LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y LA SEXUALIZACIÓN DE LA SOCIEDAD POSMODERNA
INTRODUCCIÓN
La sociedad posmoderna, la sexualidad y la comunicación se encuentran estrechamente vinculadas. Por un lado, porque la comunicación es uno de los ejes que configuran al hombre actual, desde sus ideologías, su devenir en el mundo y su comportamiento (el cual se encuentra continuamente sexualizado); por otro lado, porque la posmodernidad lleva implícita en su esencia a la comunicación como criterio que le permite extenderse y globalizarse, y es precisamente la sexualidad una de las plataformas sobre las que se despliega esta extensión. La comunicación como acto se ha mediatizado y los medios de comunicación se han apropiado de ella, convirtiéndola en un componente de la sociedad posmoderna que juega un papel importante en la forma en la que se estructura la sociedad. Los mass media o medios masivos de comunicación han aprovechado el recurso de la sexualidad como componente que fragua a las sociedades mediante la transmisión de un mensaje, que en su esencia se compone de ideologías hegemónicas.
No son pocos los análisis que se han hecho sobre la influencia de los medios de comunicación en el hombre y en la sociedad, por un lado, se ha estudiado el progreso que la comunicación, a través de los medios, ha traído a la sociedad, pero, por otro lado, se han analizado los efectos nocivos que han tenido sobre el hombre, la cultura y la sociedad. La influencia que ejercen ha podido ser considerada como negativa por la manipulación y tergiversación de los mensajes que son orquestados por los dueños de los medios, o sea, el capitalismo (Herrera, 2004).
El presente ensayo se plantea como objetivo enumerar, describir y explicar algunos beneficios y daños culturales que provocan los mass media en el hombre, profundizando particularmente en la forma en la que se configura la sociedad a partir de los efectos que producen los mass media. Como variable adicional, se analizará la influencia que ejercen los mass media en la conducta sexual del hombre. Para este ensayo se enunciarán algunas premisas teóricas de la escuela de Frankfurt revisadas en el texto Los Medios de Comunicación Social en la Sociedad Capitalista Actual de Meliant Herrera (2004) y el análisis que Vattimo (1989) realiza sobre el inicio de la posmodernidad en su obra La sociedad transparente analizado por Nicolás Crim y Marco Marangoni (s/f) en su texto: Gianni Vattimo: La Sociedad Transparente. Los dos textos citados anteriormente sirven para fundamentar la premisa central del presente ensayo: la sexualización a través de los medios de comunicación en la era posmoderna.
EL SEXO COMO ESTRATEGIA COMUNICATIVA
Meliant Herrera (2004, p. 1), comunicóloga venezolana, describía cómo la noticia se ha vuelto un consumo social, demostrando las diferencias significativas entre el tercer y el primer mundo, ante el cual se muestra una clara dependencia para el consumo de la información. La autora señala que la noticia en sí misma genera y desarrolla sentimientos en el hombre a partir de su receptividad y su cualidad de espectador pasivo frente a los medios de comunicación tradicionales (televisión, prensa, radio, etc.). Entre las principales motivaciones literarias y críticas de Herrera se puede observar un evidente rechazo al capitalismo, el cual para la autora se adueña de la noticia y de los medios de comunicación, y aunque no señala explícitamente en su análisis el tema de la sexualización de los medios, si refiere cómo la Teoría crítica hace análisis de la influencia de los medios sobre el hombre, la cual podrá ser empleada en el presente análisis. Herrera (2004, p. 2) Refiere: “el desempeño de los medios de comunicación social está determinado por los intereses del propietario de la compañía, de la Industria Cultural, para quien el medio no es más que parte del aparato productivo”. Conviene señalar que la Industria cultural, es decir, los medios de comunicación, logran su producción de comunicación gracias a las tecnologías, pero no es únicamente gracias a la tecnología que se obtiene el éxito en la difusión de los mass media, el contenido del mensaje tiene que ser lo suficientemente atractivo para producir un efecto adictivo en el hombre.
