La adicción es una enfermedad crónica, progresiva y mortal caracterizada por la búsqueda y el uso compulsivo de sustancias a pesar de sus consecuencias nocivas, además de una persistente falta de control, pensamiento distorsionado y negación de la enfermedad. Se puede decir, que la función y estructura del cerebro podrían ser modificados, lo que llevaría a comportamientos riesgosos. (Villatoro J. 2016)
En el caso del alcohol, existen pruebas evidentes del consumo de substancias embriagantes durante el Paleolítico, pero se desconoce los hábitos de consumo y la frecuencia y finalidades de la intoxicación. Es de suponer que los objetivos eran prácticos, tanto mágico-religiosos como militares, festivos o sanitarios. (Kontxi, 2001)
En 1977, la OMS en uno de sus informes define al alcoholismo como:
“Un estado de cambio en el comportamiento de un individuo, que incluye, además de una alteración que se manifiesta por el consumo franco de bebidas alcohólicas, una continuidad de este consumo de manera no aprobada en su ambiente sociocultural, a pesar de las dolorosas consecuencias directas que puede sufrir, como enfermedades físicas, rechazo por parte de su familia, perjuicios económicos y sanciones penales… (dándose también) un estado de alteración subjetiva, en el que se deteriora el dominio de la persona dependiente sobre su forma de beber”. (Kontxi, 2001)
Las adicciones incluyen diferentes tipos de drogas como el tabaco, el alcohol, los tranquilizantes y los derivados del cannabis. (Gual, 2019). El caso del alcohol, en la actualidad (seguido del tabaco y la cocaína), aunque como sabemos, existen otros tipos de drogas que cada vez están teniendo más impacto en la sociedad. Las drogas pueden clasificarse según diferentes parámetros, por ejemplo, según su origen o procedencia, según su estructura, por sus efectos en la conducta, por su peligrosidad para la salud o por su impacto social, entre las que encontramos las siguientes:
Como podemos observar en la tabla anterior, existen diferentes tipos de drogas, las cuales tienen un serio impacto a nivel físico, emocional, familiar y social (tema del cual hablaremos más tarde). El cerebro, uno de los órganos más extraordinarios e importantes del cuerpo humano, tiene la función de controlar, no solo, los movimientos corporales, sino que constituye toda una red neuronal cuya función no solo es gestionar la conducta, sino la producción de los neurotransmisores. La mayoría de las sustancias, justo atacan la estructura cerebral, modificando la conducta por la acción que ejercen en el cerebro y tronco encefálico, y son estas modificaciones conductuales las que provocan emociones incontrolables, cambios en los estados de ánimo, una errónea percepción de la realidad, incapacidad en el almacenamiento de información, incoherencia (por mencionar algunos síntomas).
Cada tipo de droga tiene una función o acción en el cuerpo y cerebro de las personas y los expertos afirman que estas también tienen una relación con los trastornos de cada persona. Por ejemplo, en el caso de los estimulantes, como metanfetaminas y anfetaminas que, tal como su nombre lo indica, este tipo de drogas, mediante la liberación de neurotransmisores estimulan o aceleran el sistema nervioso central mediante, sus efectos son un mayor y mejor estado de ánimo y la sensación de felicidad, incluso, llegar a la euforia, pero no todo es bueno, pues es una droga sintética que puede causar la muerte cerebral por hemorragia, son drogas muy peligrosa, que entre sus efectos mínimos pueden generar Inquietud, hiperactividad, excitabilidad, depresión, alucinaciones, ansiedad, temor, psicosis, sequedad bucal, escalofrío y fiebre.
Por otro lado, las drogas depresoras entre las que encontramos los sedantes, barbitúricos, inhalantes y narcóticos, son aquellas que al ralentizar el sistema nervioso central, desaceleran el funcionamiento y la velocidad de la actividad mental y de ciertas funciones físicas, produciendo en las personas un estado de relajación, sin embargo, como toda droga, sus efectos secundarios son fatales, pasando desde irritabilidad, disminución de la comprensión y la memoria (sedantes y barbitúricos), alucinaciones, hasta paro respiratorio y cardiaco, en el caso de los inhalantes y narcóticos.
