LA IDENTIDAD CULTURAL EN MÉXICO Y LOS MEXICANOS EN EL SIGLO XXI
El estudio de la identidad cultural es un fenómeno que se remonta principalmente al siglo XX con el surgimiento de las ciencias sociales y su auge a partir del estudio de movimientos sociales, políticos y culturales. Pero el tema de la identidad cultural se conjuga con un concepto mucho más antiguo del que se ha discutido desde la Grecia Antigua: la libertad. La libertad es la plataforma sobre la que se despliega la identidad, porque un hombre libre elige su ser, lo que lo identifica frente al mundo y lo que, aun siendo parte de su historia o su cultura, absorbe o rechaza para conformar su identidad.
Una reflexión sobre la identidad cultural plantea una serie de cuestionamientos tales como: ¿es verdaderamente libre el hombre?, ¿cómo se conforma la identidad cultural a partir de la libertad?, ¿qué es la libertad y qué es la identidad?, ¿cómo se puede distinguir un hombre libre del que no lo es?, ¿qué hace libre al hombre; la posibilidad de elegir o la ausencia de esclavitud?
Todas estas reflexiones sobre la libertad y la identidad descansan sobre hondas preguntas filosóficas que no se pretenden resolver en este breve ensayo; en cambio, el objetivo del presente, consiste en analizar ideas sobre la libertad y la identidad cultural para analizarlas en el mexicano posmoderno para contestar a las cuestiones: ¿es libre el hombre mexicano?, ¿es libre para elegir quien desea ser?, ¿hay libertad en la identidad cultural de México? Algunas de las ideas que se esbozan a continuación son resultado del análisis de lectura de El laberinto de la soledad de Octavio Paz. Acotar estas reflexiones en una cultura en específico tiene como finalidad seccionar el problema de la libertad y la identidad en un alcance menos general y más específico.
LA LIBERTAD Y EL MEXICANO
Al menos para el hombre de la modernidad, la libertad fue un esbozo que se materializó desde el renacimiento, cuando el hombre abandona la idea de permanecer subyugado al Dios del catolicismo. El Humanismo fue un movimiento que surge durante la edad Moderna en el que se promueve la mirada al Hombre como centro de interés, por lo que se abandona la idea de que Dios es el centro, causa y fin de todo. Ahí conoce el hombre la Libertad.
Para Isaiah Berlin (2000, p. 241), la modernidad está comprendida por una serie de elementos que tienen lugar e influencia en el romanticismo:
- La idea de la libertad del hombre.
- La verdad no existe.
- Todo es creación.
- No hay naturaleza humana.
- Se obedece a la razón propia.
Para principios del siglo XVII, el renacimiento y su movimiento del romanticismo comienzan a dar fuerza a la idea de que el hombre es libre. Pero en México las cosas son muy distintas. En pleno siglo XVII, mientras que en Europa se goza de la recién descubierta libertad frente a la voluntad de Dios, los mexicanos recién conocían y se sometían a este.
La esclavitud y la evangelización recién comenzada en México hacían perder la autonomía de su pensamiento, y se abolieron los esfuerzos de voluntad de la riqueza de su cultura. Los hombres colonizados del México antiguo ya no adoraban a sus dioses, ahora oraban a Jesús. Mientras perdían sus raíces, al mismo tiempo se refugiaban en el catolicismo. Octavio Paz explica: “El catolicismo le hace reanudar sus lazos con el mundo y el trasmundo. Vuelve sentido a la presencia en la tierra, alimenta sus esperanzas y justifica su vida y su muerte.” (1950, p. 112).
Miguel León-Portilla cita al Libro de los Coloquios (1964, p. 21) y explica que los indígenas dijeron a los hombres de Castilla: “¡Déjennos, pues, ya morir, déjennos ya perecer, puesto que ya nuestros dioses han muerto!” Con la muerte de esos dioses y el sepultamiento teológico surge la adherencia católica. Entonces cualquier idea de libertad se desvanece para el mexicano a partir de la invasión y destrucción de su cultura.
