El hecho de que ponemos más energía en programas televisivos que en la reforma no es un secreto, nos basta entrar a redes sociales para darnos cuenta de este fenómeno.
Pero, ¿por qué?, ¿a qué se debe?
En algunas ocasiones nos parecería prudente atribuir esta problemática a las personas. No cabe duda de que es culpa de la ignorancia, pero ¿la ignorancia es culpa suya? Recordemos que pensar es un privilegio y no todos podemos tener, no por nuestra capacidad de análisis, sino por las situaciones que la vida nos dispone a enfrentar. El culpar a una persona trabajadora que, al llegar luego de su jornada de casi nueve horas, enciende la TV y lo último que quiere escuchar es el debate de si, su país está en proceso de perder su autonomía, te vuelve igual de ignorante que aquel que desconoce algunos problemas del mundo.
Si tienes la capacidad de analizar la situación de tu país y los cambios que esta afronta, con más razón deberías de ser capaz de analizar el porqué las personas no quieran saber del tema, en ocasiones es porque su vida no se los permite, y claro que habrá casos en los que se sea ignorante aún con el privilegio de pensar, pero no todo el país se encuentra en esa circunstancia.
No hemos vivido en un México que te dé las herramientas para analizar todo lo que ocurre, vivimos en un México donde el que tiene conocimiento prefiere juzgar antes que instruir, donde culturalmente se nos ha orillado a ser personas que sigan instrucciones sin analizar las situaciones, un país que no te permite detenerte a pensar y analizar, porque se escucha más el ruido de un estómago vacío.