En este punto, Herrera se limita a enunciar los medios y recursos concretos y materiales para la producción de la noticia y la comunicación, pero se escapa de su análisis los recursos psicológicos de los que dispone el capitalismo en esta producción: uno de esos recursos es la sexualización del mensaje en su figura y fondo, es decir en contenido y en su plataforma de difusión. Además, la base teórica de Herrera es la escuela de Frankfurt, la cual considera a la sociedad y al público como un ente expectante, pasivo e indefenso ante los mass media, y no considera el boom de otros medios de comunicación tales como la Internet, en el que el sujeto se vuelve un agente activo en la transmisión del mensaje, formando parte de la interconexión, la interconectividad y la multimediedad. Estas variables de los mass media más actuales son analizadas por las escuelas Canadiense y la escuela de los mass media. En este sentido, conviene señalar la participación activa que toma el hombre en la construcción de una realidad social sexualizada.
Ahora bien, es pertinente cuestionar si la sexualización de la sociedad posmoderna es un efecto positivo o negativo en la sociedad y en el hombre. Esta sexualización de la posmodernidad se ha gestado en los mass media, ha sido difundida por estos mismos y ha sido explotada por el capitalismo, pero también por el individuo mismo. En el siguiente apartado se llevará a cabo este análisis, sin embargo, ahora resulta imprescindible fundamentar la idea de una posmodernidad sexualizada.
Basta con mirar cualquier medio de comunicación para encontrar connotaciones sexuales en los contenidos del mensaje. El sexo y el deseo sexual son tanto necesidades humanas, como formas de expresión de la identidad, y de este modo, los medios masivos de comunicación aprovechan este recurso para producir en el hombre efectos que lo enganchan al contenido. Hoy en día, el hombre vive en una sociedad en la que los ideales institucionales de la familia tradicional se han derrumbado; el hombre y la mujer no tienen que permanecer juntos hasta que la muerte los separe, el compromiso de formar una pareja y una familia es una elección entre la infinidad de posibilidades qué hay de vincularse con otras personas, o bien no hacerlo. El sexo aparece en la posmodernidad como una fuente de energía que mantiene excitado al hombre, en búsqueda de sexo, sobre estimulado con imágenes televisivas atiborradas de seducción, erotismo y hasta de sexo explícito. Asimismo, puede encontrarse en los masss media la sobreexplotación de los estereotipos corporales “estéticos” y antinaturales (Herrera, 2004) a los que solamente una minúscula fracción de la sociedad puede aspirar, pero manteniendo la promesa meritocrática de que con esfuerzo, sacrificios y empeños son accesibles para todo individuo que se lo proponga. Así, los mass media mantienen excitado al hombre, con la promesa de acceder o poseer esos cuerpos estereotipados. Puede verse en este punto que el sexo no es ya una necesidad fisiológica o una forma de intimidad con la pareja, sino un producto de la industria cultural.
Para enunciar algunos ejemplos sobre la sexualización de los mensajes en los medios masivos de comunicación, puede mencionarse la típica mujer de cualquier televisora matutina que anuncia el clima. Quizá convenga cuestionarse cuáles son las motivaciones subyacentes de mostrar a esa caricaturizada imagen de una mujer en vestido escotado, mostrando sus atributos femeninos y la voluptuosidad de su cuerpo. ¿Cómo se vincula esa voluptuosidad femenina con el clima? En realidad, con nada. El clima es el pretexto para la transmisión del mensaje de trasfondo: el sexo. ¿Y por qué el sexo? Porque vende, ya que la cosificación de la mujer permite atraer más televidentes; y se podría pensar que busca a atraerse al público masculino, pero en realidad, el mensaje va más allá del deseo. La meta del mensaje es difundir la idealización de un cuerpo, una aspiración estereotipada de un cuerpo codiciado (tanto para el hombre como para la mujer).
En el anterior ejemplo simplemente se enuncia una de las muchas formas en las que la sexualidad se difunde en la televisión. Pero la sexualización de la comunicación no se limita al mero uso de imágenes de cuerpos esculturales, voluptuosos y sexuados. El lenguaje orientado hacia la sexualidad aparece incluso en caricaturas, publicidad, noticias, series y películas. La televisión, por donde se le mire está repleta de mensajes de doble sentido o con contenido sexual.