LA IDENTIDAD CULTURAL EN EL MEXICANO
En Occidente, específicamente en Europa, surgen durante los siglos XVII a XIX pensadores, filósofos, artistas y científicos que traen luz al mundo, sacándolo de la oscuridad, de la ignorancia del medioevo. Estos siglos son caracterizados por pensadores importantes como Kant, Leibniz, Marx, Nietzsche, Weber, el Marqués de Sade, Voltaire, Rousseau, Maquiavelo, Hegel, entre muchos otros que contribuyen en el entendimiento del hombre, la cultura, la sociedad y su conformación, y sustentan los títulos de esos periodos: el renacimiento, el siglo de las luces y la modernidad. Sin embargo, en México “No tuvimos ningún Kant, Voltaire, Diderot, Hume” (Paz, O. 1975, p. 346). Es hasta el siglo XX y durante el siglo XXI cuando comienzan a surgir algunos que se atreven a hablar sobre la realidad mexicana de diversas formas: Octavio Paz, Miguel León-Portilla, Samuel Ramos, Ezequiel Chávez, y en la literatura autores como Jorge Ibargüengoitia o Juan Rulfo.
Ezequiel Chávez Lavista escribe: “En México casi nada o a lo menos demasiado poco hay sobre el particular; sabemos todos que somos distintos psíquicamente de un francés o de un angloamericano, de un chino o de un alemán; pero ignoramos en qué consiste la diferencia” (1901, p. 2). En 1901 el primer psicólogo de México, el Dr. Ezequiel Chávez describía la naturaleza del mexicano en su ensayo La sensibilidad del mexicano; pero la modernidad le llegó bastante tarde a México, pues la descripción de la naturaleza humana fue un esfuerzo que se abandonó en Europa desde que se reconoció su libertad, diversidad y flexibilidad. Como dice Octavio Paz: “nosotros no tuvimos siglo XVIII” (1975, p. 346). La llegada del positivismo de Augusto Comte a México surge cuando Gabino Barreda lo trae a tierras mexicanas para la justificación de sus políticas internas. Pero el positivismo atraviesa el océano deformado; siguiendo a Octavio Paz (1975, p. 321), “al cruzar el mar el positivismo cambió de naturaleza.”
A México llega la modernidad cuando ya es vieja para Occidente. Mientas Europa se prepara para la revolución del conocimiento en el renacimiento, la Nueva España (o México) está edificando su catolicismo y los vestigios de un sistema ideológico que se lleva hasta la barbarie en un territorio en el que no tenía historia. El mexicano no es libre, está preso de su propia condición cultural. El mexicano solamente ha experimentado los efectos de la modernidad, los residuos que occidente tiene para el resto del mundo. Por tal motivo existe un problema de identidad cultural: la libertad coartada en la época de la colonización provocó una huella histórica que confunde al mexicano en sus orígenes.
Samuel Ramos (2001) describe el fenómeno del sentimiento de inferioridad del mexicano, no como una característica de su naturaleza, sino como un fenómeno resultado de su cultura y su historia cultural. Octavio Paz, en cambio, considera que aún “más vasta y profunda que el sentimiento de inferioridad, yace la soledad.” (p. 22)
SIGLO XXI: LA LIBERTAD Y LA IDENTIDAD CULTURAL DE LOS MEXICANOS
La pregunta filosófica sobre la libertad sigue siendo vigente: ¿es libre el hombre? Asimismo, la pregunta sobre la identidad cultural en México y los mexicanos cobra relevancia y merece su análisis cultural.
Los movimientos que buscaron la liberación de la opresión y el dominio cultural, revelan que los países colonizadores y las tierras colonizadas no compartían identidad cultural, y que estas últimas carecían de la expresión de su libertad. Tras la independencia de México, la libertad se volvió una posibilidad que, sin embargo, México no ha sabido utilizar.
