Desde los albores de la civilización humana ha quedado la pregunta referente al surgimiento de la especie misma como del mundo entero. Puesto a que en etapas primitivas se ha formulado una amplia serie de sucesos o narraciones, de los cuales se pretendía explicar por medio de la intervención de seres o entidades sobrenaturales que efectúan sobre la materia y la vida misma, es decir, a los dioses y hasta a los héroes mismos. Hoy en día, con diversos métodos y conocimientos adquiridos de parte de una generación a otra, se han ido formulando diversas técnicas o ciencias que pretenden dar una explicación más cercana a la realidad. Con lo cual ha surgido, por ejemplo, la biología, la física y la química; las ramas primarias de la ciencia moderna.
Sin embargo, el tema más destacado dentro de estos debates es el origen del mundo y del universo en general. Puesto a que la tan conocida teoría de la explosión masiva, a la que se suele denominar como

Big Bang tiene una serie de interpretaciones que apelan a una serie de cambios provocadas, aparentemente, por el movimiento excesivo y acelerado de las partículas subatómicas y de la condensación de las mismas (cosa que favoreció la creación de la bomba atómica de Robert Oppenheimer), por lo tanto, es una de las afirmaciones que deja en claro el mismísimo Stephen Hawking en su obra La Teoría del Todo para dejar en claro cómo fue creado el universo sin la necesidad de recurrir a la intervención divina y ninguna especie de mito. El resto, por decirlo así, que consta a la vida y la perfección de nuestro sistema solar, es mera suerte.
Hay otro elemento sumamente importante a señalar, el cual es el de nuestra existencia y la razón a la cual se debe a que ha sido tan, aparentemente y por decirlo de alguna manera, perfecta, sin recurrir a otras cuestiones ligadas a la mera suerte. Somos la única especie que ha desarrollado lo que comúnmente hemos denominado como conciencia y razonamiento que superan por completo a las cuestiones de instinto o de adaptación al ambiente, como lo sugiere generalmente la teoría de la evolución, podría ser un caso ejemplar de cómo la intervención de una posible divinidad existente haya sido producto para dejar guiar al individuo creado, que es el ser humano en este caso concreto, a desarrollarse por cuenta propia con base en dichas cualidades propias junto al denominado Libre Albedrío.
Hoy en día, gracias a las filosofías de libertad de pensamiento y de credo queda hacerse las preguntas acerca tanto de si verdaderamente estamos usando nuestro Libre Albedrío para un fin en común para uno o más ámbitos que, de una manera u otra, pudo haber provenido de cierta inspiración más allá de lo que podríamos imaginar. Sumado a una mentalidad más abierta para abrir los horizontes como, por ejemplo, erradicar la radicalidad que tanto afecta a muchos investigadores hasta llegar a un punto alto de vacío espiritual; el cual puede ser llenado y alimentado por una manera a la que le plazca al individuo en particular ya sea una fe religiosa, como la gran mayoría, unas sesiones de meditación o alguna posible práctica similar para hallar un sentido personal a su vida.
Bibliografía:
Hawking, S. (2018). La teoría del todo (edición ilustrada): El origen y el destino del universo. Debate.
Imagen: https://www.sergarcia.es/religion-y-ciencia-sistemas-de-conocimiento-opuestos-o-complementarios/
https://ucis.us/wp-content/uploads/2021/12/La_Batalla_por_el_comienzo_-_Jhon_MacArthur_-_www.tronodegracia.com_compressed.pdf
https://www.theguardian.com/science/2018/mar/14/stephen-hawking-obituary