Ahora bien, los mass media se han transformado, y el monopolio capitalista, poseedor y dueño de los medios masivos de comunicación no es el único agente que mantiene excitado al hombre. El individuo mismo forma parte de esos dispositivos de difusión del mensaje sexualizado. El monopolio capitalista dispone de las herramientas de sexualización, pero el hombre las alienta y alimenta. El capitalismo logra su meta con el hombre nutriendo a las aplicaciones digitales de citas en las que el sexo está al alcance de un click, o sitios web como OnlyFans en los que el hombre común y corriente puede cosificar su cuerpo como una forma de generar ganancias y en los que hay gustos, excitación y placer para todos, también al alcance de un click.
No son pocos los ejemplos que se pueden enumerar sobre el papel activo de los mensajes sexualizados que son difundidos por los mass media, pero tampoco lo son aquellos en los que el hombre participa de una manera activa en la promoción del sexo como un producto que se adquiere de la Industria Cultural.
POSMODERNIDAD SEXUALIZADA ¿BENEFICIO O MALEFICIO?
Corominas (1999, citado por Herrera, 2004) cree que la atracción de masas y glorificación del capitalismo se transmite como ideología de clase dominante. Entonces, el público desarrolla una volcadura hacia el consumo. El proletariado imita a la clase burguesa aspirando a un sueño idealizado (y sexualizado) de imagen casi irreal para cualquier persona. Así se produce una dependencia hacia grupos hegemónicos, configurando cambios en la cultura receptora que lucha por alcanzar esa aspiración, por la imposición de estereotipos. La promesa del sexo es el combustible del hombre en una realidad caótica.
El análisis que hace Herrera (2004) muestra el control social que ejerce el capitalismo sobre la población bajo el disfraz de la educación, el entretenimiento y la noticia; la concentración de los medios en los monopolios y “la tendencia en este escenario se orienta a la reproducción de la ideología dominante”. (Herrera, 2004, p. 5)
De tal modo, es posible considerar que los efectos de esta sexualización de los medios se traducen en una conducta hipersexualizada del hombre. Ahora bien, conviene cuestionarse: ¿es nociva esta hipersexualidad conductual del hombre posmoderno? Como toda problemática dispuesta a análisis, esta pregunta tiene diversas aristas desde donde puede mirarse, porque, por un lado, por ejemplo, ha sido posible legitimar la identidad sexual de la comunidad LGBTQIA++, despatologizando estas identidades y expresiones de la sexualidad y del amor. Pero, por otro lado, diversos movimientos han intentado adherirse a la comunidad LGBT, tal como el movimiento de la paidosexualidad que no es otra cosa más que la pedofilia disfrazada de otra forma de expresión de la sexualidad.
Hasta no hace muchas décadas, la homosexualidad formaba parte del listado de condiciones psicopatológicas descritas en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) de la American Psychiatric Association (APA). La lucha por los derechos de las personas con orientación homosexual transformó estas visiones psiquiátricas y legitimó a la homosexualidad y muchas otras formas de expresión de la sexualidad como parte de la diversidad, retirando la etiqueta de patología mental.
Nicolás Crim y Marco Marangoni (s/f) en su texto Gianni Vattimo: La Sociedad Transparente explica que para Vattimo una de las características que definen a la posmodernidad es la llamada sociedad transparente. Aquí, los medios masivos de comunicación permiten la difusión de la diversidad histórica y posibilitan una multidimensionalidad histórica que erradica a la uniformidad de la realidad e historia social difundida por los grupos hegemónicos dominantes. De este modo, se da voz a las minorías para que cuenten la visión de su realidad, de todas las voces que no fueron consideradas en la Historia que fue contada durante la modernidad.
La aparición de la sociedad transparente hace posible que ciertos movimientos sociales se desarrollen y cobren fuerza. Ahora que los mass media son interactivos, se pueden forjar infinitas perspectivas de los hechos sociales e históricos; no hay unificación de criterio como en la modernidad;, precisamente, la diversidad es lo que caracteriza a esta era posmoderna.
