¿Qué es el imaginario social? Es un concepto que se refiere a las significaciones y representaciones compartidas y sociales que adquieren existencia en la medida en la que son instruidas en una sociedad o en el colectivo. El imaginario social representa la representación que tiene una sociedad sobre sí misma, sobre su constitución y su devenir. Se constituye por el conjunto de representaciones, valores, ideas, imágenes, historia y símbolos que dan origen a una sociedad y la forma en la que esta se percibe a sí misma.
Uno de los pensadores más representativos que aborda este concepto fue Cornelius Castoriadis, quien desarrolló la noción del imaginario social para referirse al concepto de autoconstitución de las sociedades y la forma en la que se otorgan significado a sí mismas. (Castoriadis, 1975)
La cohesión de la sociedad
De acuerdo con el texto de Abián, lo que mantiene unidas a las sociedades es la Institución del imaginario social. Estas instituciones perpetúan el sistema de significaciones mediante la acción coercitiva, la adhesión o impresa en la materialidad del individuo. De este modo se entiende que la cohesión de las sociedades se fundamenta en la constitución de elementos compartidos para significar y significarse. Lo que va a mantener unidas a las sociedades, también es su condición para autogobernarse, para cuestionarse sobre sí mismas y construir significados que se impriman en el imaginario social, los cuales serán compartidos y más tarde trascendidos.
Nuevas formas de sociedad
Abián escribe: “Toda sociedad se crea entonces a partir de elementos irracionales que manifiestan todo su peso a la hora de darle realidad (o racionalidad) en el paso de lo instituyente a lo instituido.” (p. 3) Las sociedades nacen a partir de la necesidad de transformar lo antiguo, no sustituirlo, solo transformarlo, conservando su esencia pero apareciendo en formas novedosas. Las sociedades no sin inmutables, son organismos vivos que se transforman, evolucionan y crean nuevas significaciones, dando origen a sociedades nuevas y diversas. Esta continua recreación se distingue por su capacidad de autocrearse y se basa en la capacidad humana de cuestionar y transforma las estructuras sociales existentes, instituyendo nuevas formas de sociedades.
El imaginario social en la actualidad
La política desempeña un papel importante en el imaginario social y en la constitución de las sociedades y en la identidad de estas.
Escribe Abián: “Si la política crea “ser”, la política siempre activa que caracteriza esencialmente a la democracia crea un “ser” aliviado del cerco y de la justificación absolutizadora del mito. Esta es una acción política que, a la par que nos instala en el desasosiego de la acción continua, nos salva de la sinrazón porque nos hace contemplar el ser (el tiempo) en su sagrada desnudez. Todo, de nuevo, termina apuntando al homo faber.” (p. 4)
La sociedad mexicana está gravemente marcada por el imaginario social instituido. Desde la historia contada y los mitos que dan origen a una patria. Las instituciones han sido pervertidas para favorecer a la hegemonía de los privilegiados. Existe una herida en el imaginario social sobre la herencia cultural de las antiguas culturas que emergieron en estas tierras. La visión de los vencidos y la promesa de una cultura que, de no ser evangelizada, sería una potencia, configuran el comportamiento sumiso y apagado del mexicano.
Otro de los factores que modelan a la sociedad es la riqueza cultural que existe, todas las significaciones de la convergencia de las diferentes manifestaciones de cultura: el arte, la comida, las lenguas y muchos otros elementos más que dan pauta a la conservación de un imaginario.
La educación, historia, religión, ética, política, arte y ubicación geográfica hacen emerger un imaginario social del que se desprenden significaciones que autoinstituyen a la sociedad mexicana.
El análisis del sentimiento de inferioridad estudiado por Samuel Ramos
Ramos trata de explicar las modalidades originales del hombre mexicano y su cultura, interpretando la historia y exponiendo mitos o vicios nacionales. Aunque Ramos desarrolla la idea del sentimiento de inferioridad en el mexicano, esta noción no constituye la tesis central como una forma de inferioridad orgánica o constitutiva, en cambio, busca encontrar cómo es que este sentimiento se desarrolla en el mexicano.
Para desarrollar estas ideas, Ramos se basa en dos psicólogos: 1) Alfred Adler, discípulo de Freud, quien desarrolla algunos postulados sobre el carácter nervioso; y 2) Carl Gustav Jung con su noción de hombres introvertidos como una forma de actitud mental en la que se desarrolla el sentimiento de inferioridad.
Cuando existe una distancia significativamente amplia entre lo que el hombre quiere hacer y lo que puede hacer, más allá de sus capacidades, voluntad o inteligencia, si no también lo que le compete a su entorno, su orden social o económico. Tras la aparición de esta experiencia, el hombre se experimentará a sí mismo como incapaz, desarrollando así un sentimiento de inferioridad.
Con ideas depresivas, riesgo suicida, incapaz de gestionar sus propios recursos, impedimento para medir sus propias capacidades. También se comportará con ideas de defensa frente a su incapacidad, o bien puede ratificar su error y revalorar la visión que tenía de sí mismo. Los hombres introvertidos desarrollan este sentimiento de inferioridad concediendo el juicio de que valen menos de lo que en realidad piensan.
Para Ramos, el origen del sentimiento de inferioridad se ubica en la Conquista y la Colonización, pero no es sino hasta la Independencia que cobran una manifestación visible, en donde se refleja la falta de identidad cultural en medio de la búsqueda de la autonomía del Estado. Siendo un país con mucha inmadurez en la soberanía nacional, México imita modelos existentes, europeos y estadounidenses.
¿Cómo superar ese sentimiento?
El individuo se refugia en la ficción y abandona la realidad, abandona la realidad de su ser para conceder la superioridad que no existe a otros. Solo de este modo el individuo logra librarse de su penosa conciencia de inferioridad. Ramos cree que muchos de los comportamientos del hombre mexicano sirven para mitigar o compensar ese sentimiento de inferioridad. Adler desarrolla el concepto de “protesta viril” para explicar el mecanismo con el que los individuos con sentimiento de inferioridad mitigan esta conciencia de ser inferior, y habla de que algunos comportamientos tales como la agresividad, la desconfianza o la susceptibilidad desempeñan un papel de mecanismo de defensa contra este sentimiento.
La vigencia de una publicación de 1934 resulta cuestionable. Han pasado casi 100 años desde que Ramos esbozó sus postulados, basados en otros tantos como Jung, Freud o Adler. No por el tiempo transcurrido significa que se pierde la vigencia totalmente, pero es importante cuestionarla y analizar qué elementos necesitan ser actualizados para la comprensión de la psicología del mexicano.
Resulta indispensable preguntarse: ