Era un dos de octubre de 1968, el día transcurría normalmente y sin contratiempo para la mayoría de la gente, pero por otro lado miles de estudiantes de diferentes universidades como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y así como preparatorias, se unían en una sola voz de lucha y de protesta en contra del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, exigiéndole mejor calidad de educación, derechos estudiantiles, de los trabajadores etc. Todo se unía en la consigna de abanderar cualquier injusticia social que hubiera en México y tratar de luchar para cambiar la realidad, pero siempre como demanda principal la educación.
Fue en Tlatelolco, en la Plaza de las Tres Culturas donde el contingente de miles de estudiantes se aglutinó para llevar a cabo la manifestación pacífica, que al paso de unas horas se convertiría en un río de sangre, manchando las calles, dañando a una nación, manchando la historia mexicana, y poniendo en duda el papel del ejército para “defender al pueblo mexicano”.
Desde las más altas cúpulas del poder gubernamental se había concretado la masacre en contra de miles de estudiantes que ese día protestaban pacíficamente.
El presidente en aquel entonces por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Gustavo Díaz Ordaz, ordenó a militares vestidos de civiles e identificados con un guante blanco disparar en contra de los estudiantes.
En medio de una lluvia de balas muchos estudiantes murieron y de otros jamás se supo ya nada más.
Estos actos fueron perpetrados por el ejército mexicano, paramilitares y policías, bajo las órdenes de Gustavo Díaz Ordaz.