El ser humano se ha visto envuelto en un sinfín de eventos y sucesos que ha ido registrando en diversos archivos, documentos o registros que poco a poco van calando en la mente del resto de sus habitantes o contemporáneos. Desde conflictos armados, crisis y derrotas o surgimiento de naciones son tantos los temas que aborda este conjunto que convierte a la historia como el caldo de cultivo perfecto para entenderse tanto a sí mismo como las cosas que tiene a su alrededor y lo que ha elaborado y desarrollado como consecuencia.
Sin embargo, este registro también ha contado con un largo número de misterios y contextos que han quedado fuera del plano como aceptado, así como por la falta de testimonios que relate lo acontecido. Siendo el origen del mismo ser humano un constante tema de debate que pone patas arriba a toda disciplina de investigación, científica, incluso de la religión misma. El tema más aceptado al respecto es el de la evolución que sostiene que tanto el humano como el resto de las especies, animales y vegetales, están en un constante cambio paulatino en el que puede converger o intervenir los asuntos ligados al ambiente o a las necesidades básicas y biológicas de las especies con un mero instinto de supervivencia o de expansión.
En el caso del ser humano se ha hecho un tema de debate muy frecuente desde que Charles Darwin haya publicado su Mágnum Opus; “El Origen de las Especies”, donde recopilaba y analizaba el parecido del físico entre especímenes de la misma especie para identificar no solo el cambio que sufrían por las cuestiones mencionadas sino porque también podía indicar que estas tuvieron un antepasado en común. Así como una especie de familiar lejano, se podría suponer.
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En nuestra especie se le suele atribuir, por lo general, a ese eslabón al mismísimo mono como el antepasado del ser humano, cuando lo cierto es que solamente el chimpancé moderno puede contar como nuestro pariente más cercano del resto de especies.
Y el hecho, pues, de considerar a un individuo como parte de aquel conjunto denominado como hombre moderno es tema de debate entre tanto antropólogos como sociólogos, pero en lo que tiene en común el Homo sapiens, que así se le suele llamar también, es su facultad de adaptarse al medio con base en sus propios modos que suelen ser precisos y sobre la base del razonamiento lógico, la conciencia y la razón misma. Lo que los ha permitido hasta conformar sociedades más amplias que las manadas o rebaños. Y es el ambiente, como lo hemos relatado al inicio, lo que ha motivado a los antepasados del ser humano a pasar de trepar árboles a andar en dos patas en la búsqueda de nuevas fuentes de alimento, sustento y supervivencia.
A esto sumémosle el hecho de que a finales del periodo conocido como la Última Glaciación o Era de Hielo, la cual favoreció la aparición de abundantes criaturas de gran tamaño desde Europa hasta Norteamérica. Muchos de estos favorecieron la caza extensa y la fabricación de textiles para vestidos cada vez más acolchados para soportar tales temperaturas.
Uno de los más destacados ejemplares descubiertos es el esqueleto de una especie de primate con rasgos humanizados denominado Lucy, en África Oriental, lo que ha confirmado la existencia de los australopitecos, así como un conjunto de organismos similares en diversas partes del mundo cada uno diferente del otro en cierto detalle taxonómico o físico, pero no se apartaban de las características humanas, y hasta algunos se llegaban a parecer en demasía al hombre moderno; cráneos más grandes y redondos así como en rostros cada vez menos chatos, y las posturas erguidas que permitían, por ende, desplazamientos más rápidos en dos patas que en cuatro.
Obviamente, hubo una gran extensión y ramificación de los grupos que avanzaban por varias partes del mundo y se establecían en zonas que fueron considerando apropiadas para favorecer un asentamiento corto, pero apropiado, ya sea en cuevas o en otras formaciones similares, que los convirtió en sociedades nómadas. Poco a poco, los homínidos se vieron cada vez más lampiños o, en ciertos casos, la diferenciación de pigmentos de piel y de cabello. De hecho, tomando zonas ejemplares y abundantes como lo fue Europa, África Oriental y Extremo Oriente, se ha encontrado reminiscencias fósiles de tanto homínido antiguo como organismos con rasgos más apegados a los hombres modernos, lo que sugiere un establecimiento mucho más antiguo de lo que se piensa y, por ende, los eslabones que los une es mucho más antiguo de lo que se piensa.
Esto, sin embargo, llega a reforzar cada vez más el hecho de que todos los humanos modernos tienen un antepasado en común que se ha adaptado a los ambientes tanto hostiles como climatológicamente adecuados para la subsistencia y apropiados para los intereses de cada uno de los grupos. Para ya cuando la formación de herramientas, ocasionada por la falta de garras o extremidades capacitadas para adaptarse a los árboles, se hacía cada vez más pujante también se desarrollaron nuevos métodos y artefactos que, hechos a partir de toda materia que conseguían a su alrededor como la piedra o la madera, permitieron la facilitación para actividades de las que conseguían alimentos como la cacería o la pesca.
Bibliografía:
-Jordana, R. (1988). El origen del hombre: estado actual de la investigación paleoantropológica. Scripta Theologica, 20(1), 65-99.
-Foto: https://www.bbc.com/mundo/noticias-64122004
-https://youtu.be/e2qxDJ0CFo0?si=li02JCJyjgxGcoeW