Alcohólicos Anónimos (A.A.) es una comunidad mundial que surgió en 1935 en Akron, Ohio, al norte de Estados Unidos. Un hombre de negocios de Nueva York, William Griffin Wilson, también conocido como Bill Wilson, fue quien comenzó con esta organización cuando, tras haber permanecido sin beber seis meses, buscó a otro alcohólico para compartir con él sus experiencias en un esfuerzo por superar un mal momento que estaba atravesando y que temía lo llevara de nuevo a recaer.
Griffin Wilson se dio cuenta que durante los primeros meses de su recién adquirida sobriedad sus deseos de beber disminuían cuando trataba de ayudar a otras personas que sufrían del mismo mal.
En Akron, el neoyorquino se puso en contacto con el doctor Bob Smith, que también tenía problemas con el alcohol, para trabajar juntos y darse cuenta que su capacidad para permanecer sobrios estaba muy relacionada con la ayuda y estímulo que ellos pudieran dar a otros alcohólicos.
En 1939, Bill W. publicó el libro í¢â‚¬ËœAlcohólicos Anónimosí¢â‚¬â„¢, que representó un significativo avance para la comunidad que apenas comenzaba a extenderse; empezó a llamar la atención con su programa y se desarrolló, tanto en Estados Unidos como en el extranjero: en la actualidad la Comunidad Alcohólicos Anónimos funciona a través de más de 116 mil grupos alrededor del mundo.
A.A. en México
En México está, lo que se considera como la segunda estructura más importante de servicio a nivel mundial en Alcohólicos Anónimos y está identificada como La Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos A.C., Integrante de los Servicios Mundiales de A.A.
El primer grupo de Alcohólicos Anónimos en México nació el 25 de septiembre del 1946, luego de un intento fallido un año antes en la ciudad de Monterrey. El “Mexico City Group”, que era de habla inglesa, fue fundado por Lexter Fox, Ramón C. y Daniel A.
Fue hasta el año de 1956 cuando surgió el primer grupo de habla hispana, llamado “Hospital Central Militar”, luego de una reunión que sostuvieron el doctor José González Varela y el mayor Joaquín Barrón, además la Sra. Irma Reyes de Barrón.
A partir de la década de los sesentas el crecimiento de los grupos de A.A. en México fue notorio: en 1961 nacieron 4; en 1962, 3; en 1963, 7; en 1967, 9 y en la actualidad existen 14 mil grupos distribuidos en 63 comités de área, distritos, oficinas de información e intergrupales.
Los Doce Pasos
Los Doce Pasos es el programa de recuperación para los Alcohólicos Anónimos, creado y aplicado inicialmente en Estados Unidos en 1935 por William Wilson y el doctor Bob Smith, fundadores de la Comunidad A.A.
El programa de doce pasos es la estrategia central de la gran mayoría de los grupos para el tratamiento de las dependencias químicas, emocionales u otras. Los “Doce Pasos” pronto fueron acompañados de las Doce Tradiciones, un conjunto de orientaciones para el desarrollo y organización de A.A., y también de los doce Conceptos.
Los 12 pasos de A.A. son:
- Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol y que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables.
- Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros podría devolvernos el sano juicio.
- Resolvimos confiar nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de Dios, según nuestro propio entendimiento de í”°l.
- Sin temor, hicimos un sincero y minucioso examen de conciencia.
- Admitimos ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano la naturaleza exacta de nuestras faltas.
- Estuvimos enteramente dispuestos a que Dios eliminase todos estos defectos de carácter.
- Pedimos a Dios humildemente que nos librase de nuestras culpas.
- Hicimos una lista de todas las personas a quienes habíamos perjudicado, y estuvimos dispuestos a reparar el mal que les ocasionamos.
- Reparamos directamente el mal causado a esas personas cuando nos fue posible, excepto en los casos en que el hacerlo les hubiese infligido más daño o perjudicado a un tercero.
- Proseguimos con nuestro examen de conciencia, admitiendo espontáneamente nuestras faltas al momento de reconocerlas.
- Mediante la oración y la meditación, tratamos de mejorar nuestro contacto consciente con Dios y le pedimos tan sólo la capacidad para reconocer su voluntad y las fuerzas para cumplirla.
- Habiendo logrado un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a otras personas y practicar estos principios en todas nuestras acciones.
Para contextualizar la entrevista con el señor Antonio Urueta, fue necesario acudir a una sesión de alcohólicos anónimos.
El concepto de las reuniones consta principalmente en la cordialidad y en la no exclusión. Los participantes relatan experiencias negativas de vida, que de alguna manera dejaron una huella y, por lo tanto, intentan crear conciencia entre los demás participantes de la sesión.
Comienzan con las manos tomadas mientras hacen algunas oraciones a una fuerza superior, pidiendo ayuda para poder sanar el problema. Posteriormente, el líder de la sesión, prosigue a dar una breve introducción de lo que se abordara ese día.
Aunque a estas reuniones acuden todo tipo de personas, el estigma social es muy marcado, ya que se cree que este tipo de lugares los frecuentan sólo personas con problemas muy graves de alcoholismo; sin embargo, no sólo se enfocan en ese tema, también ofrecen autoayuda con las emociones mal encaminadas, de manera que cualquier persona puede acudir, sólo necesita llevar la disposición de escuchar, compartir sus experiencias y ayudar.
La cuestión del anonimato es muy relevante para esta asociación, ya que con eso evita circunstancias incómodas para cualquiera de los miembros e igualmente protegerlos del señalamiento social que sufren algunos ellos.
La manera en que esta sociedad se sostiene es por medio de los donativos que los mismos miembros hacen al concluir cada reunión, no se les pide alguna cantidad en especifico, sin embargo, es importante que todos cooperen para poder seguir sosteniendo los gastos porque, al ser una sociedad civil, no reciben aportaciones por parte del gobierno ni de algún otro sector de la sociedad.
La empatía con la que conviven todos los participantes de la sesión se vive un ambiente de tranquilidad y amistad, se mantiene el orden y el respeto; sobre todo nadie juzga a nadie por sus acciones pasadas, por el contrario, se les brida apoyo moral. La despedida es emotiva: nuevamente se vuelven a tomar de las manos, hacen una oración de superación y todos se despiden con un fraternal abrazo.