Otro ejemplo que puede mencionarse es la reciente modificación de lo que hasta la cuarta edición revisada del DSM se denominaba como trastorno de la identidad sexual, el cual en su quinta edición es considerado como disforia de género. Pero además esta condición psiquiátrica se encuentra en proceso de transformación, tanto fenomenológica como descriptiva, pues la comunidad con identidad trans no experimenta sentimientos de identidad psiquiátrica, lejos de eso abogan por ser legitimados junto con sus derechos a la libre expresión de su sexualidad sin ser patologizados. Esta lucha de la diversidad se vislumbra gracias a la sociedad transparente.
Los mensajes de los mass media muestran una evidente carga de sexualidad en su contenido. La educación y el entretenimiento son el enmascaramiento que usa el capitalismo, dueño de los mass media, para la difusión de un mensaje que vende, que engancha al hombre y que lo mantiene continuamente excitado. Ahora bien, conviene analizar si la excitación, el deseo, el placer y el erotismo son lo suficientemente sólidos para enganchar al hombre en estos mensajes, o bien si existen motivaciones subyacentes que hacen que el mensaje resuene y cobre mayor fuerza en el individuo posmoderno.
LA SEXUALIDAD EN UNA SOCIEDAD TRANSPARENTE
Conviene analizar cómo es que la sociedad transparente deja traslúcida a la sexualidad en su forma más posmoderna: la diversidad. El filósofo italiano posmoderno Gianni Vattimo (1989), ha estudiado el proceso de finalización de la modernidad y el inicio de la posmodernidad. Vattimo indica que uno de los criterios de esta transición es que la historia deja de aparecer como un hecho unitario, es decir, se desdibuja la idea de una historia continúa, global y centralizada en Europa, debido a que surge una sociedad de la comunicación que transforma la historia, haciendo una sociedad transparente, traslúcida a la visión de todos y no cómo un hecho oscuro que requiere ser iluminado por el hombre de las hegemonías.
Con el surgimiento de la sociedad posmoderna, los mass media transforman a la sociedad en algo caótico. Adorno, citado por Nicolás Crim Y Marco Marangoni (s/f), cree que la pluralidad es lo que caracteriza a la sociedad posmoderna porque cada uno emite información de acuerdo con su realidad, y así la información deja de ser objetiva. Parafraseando a Nicolás Crim y Marco Marangoni: El hecho de que haya tantas visiones de la realidad, hace que la misma realidad parezca mentira. (s/f, p. 2). Así, la posmodernidad se vuelve una realidad confusa y se desmitifica la propia desmitificación. La razón se expone como un mito, porque todo lo que había sido alcanzado a la luz de la razón se cuestiona, pues la diversidad de perspectivas lo permiten. Pero, ¿cómo afecta o beneficia esta confusión a la cultura actual? En primer lugar, es necesario reconocer que sin duda alguna los medios de comunicación propios de esta época transforman la forma de actuar del hombre a un mundo más abierto. Vattimo considera que los medios de comunicación podrían tener un uso objetivo para la difusión de la ciencia. Crim y Marangoni difieren y creen que esta es una utopía lejana, pues para hacer uso objetivo de los medios se requiere propiamente un sistema objetivo a la luz de la razón del hombre, y el hombre se mueve por sus propios intereses, lo cual cual expuso Herrera (2004) como un problema por los intereses que persigue el capitalismo.
Ahora bien, regresando al tema que compete a estos ensayos sobre la sexualidad, cabe destacar un punto en el que la diversidad de la posmodernidad ha traído mayor libertad y derechos sexuales y reproductivos, como se mencionaba en párrafos anteriores. Hoy en los medios masivos de comunicación puede verse que la normalización de las distintas identidades de la sexualidad ya no se caricaturizan y, en cambio, se legitiman como formas dignas de vivir y amar.
Por el contrario, la normalización de la sexualidad trae consigo un sistema que no abandona la primacía, pues la difusión de estereotipos se permea incluso en la diversidad. Hoy, por ejemplo se puede hablar de homofobia dentro de la misma comunidad LGBT a través del rechazo hacia ciertas formas de expresión de la feminidad, lo que en España se le conoce como “plumofobia” junto con una búsqueda del ideal del hombre gay, masculino, musculoso y varonil; es decir, las hegemonías realizan un secuestro de las comunidades o culturas emergentes, se cuelgan de su movimiento con fines meramente mercantiles y prostituyen sus ideales en un espurio intento de afiliarse al movimiento.
