Entendemos como Romanticismo a un movimiento que surgió a lo largo de los siglos XVIII-XIX y que consistía en la libertad absoluta de crear o alterar las versiones de lo que sea que se tuviese en las manos; ya sea una narración mitológica, una leyenda o, en este caso en específico, un suceso o personaje completamente verídico. Esto tiene muchas repercusiones dependiendo del lugar o evento específico, de donde sea que se tome como tal, puesto a que no todos, obviamente, contamos con el mismo modo de percibir las cosas como otras personas lo habrán de hacer. Y el término dista demasiado de ser meramente una especulación que alude a lo bonito o atractivo, como lo es el caso del amor de pareja.
Dejando de lado lo que es el arte o el amor en sí, hay que ponernos a meditar en la serie de atributos o de elementos que nos hagan meditar la credibilidad de los hechos, específicamente, en el modo en el que son enseñados o narrados. Lógicamente, nos produce de forma natural una especie de rechazo todo aquello que no nos incumbe como patria o como personas naturales puesto a que no les vemos ninguna clase de interés o porque no nos permite meditar como una persona más, como nosotros, a ciertos temas o ideologías de quienes suelen participar dentro de ellas. Ya sea si hablamos del comunismo en EUA, o del capitalismo en Venezuela, para dar un ejemplo claro; ambas tienen versiones radicales que las satanizan o las elevan heroicamente respectivamente junto a los personajes o figuras que las defendían, y viceversa.
Nuestro país, por lo general, suele tener una visión de su propia historia con base en la enseñanza con este tipo de lupa. Si es que hablamos de la Independencia o de la Guerra de Reforma y el posterior surgimiento del Segundo Imperio Mexicano, eventos donde intervienen naciones extranjeras, en las que las figuras más significativas fueron ya sean exaltadas para bien de la mentalidad patriótica o del temor de parte de otros. Los hechos históricos y verídicos, que conciernen por completo a los historiadores, no tienen nada que ver con si fueron héroes o villanos, sino el entender basándonos en la naturaleza neutral del ser humano y de las acciones que conllevan sus decisiones por un interés propio o para el resto de personas posibles; si es, en muchos de los casos relacionados, un político.
En cuanto a la enseñanza pública, es de vital importancia hacer reconocer y meditar en la historia desde el punto de vista que otorga la historia oficial, debido a la adaptación proporcional a la edad específica del público determinado. Ya sea si hablamos de la educación primaria o preparatoria donde la mentalidad es, obviamente, diferente lo que hace notar cómo la versión verídica de la historia permite generar criterios para reflexionar cómo nuestras decisiones nos hacen determinar el futuro de nuestra patria contacto con la ventaja de vivir en una nación democrática. La democracia no se trata de simplemente votar porque sí, sino de intervenir en el destino del pueblo con una mentalidad ya madura.
Bibliografía:
-Vives, J. V. (1950). El romanticismo en la historia. Hispania, 10(41), 745.
-Granados, A. (2007). Nación, sociedad y utopía en el romanticismo mexicano.
-Foto: Coto, L., La Colegiata de Guadalupe, 1859. https://dulcevillavicencio.com/romanticismo/