Para Kepler, la idea de un universo infinito es completamente errónea, ya que, para él, dicha configuración está fuera de toda lógica y razonamiento. Lo primero que llevó a Kepler a negar la infinitud del universo fue su fe en Dios; siendo cristiano, no encontraba una razón ni empírica ni lógica para tal planteamiento.
Kepler se oponía a Bruno y a todos los que defendían la infinitud del universo, la existencia de una cantidad infinita de soles y planetas, y la idea de que la Tierra era solo una más dentro de las infinitas Tierras. Su oposición no se basaba en razones teológicas, sino científicas. Según Kepler, no había suficientes pruebas empíricas para respaldar estas ideas, que, según él, eran meras especulaciones sin comprobación. Además, Kepler menciona que el propio Aristóteles enseñó que la infinitud era imposible a partir del movimiento.
Un aspecto que admiro de Kepler es su esfuerzo por demostrar que el universo es finito utilizando solo la ciencia astronómica, sin recurrir a la autoridad de las Sagradas Escrituras. En este sentido, Kepler postula dos premisas:
- El principio de razón suficiente: La Tierra no puede no tener límites; todo debe tener una distribución.
- Todo dato astronómico debe estar basado en la observación: No es científico imaginar o creer en algo solo porque parece lógico; debe haber observación y verificación empírica.
¿Estaba Kepler equivocado en su razonamiento? Al parecer no, ya que su postura se basaba en la observación del cielo, mientras que las afirmaciones de Bruno eran, según él, fruto de la imaginación. En esa época, Kepler no contaba con las herramientas necesarias para observar el cielo profundo (herramientas que hoy en día tenemos, aunque aún persisten dudas).
La idea de que las estrellas se extiendan hacia el infinito era, para Kepler, impensable, ya que, según sus observaciones, no tenía sentido lógico: las estrellas que vemos en el firmamento nocturno han estado siempre en los mismos lugares. Para Kepler, si las estrellas se expandieran y se movieran hacia el infinito, ese movimiento debería ser simultáneo al de la Tierra y en la misma dirección, porque no sería lógico que cada estrella tuviera un movimiento diferente y, aun así, parecieran iguales cada noche.
Kepler defendía que existía una distribución concreta de las estrellas y que el firmamento era el mismo cada noche, lo que hacía de la Tierra un lugar único y especial en todo el firmamento. Para él, si existiera otro mundo como el nuestro, debería tener su propia esfera estelar cerrada, al igual que cada planeta similar al nuestro. Esto planteaba un problema: ¿cómo se podría hallar un centro (como lo es el Sol) en un universo infinito? No puede existir una cantidad infinita de centros.
Otro problema que plantea Kepler es si existirían estrellas visibles a una distancia infinita. Según él, eso es contrario a lo observable, ya que una estrella que podemos ver no puede estar a una distancia infinita precisamente porque es observable. Es notable cómo Kepler busca objeciones a sus propios postulados, pero siempre argumenta basándose en la observación, no en la imaginación o la teología.
¿Podría existir un infinito sin estrellas? La respuesta de Kepler es razonable: donde hay una estrella, existe un punto de partida finito con respecto a la Tierra, por lo que no es infinito, sino medible. Para Kepler, el único concepto de infinito está más allá de lo que se puede medir y contar (Koyré, p. 76).
Es interesante observar cómo, con el uso del telescopio por Galileo, Kepler modificó algunas de sus posturas sobre las estrellas. Argumentó que el telescopio permitía ver estrellas demasiado pequeñas o lejanas para ser observadas a simple vista. Sin embargo, nunca aceptó la idea de un universo infinito. Algunos podrían pensar que estos descubrimientos harían cambiar de opinión a alguien que basa sus planteamientos en la observación, pero no fue así. Kepler utilizó los hallazgos del telescopio para respaldar su tesis sobre la finitud del universo, argumentando que las lunas que orbitaban alrededor de Júpiter demostraban que la Tierra no era la única con lunas.
Kepler también sostenía que las estrellas vistas con el telescopio no eran más grandes que nuestro Sol, ya que la luminosidad del Sol opaca a la de las estrellas. Si las estrellas fueran como el Sol, no existiría la noche, puesto que su luminosidad nos inundaría de luz. Además, mientras los planetas vistos con el telescopio reflejan la luz del Sol, las estrellas tienen luz propia, aunque en menor cantidad que el Sol.
De esta forma, Kepler sostenía que la gran cantidad de estrellas, incluyendo aquellas visibles con el telescopio, pertenecen a nuestro sistema solar heliocéntrico y forman una esfera estelar finita. Es importante destacar que, aunque hoy decimos que Kepler estaba equivocado, empíricamente no se le puede reprochar nada, ya que no hay forma de demostrar que las estrellas son muy diferentes en tamaño ni que sus argumentos sobre cuerpos celestes demasiado pequeños sean incorrectos.
Para Kepler, el éter era lo que mantenía todo unido y en movimiento, permitiendo que el sistema solar y la bóveda celeste estuvieran conectados y esta última se mantuviera fija en su lugar. Finalmente, Kepler regresa a la idea de Dios como creador de un universo finito y perfecto, con una armonía precisa, donde todo tiene su lugar. Según él, los cuerpos celestes no son infinitos, sino finitos, como ya había demostrado. Donde existen cuerpos, hay un espacio finito en el que se encuentran; si estos cuerpos no existieran, tampoco existiría el espacio entre ellos.
Finalmente, La postura de Kepler frente a la infinitud del universo revela su compromiso con la observación empírica y su deseo de fundamentar sus ideas en hechos comprobables. A pesar de vivir en una época en la que la fe y la ciencia estaban profundamente entrelazadas, Kepler hizo un esfuerzo notable por separar la observación científica de la teología, sin renunciar a sus creencias. Rechazó la idea de un universo infinito, no por motivos religiosos, sino por la falta de evidencia empírica que apoyara tal afirmación. Su enfoque empírico y su crítica a la imaginación sin base en la observación lo llevaron a argumentar en favor de un universo finito, ordenado y armonioso, que reflejaba, en su opinión, la obra de un creador racional.
Aunque la astronomía moderna ha demostrado que el universo es vastamente más complejo y extenso de lo que Kepler imaginaba, sus métodos y su actitud científica siguen siendo relevantes. Su trabajo nos recuerda la importancia de basar nuestras ideas en la observación rigurosa y la evidencia disponible, pero también ilustra los límites del conocimiento científico de su tiempo. Al final, la búsqueda de Kepler por comprender la estructura del universo no solo fue una contribución significativa a la astronomía, sino también un ejemplo de cómo la razón, la fe y la ciencia pueden convivir en una misma mente, sin perder el rigor ni la profundidad.
Referencia
Koyré, Alexandre. DEL MUNDO CERRADO AL UNIVERSO INFINITO. Madrid, España: Siglo XXI de España Editores, S.A., 1999.