En la posmodernidad puede vislumbrarse que la hegemonía del hombre, blanco, heterosexual, rico y privilegiado, ya no tiene una primacía absoluta y comparte la diversidad con otras formas de expresión de la sexualidad. Y bien, esto legitima que no solamente el hombre estereotipado es lo único deseable y excitante. Pero a su vez surgen nuevas formas de sexualizar y mercantilizar a las comunidades emergentes y minorías para volverse objeto de la sexualización de los mass media. ¿Qué es lo que buscan estos mass media?, ¿qué se consigue con esto?, estimular la morbosidad curiosa del hombre, la búsqueda de fotografías, el rastreo de evidencias del erotismo en nuevas formas de ejercer la sexualidad, ¿para qué? Para consumirlo y luego desecharlo hasta que una novedad vuelva a estimular el emprendimiento de la investigación curiosa y morbosa del hombre.
La liquidez y volatilidad con la que se consumen los productos de la Industria cultural, particularmente aquellos que tienen que ver con la sexualidad, dejan en evidencia la profunda necesidad del hombre por la satisfacción inmediata, por la imposibilidad de postergar la satisfacción, la incapacidad de formar relaciones interpersonales con un ser humano más allá de con su sexo. Son patologías de la posmodernidad que revelan el profundo vacío en el que vive el hombre, sediento de un sentido de vida del cual se carece en un sistema que únicamente favorece a algunos. De tal modo que la desmitificación de la desmitificación posmoderna, tal como lo concluye Vattimo, trae consigo una sociedad caótica, en la cual ya no hay un sostén sólido de la cual el hombre puede afianzarse, pues bien, el capitalismo aprovecha este sinsentido por la vida, toma al sexo, le pone una etiqueta, lo produce y lo vende como producto de la Industria cultural. ¿De qué más podría llenar el capitalismo ese vacío del sinsentido del hombre, si no es de sexo?
CONCLUSIONES
En párrafos anteriores se analizaron y enumeraron algunos de los efectos de la sexualización de los mensajes de los mass media. Algunos de estos efectos dan como resultado beneficios socioculturales, pero otros provocan importantes daños en la cultura actual del hombre, particularmente en lo que se refiere a la conducta sexual, generando una continua excitación del individuo que cubre el vacío que la desmitificación de la razón dejó en la sociedad posmoderna. Pudo señalarse que la hipersexualización en la posmodernidad permite, por un lado, visibilizar a las minorías, legitimar derechos, aunque simultáneamente se producen efectos nocivos para estas minorías, las cuales son absorbidas por la Industria cultural que es dirigida por los intereses de la hegemonía capitalista, a las cual poco o nada le interesan los derechos humanos.
Vattimo (citado por Crim y Marangoni, s/f, p.1) señaló que “… Se abre camino un ideal de emancipación a cuya base misma están, más bien, la oscilación, la pluralidad y, en definitiva, la erosión del propio principio de realidad…” Hoy la diversidad hace confusa la realidad, y con ella a la sexualidad. ¿Hasta dónde hay un discurso legítimo de las personas que desean adherirse a estos movimientos como la paidosexualidad, por ejemplo? La diversidad permite que entren en juego estos discursos, aun cuando culturalmente la paidosexualidad pertenece más al mundo de las parafilias que al de las expresiones o identidades de la sexualidad.
Finalmente, conviene señalar que los medios de comunicación configuran la conducta del hombre y en ella viene implícita la conducta sexual. El elemento del que disponen los mass media para que el hombre consuma sexo, es el sinsentido de la vida, la confusión de la realidad, la complejidad de la diversidad, la pérdida del principio de realidad y que hoy la razón ha perdido su primacía en una sociedad posmoderna y transparente.
FUENTES CONSULTADAS
Imagen diseñada con inteligencia artificial
- Crim, Nicolás; Marangoni, Marco. Gianni Vattimo: La Sociedad Transparente. Documento PDF.
- Herrera, Meliant. Los Medios de Comunicación Social en la Sociedad Capitalista Actual. Documento PDF. 2004.