En el agitado México de 1968, el nombre de Luis González de Alba se convirtió en sinónimo de resistencia y lucha. Como estudiante de la UNAM, González de Alba fue una de las figuras más destacadas del Movimiento Estudiantil que enfrentó la represión del gobierno mexicano, culminando en la tragedia de Tlatelolco el 2 de octubre. Aquel evento, donde cientos de estudiantes fueron brutalmente reprimidos, dejó una huella imborrable en la memoria colectiva del país y, en particular, en la vida de González de Alba. Fue arrestado tras la masacre y pasó tiempo en prisión, donde comenzó a escribir lo que sería su obra más emblemática: Los días y los años.
Esta novela, que mezcla elementos autobiográficos con ficción, ofrece un retrato crudo y honesto de esos días sombríos. A través de su narrativa, González de Alba no solo documenta los hechos históricos, sino que también explora las emociones y pensamientos de aquellos que vivieron la represión de primera mano. La obra se distingue por su enfoque en el idealismo juvenil y la posterior desilusión que experimentaron muchos de los participantes del movimiento. González de Alba capta la euforia inicial de la lucha estudiantil, así como el dolor y la impotencia que siguieron a la brutal represión.
Más allá de su valor como testimonio histórico, Los días y los años también es un reflejo de la identidad del autor. González de Alba, quien era abiertamente gay, incorpora en su obra una sensibilidad hacia las luchas por la libertad y los derechos, tanto en un sentido político como personal. Su orientación sexual y su activismo en favor de los derechos LGBTQ+ no siempre son temas explícitos en la novela, pero subyacen en su visión del mundo y en su lucha constante contra la opresión. Esto añade una capa adicional de profundidad a su obra, convirtiéndola en un texto relevante no solo para la historia mexicana, sino también para los estudios de género y derechos humanos.
A lo largo de su vida, González de Alba continuó siendo una voz crítica y activa en la sociedad mexicana. Su trabajo como escritor, periodista y activista lo consolidó como una figura clave en la defensa de los derechos y en la lucha por la memoria histórica del 68. Los días y los años se ha mantenido como una obra fundamental para entender el impacto del Movimiento Estudiantil de 1968 en México. La novela ha sido leída y analizada en múltiples contextos, desde estudios literarios hasta análisis políticos y sociológicos.
El legado de González de Alba va más allá de su participación en el movimiento; su capacidad para transformar la experiencia personal en un relato universal ha hecho que su obra trascienda las barreras del tiempo y el espacio. Su relato no solo es una crónica de un momento específico, sino un espejo en el que se reflejan las luchas por la justicia y la libertad en cualquier época. A más de cinco décadas de aquellos eventos, la relevancia de Los días y los años sigue intacta. La novela continúa siendo un recordatorio poderoso de la importancia de la memoria y del papel de la literatura como medio para confrontar la injusticia.
En un país donde la historia a menudo es manipulada o silenciada, la obra de González de Alba se alza como un testimonio necesario y valiente. Su capacidad para narrar lo inenarrable y su compromiso con la verdad hacen de esta novela una lectura obligada para quienes buscan comprender no solo el 68, sino también el México contemporáneo. Hoy, Los días y los años sigue siendo estudiada en escuelas y universidades, y se mantiene vigente en el discurso sobre los derechos humanos y la lucha contra la represión. La obra de González de Alba es un faro de resistencia que ilumina el camino para futuras generaciones.
La vida y obra de Luis González de Alba nos enseñan que la literatura puede ser una poderosa herramienta para la transformación social. Al contar su historia, él también contó la historia de un país y de una generación que se negó a rendirse ante la opresión.