El Deportador en Jefe
“Obama sí es el presidente de Estados Unidos que más ha deportado, pero también es porque cada vez hay más migrantes”, afirma el académico del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Raúl Benítez Manaut.
Es importante señalar que en los tiempos que gobernó Obama, fueron los tiempos donde mayor número de migrantes ilegales entró Estados Unidos. Se tiene estimado un total de 11.3 millones durante el periodo de 2009 al 2016, de acuerdo con datos publicados por El Financiero. A diferencia de presidentes como George Bush padre o Ronald Reagan, cuando la cantidad de indocumentados en ese país no superaba los 4.6 millones.
Según cifras del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, aproximadamente 47 por ciento fueron personas sin antecedentes penales.
De acuerdo con la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), la lista de deportados del año 2016 la encabeza México; seguido de Guatemala, Honduras y El Salvador
Donald Trump
Un hecho que sacudió al mundo ocurriría el 8 de noviembre del 2016: Donald Trump ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Donald Trump había prometido en campaña “atrapar a los que son criminales y tienen antecedentes (…) probablemente 2 millones, quizá hasta 3 millones, y los vamos a sacar del país o quizá los vamos a encarcelar”. Esto aparte del muro fronterizo que pretende que sea pagado por México. “Vamos a construir un muro en la frontera con México, un muro grande y hermoso, y México va a pagarlo”, dijo el entonces candidato republicano.
Cuando Trump llegó al poder, incluso desde días antes de la elección, comenzó a suavizar su discurso respecto a los migrantes. Ahora decía que las deportaciones se centrarían en “criminales con antecedentes penales, miembros de pandillas, traficantes de droga”.
Haya suavizado o no su discurso, el republicano tomó cartas en el asunto cinco días después de tomar el cargo como presidente: el 25 de enero del 2017 ordenó a su administración que aplicara de una forma más agresiva las leyes de inmigración. Esto provocó que el gobierno federal aplicara más fuerza para encontrar, detener y deportar a los que radican en Estados Unidos de manera ilegal, sin tomar en cuenta si habían cometido crímenes graves o no.
A partir de esta situación, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos emitió una serie de documentos en los que las órdenes ejecutivas de Trump respecto a la inmigración y seguridad fronteriza se convirtieron en políticas.
En la administración de Obama, las deportaciones solo se realizaban dentro de un límite de 160 kilómetros de la frontera. Las nuevas políticas implicaron que las deportaciones se hicieran en cualquier estado del país, lo que permitió que la Patrulla Fronteriza y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por su sigla en inglés) comenzara a deportar a más gente.
“Esa promesa ha generado temor y enojo en la comunidad de inmigrantes, y sus defensores han advertido que el nuevo enfoque es una amenaza para muchos indocumentados que hasta hace poco no corrían el riesgo de ser deportados”, publicó el New York Times el 21 de febrero del 2016.
Pastoral de Movilidad Humana
Existen diversas asociaciones que se encargan de dar apoyo a las personas migrantes, tal es el caso de la Pastoral de Movilidad Humana.
La Pastoral de Movilidad Humana es una dimensión social de la iglesia católica que se encarga de atender a personas que están en constante movimiento; no sólo a los migrantes centroamericanos, sino también a los mexicanos deportados, a los indígenas en tránsito, a las personas en situación de trata.
“Ahorita nosotros estamos respondiendo como personas de una iglesia, porque no sólo con Dios tenemos un compromiso, también es un compromiso cívico con una necesidad de aportar para que nuestra sociedad sea más justa para todos”, dice la coordinadora diocesana de Pastoral de Movilidad Humana, Linda Flores.
Desde la Pastoral es donde se gesta el trabajo de ayuda: con brigadas de alimento, con pasajes de autobús que se tienen que comprar, con gestiones de alimento, con acompañamiento psicológico en algunos casos, asesoría legal en otros y atención médica, explica Linda Flores.
Esta causa social impulsada por la iglesia católica tiene más de treinta años que se realiza, pero en Chihuahua se activó apenas en mayo del 2016, es decir, ya se hacía la labor, pero no estaba incorporada a la Pastoral de Movilidad Humana, que es una comisión mundial.
Linda Flores dice que en la ciudad de Chihuahua hay personas que tienen más de treinta años yendo al puente de Interceramic a dar asistencia a los migrantes. Son personas que daban de comer a tres o cuatro necesitados, pero ellos no sabían que había toda una organización, lo hacían por una necesidad espiritual y por los principios básicos que se enseñan en la iglesia católica.
“Nosotros como iglesia tenemos la oportunidad de trabajar en red con cualquier iglesia católica”, dice la señorita Flores. La Pastoral de Movilidad Humana tiene a su cargo una Casa del Migrante en Ciudad Juárez, donde diariamente atienden a decenas de migrantes y personas que necesitan alguna atención. En la capital del estado tienen un comedor comunitario, que es también visitado por las personas necesitadas de la ciudad.