Leibniz y Spinoza
Como principal aspecto en común entre los filósofos Spinoza y Leibniz se puede decir de ambos que son racionalistas, considerando que las ideas, que son innatas, brindan la posibilidad de conocimiento. Por otro lado, se puede encontrar en ambos autores la supremacía de Dios como causa de las cosas contingentes de la naturaleza. Sin embargo, en su pensamiento existen divergencias muy puntuales. A continuación se realizará una abstracción de las ideas principales de Spinoza y posteriormente de Leibniz para determinar las particularidades de su pensamiento.
Spinoza, por su parte, apoyado en la metafísica cartesiana, considera que el libre ejercicio de la razón y la voluntad de desapegarse de los prejuicios de la tradición, buscando la unificación con el ser supremo, es el mayor bien al que el hombre puede aspirar. Y para ello va a requerir deshacerse de lo inesencial. En este sentido, el planteamiento de Spinoza tiene un propósito existencial: la liberación del hombre.
El bien supremo es aquel que se busca por sí mismo y se vincula con la naturaleza superior del hombre que implica el conocimiento de la unión del espíritu con toda la naturaleza. De esta manera para Spinoza la mayor felicidad a la que el hombre puede aspirar es la unión con el ser supremo.
Apoyado en las ideas de Descartes, Spinoza cree que Dios es la causa de todo, que es infinito y además existe como causa sui de toda la naturaleza existente. De esta manera Spinoza ha sido acusado como panteísta, ya que en su pensamiento Dios existe y todo lo demás existente de la naturaleza es una parte de Él.
La filosofía de Spinoza enseña que el hombre debe liberarse de la servidumbre de sus pasiones y afectos que alejan al hombre del conocimiento esencial que es Dios. Así, Spinoza lleva su pensamiento a simplificar la existencia de Dios en una sustancia única “sin la que nada puede ser ni ser concebido”. Divide al ser en dos tipos: el ser que existe necesariamente por su sola naturaleza y el ser del que su esencia implica la existencia posible.
Al igual que Spinoza, Leibniz también busca la simplicidad y la racionalidad integral en la metafísica como la ciencia buscada de Aristóteles. Aunque a diferencia de Spinoza y Descartes quienes prestan demasiada relevancia a las matemáticas, la geometría y física; Leibniz presta más atención a la metafísica y busca conciliar la metafísica antigua (de la tradición escolástica) con el rigor de la ciencia moderna que empieza a gestarse. Así, Leibniz da credibilidad a la metafísica que por Descartes y Spinoza había empezado a cobrar un segundo plano en la filosofía. Para Leibniz los principios generales de la naturaleza corpórea son metafísicos y no matemáticos.
A Leibniz le interesó la idea de los antiguos sobre la forma sustancial y la fuerza que le da vitalidad y movimiento a las cosas existentes. Se sirve de su concepto conatus el cual define como el esfuerzo inherente para existir y preservar al ser, el cual es una especie de apetito que anima a todas las sustancias de la naturaleza, como fuerzas primitivas.
El concepto de mónadas es desarrollado por Leibniz para explicar en su metafísica cómo es que está constituida la naturaleza. Una mónada es la sustancia simple. De alguna forma son como los átomos de la naturaleza, las cuales son diversas y distintas; ninguna es igual. La distinción de las mónadas da pauta a Leibniz a desarrollar su principio indiscernible en el cual “cada ser aspira a realizarse en un universo constituido por una diversidad infinita de mónadas, y donde es imposible confundir una mónada con otra.” (Grondin, 2011, p. 210).
Para Leibniz nada existe sin razón y la última causa de las cosas es Dios como sustancia necesaria, siendo así la mónada primitiva. El resto de las cosas del universo, son contingentes, mientras que Dios es necesario. En cierto sentido es una idea parecida al pensamiento de Spinoza al encontrar en Dios la causa de todas las cosas que existen. Para que existan las cosas es necesario que Dios exista, al cual le basta ser posible para poder ser actual y es de él de quien provienen todos los demás seres (contingentes) por tres atributos de Dios: su potencia, su conocimiento y su voluntad de que el mundo sea como es, creando así su principio de lo mejor, el cual explica que el mundo es como es, derivando de la razón suficiente para que la elección de Dios lo determine de este modo y no de otro. De ahí surge su metafísica como una teodicea de la justificación de la elección de Dios, aseverando que vivimos en el mejor mundo posible.
Quizá una de las distinciones más significativas de ambos pensadores es que mientras Spinoza concibe al cosmos como una sola sustancia (que es Dios) Leibniz cree que el universo está constituido por infinitas mónadas. Y aunque ambos autores como racionalistas desarrollan su pensamiento en la misma época, la diversidad de su pensamiento puede verse como resultado de las bases teóricas en quienes se apoyan.
Fuentes consultadas
Imagen generada con inteligencia artificial
- Grondin, J. Introducción a la metafísica. Capítulo VII. Spinoza y Leibniz: La metafísica de la simplicidad y de la racionalidad integral. México: Ed. Herder. 2011