“El único patrimonio del periodista es su buen nombre”
¿Quién fue Tomás Eloy Martínez?
Nació en Argentina en el año 1934 y murió en el año 2010 a la edad de 75 años por cáncer de pulmón. Fue un escritor, periodista y crítico de cine.
Fue uno de los primeros directores del noticiero Telenoche y editor en el semanario Primera Plana en el cual publicó, por primera vez en portada, a un escritor: Jorge Luis Borges.
Sus obras más destacadas han sido: Sagrado (1969) una novela de ficción, La pasión según Trelew (1974) que es una crónica periodística espeluznante, Lugar común la muerte (1979) que es una selección de reportajes.
La novela de Perón (1985) éste fue a partir de unas entrevistas, La mano del amo (1991), Santa Evita (1995) considerado uno de sus mejores escritos, Las memorias del general (1996).
Y entre sus últimos textos se encuentran: El vuelo de la reina (2002), El cantor de tango (2004) y Purgatorio (2008). Es por esto y más que se le considera como uno de los escritores y periodistas más importantes de finales del siglo XX y principios del siglo XXI.
Publicó una serie de normas, las cuales deben seguir severamente los periodistas que trabajan por una información “veraz, rigurosa, objetiva e independiente”.
Aquí su decálogo:
- El único patrimonio del periodista es su buen nombre. Cada vez que se firma un artículo insuficiente o infiel a la propia conciencia, se pierde parte de ese patrimonio, o todo.
- Hay que defender ante los editores el tiempo que cada quien necesita para escribir un buen texto y el espacio que necesita dentro de la publicación.
- Una foto que sirve sólo como ilustración y no añade información alguna no pertenece al periodismo. Las fotos no son un complemento, sino noticias en sí mismas.
- Hay que trabajar en equipo. Una redacción es un laboratorio en el que todos deben compartir sus hallazgos y sus fracasos, y en el que todos deben sentir que, lo que le sucede a uno les sucede a todos.
- No hay que escribir una sola palabra de la que no se esté seguro, ni dar una sola información de la que no se tenga plena certeza.
- Hay que trabajar con los archivos siempre a mano, verificando cada dato y estableciendo con claridad el sentido de cada palabra que se escribe.
- Evitar el riesgo de servir como vehículo de los intereses de grupos públicos o privados. Un periodista que publica todos los boletines de prensa que le dan, sin verificarlos, debería cambiar de profesión y dedicarse a ser mensajero.
- Hay que usar siempre un lenguaje claro, conciso y transparente. Por lo general, lo que se dice en diez palabras siempre se puede decir en nueve, o en siete.
- Encontrar el eje y la cabeza de una noticia no es tarea fácil. Tampoco lo es narrar una noticia. Nunca hay que ponerse a narrar si no se está seguro de que se puede hacer con claridad, eficacia, y pensando en el interés de lector más que en el lucimiento propio.
- Recordar siempre que el periodismo es, ante todo, un acto de servicio. Es ponerse en el lugar del otro, comprender lo otro. Y, a veces, ser otro.