Y finalmente, las drogas alucinógenas, las cuales alteran la percepción de la realidad (exagerando de las percepciones sensoriales), y alertan significativamente la química cerebral, generando alteraciones visuales, táctiles y auditivas.
Como podemos observar cada tipo de droga responde a los efectos que cada persona quiere sentir, por ello es que anteriormente se comentaba que están tienen relación con algunos trastornos mentales, a esto se le llama adicción psicológica, en la cual, existe la necesidad de consumo de una sustancia, que se manifiesta a nivel de pensamientos o emociones, ante una situación o algún problema. A diferencia de este tipo de adicción, la dependencia física, es aquella en la que el cuerpo está acostumbrado a la sustancia, y se produce en los sitios del cerebro donde las neuronas crean la necesidad del consumo compulsivo.
Las adicciones, al igual que la mayoría de los trastornos mentales, es el resultado de una combinación de factores que van desde variables genéticas hasta agentes ambientales y psicosociales, los cuales, trabajan en conjunto predisponiendo a las personas a las adicciones. En la actualidad la dependencia es un grave problema de salud pública, en México, durante la epidemia, el consumo de drogas duras entre adolescentes y adultos jóvenes de 15 a 24 años aumentó un 15 %, mientras que el consumo de marihuana aumentó un 17 % y el consumo de alcohol un 14 %. El desglose por grupos de edad se vuelve aún más alarmante: los jóvenes de 15 a 17 años aumentan su consumo de drogas duras más que los adultos más jóvenes. (El Economista, 2022)
En términos de género, más del 60 % de quienes consumen y aumentan el consumo de hachís y drogas duras son hombres. Cuando se trata de alcohol, mujeres y hombres beben por igual. (El Economista, 2022)
Según datos de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT 2016-2017) publicada por el Ministerio de Salud, en 2016, 1 de cada 16 habitantes de 12 a 17 años en el país había consumido algún tipo de droga (6,4 %). En todo el país, los hombres (6,6 %) de este grupo de edad consumían drogas ligeramente más que las mujeres (6,1 %). (Indicadoras, 2023)
Las cifras de aumento que mostramos son alarmantes, las drogas afectan de manera considerable no solo aspectos de la vida personal, laboral y familiar del individuo, sino que es, una cuestión que afecta la esfera social, a nivel sanitario, económico, cultural, de inseguridad (por mencionar solo algunos). Esto sucede cuando el individuo llega al estado de tener nulo control sobre la sustancia.
Desafortunadamente, en la mayoría de los casos esto inicia para experimentar, creyendo que se puede gestionar, sin embargo, no en todos los casos el desenlace es el mismo, por supuesto hay quienes experimentan y concluyen en una mala experiencia, no les gustan, pero en aquellos que ya existe una predisposición a la adicción por causa genética y otros factores psicológicos, sociales y ambientales muchos de los desenlaces son desconsoladores y trágicos.
El consumo de drogas puede tener serios problemas a nivel físico, psicológico, familiar, educativos, laboral y social, como ya hemos mencionado anteriormente, y en general, la vida del adicto se vuelve un caos, pero no solo el adicto necesita atención médica y terapéutica, sino toda la familia, pues quedan sumamente afectados por esta situación, incluso, los expertos mencionan que toda la familia también está enferma, pues no se generaría esa línea de dependencia (adicto) y codependencia (familiares – salvadores del adicto) si la familia estuviera sana.
Es importante que toda la familia busque ayuda práctica y profesional, en la actualidad existen muchos centros de rehabilitación de drogas, grupos como Alcohólicos Anónimos y Narcóticos Anónimos, que pueden ayudar a las personas a superar su adicción y recuperar una vida libre de sustancias y generar orden en ella, así como recuperar sus relaciones sociales. Sabemos que enfrentar un problema de adicciones es complejo, pues es una enfermedad trifásica que afecta cuerpo, mente y espíritu, por ello, es importante tener una línea de apoyo profesional acompañado de un psicólogo, un psiquiatra (que ayude a llevar un tratamiento médico para hacer frente a las crisis), pero también, y muy importante apoyo espiritual que ayude a la persona a encontrar un propósito y significado en la vida.
BIBLIOGRAFÍA:
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