciendo más difícil mantener una objetividad en su comparación, pues los paradigmas no comparten lenguajes. El paradigma reinante en la biología moderna es el impulsado por Darwin, la visión evolutiva es el punto de vista ortodoxo en la práctica biológica.
La disputa entre claudistas y fenetistas se mantiene dentro de este paradigma, y es que como ya mencionamos, esta discusión está centrada fuertemente en la aproximación dada por el sujeto, más específicamente la clasificación. Según Olivé es necesario para mantener creencias objetivas dentro de una práctica es una categorización compartida, “esto quiere decir que los agentes de una misma práctica por lo general comparten la habilidad de discriminar un objeto de su medio, de identificarlo y representarse los mismos objetos” (36). La categorización en este sentido tiene que ver con la naturaleza de los fenómenos, y la percepción de los datos relevantes por parte del sujeto, según el autor la posibilidad de una mirada racional del fenómeno y de una categorización parte del paradigma establecido o del campo delimitado, manifestado en un lenguaje y acuerdos pre lingüísticos dados en los campos. Sin embargo, el conflicto taxonómico suscitado en la biología corresponde a otra forma de categorización, entre cladistas y fenetistas no hay ninguna disputa en cuanto a la realidad del fenómeno, ambos ven el mismo organismo desde el paradigma Darwiniano. Sin embargo, su discrepancia surge en la manera de clasificar estos organismos, es así que podemos decir que consiste en un problema de categorización de segundo orden o indirecto, es así que puede generarse dentro del mismo paradigma, siendo una instancia de desunidad en un campo delimitado. Es así que no debemos recurrir necesariamente a la noción de cambio de paradigma kuhniana para demostrar las incompatibilidades que surgen incluso dentro de paradigmas establecidos sin la necesidad de revolucionar el paradigma.
Tomemos un caso específico para profundizar en las discrepancias entre ambas taxonomías, en el caso de los babuinos tanto cladistas como fenetistas los consideran fuera de la familia Hominoide, sin embargo, sus motivos son muy diferentes. Los fenetistas argumentan, por ejemplo, que los babuinos tienen cola a diferencia del resto de miembros de esta familia, concentrándose así en las similitudes y diferencias entre los organismos. Sin embargo, un cladista abogaría por un enfoque histórico o temporal. Es decir, centrado en el vínculo filogenético entre los organismos, su línea evolutiva y la proximidad entre organismos. De esta manera, el babuino es excluido de esta familia, no por sus características fisiológicas y comportamientos actuales y aparentes, sino más bien por su devenir histórico y su proximidad entre ancestros. Es de esta manera que para los cladistas los grupos taxonómicos deben ser monofiléticos, esto se refiere a que contienen todos los descendientes de alguna especie ancestral (Okasha 152).
En este primer ejemplo podría parecer que los cladistas están más apegados a los supuestos teóricos de la biología evolucionista, sin embargo, esta racionalidad cladista se problematiza al analizar casos más contrastantes, que pueden ir en contra del sentido común. El caso de los reptiles resulta interesante pues, mientras los fenetistas están de acuerdo con clasificar dentro de este grupo a lagartijas y cocodrilos, esto por sus similitudes fisiológicas (vertebrados, amniotas, con escamas epidérmicas), los cladistas por el otro lado no están de acuerdo con el uso de esta categoría, pues, no cumple con el requisito monofilético. De ser así, las aves deberían ser igualmente reptiles, pues comparten ancestro común.
Este ejemplo podría parecernos un tanto más problemático, y es que como podemos apreciar los requisitos cladistas pueden resultar problemáticos a la hora de su implementación, y es que podemos pensar que el cladismo es en esencia conjetural, de esta manera cada clasificación implica en sí una hipótesis con sus propios problemas de demostración. Para los fenetistas no deben hacerse teorías previas a la taxonomización, pues esta es la entrada o primer acceso al objeto de estudio. De esta manera, la posición cladista añade una interrogante más a la clasificación, interrogante en forma de hipótesis que es susceptible a errores por sí misma.
Esta crítica fenetista podría parecer contundente, sin embargo, recordemos que una explicación más simple no debe ser necesariamente verdadera. El hecho de que el método cladista sea conjetural, y por ende más complejo y dependiente en nociones de causalidad y explicación, no lo vuelve menos susceptible a ser verdadero. De hecho, la posición cladista, por su naturaleza conjetural, es que es la que ofrece más satisfactoriamente una explicación, un porqué del ordenamiento taxonómico.
Usando como caso de estudio el debate entre tradiciones taxonómicas en la biología hemos podido hacer una aproximación a algunas posturas desde la filosofía de la ciencia que nos permiten hacer un examen más exhaustivo de la unidad de la ciencia, y los límites teóricos entre paradigmas y disciplinas. Aunque por ejemplo la noción de inconmensurabilidad kuhniano no fuera precisa para este caso, lo que podemos rescatar es el aprendizaje sobre el funcionamiento de las discrepancias teóricas dentro de un mismo paradigma, sin suscitar una contradicción con el mismo. Gracias al análisis de León Olivé, y su noción de objetividad ligada a la confirmación de la comunidad de la práctica, pudimos precisar el tipo de problema al que pertenece el debate taxonómico, como una categoría de segundo orden. A través del análisis de ambas posturas pudimos apreciar los distintos mecanismos de explicación y justificación científica, y trazar los límites y desafíos de ambas posturas. Finalmente, en lo personal me posiciono a favor de la postura cladista, me parece que es la más explicativa, aunque ello represente muchas reformulaciones de ideas a las que estemos muy acostumbrados.
Referencias
Okasha, Samir. Una brevísima introducción a la filosofía de la ciencia. Océano, 2007.
Olivé, León. “La razón naturalizada y la racionalidad plural.” Racionalidad en ciencia y tecnología. Nuevas perspectivas iberoamericanas, Universidad Nacional Autónoma de México, 2011, pp. 29-38.