Durante la pandemia en la que vivimos, no hay mejor película que “El séptimo sello”, dirigida por el sueco, Ingmar Bergman. La película nos transporta directo a una época en donde la peste bubónica se halla en pleno apogeo, matando un número inconcebible de personas a través de toda Europa.
El nombre de la película proviene del pasaje de Apocalipsis 8.1, que dice: Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora. En efecto, el silencio de Dios es el tema principal de la cinta, porque nos muestra el martirio de las personas, muchas de las cuales piensan que la plaga se trata de un castigo divino, y algunas se flagelan en forma de penitencia con el fin de obtener el perdón de Dios, aunque parece que éste no se apiada de ellos, pues la muerte se halla por doquier.
La muerte, personificada por el actor Bengt Ekerot, toma un rol principal en el filme; al inicio de la película se presenta frente al caballero Antonius Block, interpretado por Max von Sydow (Game ot Thrones, El exorcista), para decirle que su tiempo ha llegado. Block, sin embargo, lo desafía a una partida de ajedrez, con el fin de mantenerse vivo mientras dure la partida.
Antonius Block es un caballero perdido: se acerca su muerte, pero teme que no haya nada “más allá”. Desea la seguridad y confianza de que no caerá en la nada, que hay un Dios y una vida infinita, pero simplemente le falla su fe. En una de las escenas más impactantes y llenas de significado en toda la película, Block entra en una capilla, y se confiesa diciendo: ¿Es tan cruelmente inconcebible captar a Dios con los sentidos? ¿Por qué tiene que esconderse en una niebla de promesas a medias y milagros invisibles?… ¿Qué va a pasar con los que queremos creer, pero no somos capaces? Block tan solo quiere que Dios le hable, pero “Dios no habla”, le dice su confesor. El caballero, antes de morir, desea realizar una buena obra, pero antes debe aplazar su muerte a través del juego de ajedrez con la Muerte. El caballero revela sus siguientes jugadas para intentar vencer a la Muerte, sin darse cuenta que su confesor es el mismo contrincante con el que compite por su vida.
La buena obra que Antonius deseaba realizar llega cuando él y su escudero, Jöns, rescatan a una muchacha que iba a ser violada. Ella les agradece por medio de un picnic de leche y fresas, y les dice “Llevaré este recuerdo entre mis manos como si fuera un cuenco lleno hasta el borde de leche fresca… Y será una señal adecuada – será suficiente para mí.” Sin embargo, la fe solamente no lo alcanza, y sigue buscando señales a través de personas que han, supuestamente, hablado con el Diablo.
“Nadie escapa de mí”, le dice la Muerte al caballero antes de ganar la partida de ajedrez y le anuncia que la próxima vez que lo vea, será la última no antes de irse preguntándole a Block si había logrado la buena obra. El caballero contesta en afirmativo.
Durante la última escena, Antonius Block se reúne con su esposa, y los acompañantes que había encontrado durante su travestía se unen a ellos a un último banquete, que será interrumpido por la muerte. Durante la escena final de la película, se ve a Block, su esposa, y sus acompañantes, realizando la Danza de la Muerte, antes de partir al más allá.
Antonius Block es la contraparte de lo que el filósofo, Soren Kierkegaard llamaría, el caballero de la fe, una persona que ha efectuado un salto de fe y se ha dejado completamente a Dios. Kierkegaard, que se consideraba un poeta religioso, llamó la Fe como la responsabilidad más grande que tiene uno durante la vida; esta nos sume bajo el miedo y la ansiedad, pues abandonarnos a la fe resulta en una decisión existencial. La fe, de acuerdo con el filósofo danés, no es solamente una decisión, sino una actividad constante que debe ser renovada. Otro aspecto importante de la fe es lo absurdo. Antonius Block, en la escena de la confesión, hablaba sobre la necesidad que siente de poder ver y escuchar a Dios para creer; en otras palabras, requiere una razón o evidencia; Kierkegaard nos dice que los dogmas cristianos están plagados de paradojas: como la de un Dios eterno y trascendente que se hace humano, entre otras, pero si elegimos la fe, debemos de tomar un “salto” y abandonar la razón. La fe conlleva la suspensión de la razón, porque debemos creer que Dios está más allá de ella. (McDonald, 2017)
Block no es un caballero de fe porque los caballeros de fe dejan a un lado su propio ser para entregarse a una causa mayor, Dios, así como hizo Abraham. El caballero de fe pone a Dios, ante todo, y resigna lo finito por lo infinito, así como que debe de ser capaz de tener fe sin importar lo absurdo.
La fe, definitivamente, se trata de un tema muy importante y delicado. Kierkegaard habla mucho sobre ella y nuestro desafío y responsabilidad para mantenerla en sus libros de “Repetición” y “Temor y temblor”, los cuales recomiendo para los lectores que se interesen por la filosofía de la religión de Kierkegaard.
Referencias
McDonald, William (2017) Søren Kierkegaard consultado el 13 de diciembre de 2021. Disponible en: https://plato.stanford.edu/entries/kierkegaard