En la actualidad, la libertad y la identidad cultural en México y los mexicanos siguen siendo difusos. Aun cuando se han hecho esfuerzos innumerables por hacer rescates de los vestigios culturales, buscando la recuperación de la identidad cultural en los ancestros, los mexicanos permanecen renegando de su pasado en el que han sido derrotados. Y no es que la resolución de la identidad cultural se encuentre en la recuperación de estilos de vida o esquemas de pensamiento de las culturas antiguas mexicanas, sin embargo, en el aprendizaje y en la conciencia de que es parte del pasado de México y los mexicanos yace la posibilidad de encontrar la libertad.
Fenómenos del siglo XXI, como la globalización, perpetúan la confusión de la identidad cultural de México. La globalización es para muchos países una forma de enriquecer su cultura. Sin embargo, en México la identidad no ha sido consolidada aún y resulta complicado pretender ingresar a este fenómeno de la globalización de manera exitosa. La discriminación y la marginación de comunidades indígenas, así como las violaciones a sus derechos humanos, revelan el rechazo al pasado histórico de México. El desplazamiento cultural y pérdida de patrimonio representan otra forma de falta de identidad cultural y de libertad en México y los mexicanos. El rápido desarrollo de urbanización conducen al desplazamiento de comunidades locales y la destrucción de sitios culturales y patrimoniales, lo que da como resultado una pérdida de identidad cultural y una limitación de la libertad de estas comunidades para mantener sus formas de vida tradicionales.
La aceleración con la que se vive la posmodernidad resulta contraproducente para la identidad cultural de México y los mexicanos y para la expresión de su libertad, pues la liquidez y la fluidez con la que se mueven estos tiempos demandan la solidez previa que soporten las fluctuaciones propias de la posmodernidad, condición que no existe en la identidad cultural de los mexicanos. La identidad cultural de los mexicanos no es sólida, es difusa.
CONCLUSIONES
La identidad cultural en México está en decadencia desde que el país se funda como nación. La confusión de sus orígenes, el rastreo de sus ancestros lo confunde. El mexicano no es el indígena, pero tampoco es el español y menos es el criollo o mestizo. En el pasado histórico del mexicano se encuentra coartada la libertad de expresión artística, filosófica, religiosa. Toda la expresión cultural fue limitada, provocando formas de subyugación ante el Dios impuesto, ante reinos que dominaban estas tierras a distancia.
La libertad, razón, cuestionamiento de los principios, creación de los propios valores y de la verdad e identidad cultural son conceptos que el mexicano no ha experimentado en carne propia. El mexicano para poder ser libre tiene que reconocer que es mexicano y adoptar una identidad cultural en la que habite con su historia, por mucho dolor que le provoque.
En México, la identidad cultural sigue siendo un enigma para los mexicanos propios. La historia relatada sobre la constitución de México como patria ha producido diversos mitos en los que el mexicano se pierde y se diluye en un conjunto de relatos y de interpretaciones sobre el pasado histórico de México.
El papel que ocupa la verdad en la construcción de la identidad cultural para México es indispensable, pues tal como lo refiere Octavio Paz, el mexicano experimenta una profunda soledad, resultado del dolor de su historia y del sometimiento en el que se coarta su libertad. Cada noche del 15 de septiembre, el mexicano grita: ¡Viva México, hijos de la chingada! Sin saber quién es la chingada. Se celebra una noche para callar todo el año el hondo dolor que aqueja al mexicano. Un grito por el duelo de su libertad, por haber perdido la oportunidad de ser quien estaba destinado a ser «si no hubieran llegado los hombres de Castilla» que vinieron no solo a destruir todo el legado cultural y ancestral del origen de toda una sociedad y cultura, sino que arribaron para abolir la libertad a través de la evangelización, de la colonización, de la castellanización de su lengua y a través de muchas otras formas de abolición de su cultura.
