El 10 de marzo de 1998, se reveló una estatua en honor a Héctor Espino González, situada en el exterior del estadio de béisbol “Manuel L. Almanza”, en un evento presidido por el entonces Gobernador Francisco Barrio Terrazas. Este acto no solo conmemora la monumental carrera de Espino, sino que también celebra su legado perdurable como uno de los más grandes íconos del béisbol mexicano.
Héctor Espino, nacido el 6 de junio de 1939 y fallecido el 7 de septiembre de 1997, es venerado como el más destacado bateador mexicano de todos los tiempos. Durante las décadas de 1960 y 1970, Espino dominó el panorama del béisbol con su asombrosa capacidad para conectar batazos decisivos, ganándose el apodo de “Niño Espino” y estableciendo récords que aún resuenan en el deporte.
Desde sus inicios en Chihuahua, Espino demostró ser un talento excepcional, impactando profundamente en el béisbol estatal y nacional. Su nombre se convirtió en sinónimo de excelencia y perseverancia, inspirando a generaciones de atletas y aficionados.
La estatua, erigida en la entrada principal del estadio “Manuel L. Almanza”, sirve como un recordatorio constante de su influencia y dedicación al béisbol. Representa a Espino en una pose típica de bateo, capturando la esencia de su espíritu combativo y su habilidad incomparable. Este monumento no solo honra sus logros deportivos, sino que también simboliza el respeto y la admiración que la comunidad tiene hacia este héroe deportivo.
La figura de Espino se ha convertido en un punto de encuentro para los fans y un símbolo de la rica tradición deportiva en Chihuahua. Al recordar a Espino, la comunidad no solo celebra sus logros dentro del diamante, sino también su capacidad para unir a las personas a través del amor por el béisbol. Su legado continúa siendo un faro de inspiración y orgullo para el estado y para México.