Dice Octavio Paz: “Algo nos impide a ser” (1950, p. 58) Ese algo es la soledad que configura todo su ensayo, pero es también la falta de libertad, esa libertad que el mexicano no ha conocido aún. Hoy el mexicano no solo está subyugado a una religión impuesta hace más de 500 años, está también presa de muchas otras formas de falta de libertad: condiciones laborales, pobreza, política corrupta, violencia, discriminación, etc. Todos estos fenómenos culturales son resultado de la falta de libertad en el ser. El mexicano permanece confundido ante quién es, quién dio origen a su patria: ¿los antiguos mexicas o los hombres de Castilla?, quién es su madre: ¿La virgen de Guadalupe o Coatlicue?
El mexicano habita, en complejas dualidades, la herencia indígena frente a la que expresa su admiración, pero que desprecia al mismo tiempo. La admira enorgulleciéndose de sus edificaciones precolombinas, pero la desprecia al utilizar la palabra indio con una connotación despectiva. A su vez, todos los aniversarios de la Independencia, el mexicano celebra a un héroe de patria falsificado y construido para dar origen y consistencia a la patria, pero que su esbozo está muy lejos de la realidad histórica. Estas complejas dualidades hacen esclavo al mexicano, lo convierten en un hombre sin libertad y solitario, perdido en su identidad cultural.
Escribe Octavio Paz: “En suma, la historia podrá esclarecer el origen de muchos de nuestros fantasmas, pero no los dispara. Solamente nosotros podemos enfrentarnos a ellos. O dicho de otro modo: y seguido, la historia nos ayuda a comprender ciertos rasgos de nuestro carácter, a condición de que seamos capaces de aislarlos y de denunciarlos previamente. Nosotros somos los únicos que podemos contestar a las preguntas que nos hacen la realidad y nuestro propio ser.” (1950, p. 81).
Tal como lo ha comentado Octavio Paz, los mexicanos únicamente podrán encontrar su identidad cultural, cuando reconozcan el sincretismo y cohabiten con la dualidad que los caracteriza, sin renegar de ella, encontrando maneras múltiples de expresarla, tal como lo ha hecho en elementos culturales como la gastronomía, el arte, la pintura, la música, y otras muchas expresiones culturales que han surgido de esta dualidad.
Tal como ocurre a las personas que experimentan un duelo por la pérdida de un ser querido, el mexicano sigue en duelo, atravesando por diferentes fases que van desde la negación hasta la tristeza y la irritabilidad. El misterio del pasado cultural e histórico de México, ha dejado huellas en la Constitución psíquica del hombre mexicano, en el inconsciente colectivo busca volver al origen y reconciliar las posibilidades de lo que el mexicano pudo haber sido si su historia hubiera sido diferente. Pero tal como ocurre a las personas que experimentan un duelo, ese proceso se supera y no solo se acepta, sino que se aprende de este. De tal modo que el mexicano necesita aprender de su pérdida y saber qué es lo que pudo haber sido, no será y que, en cambio, es un ser de dualidad.
FUENTES CONSULTADAS
Imagen diseñada con inteligencia artificial
- Berlin, Isaiah. El sentido de la realidad. Sobre las ideas y su historia. Taurus: Buenos Aires. 2001
- Chávez Lavista, Ezequiel A. La sensibilidad del mexicano. Revista Positiva, núm. 3: México. 1901
- León-Portilla, Miguel. La filosofía náhuatl. UNAM: México. 1956
- León-Portilla, Miguel. El reverso de la conquista. Joaquín Mortiz: México.1964
- Paz, Octavio. El laberinto de la soledad. Fondo de Cultura Económica: México. 1950
- Paz, Octavio. Vuelta a “El Laberinto de la soledad” Conversación con Claude Fell. Plural, núm. 50: México. 1975
- Ramos, Samuel. El perfil del hombre y la cultura en México. Planeta: México. 2001.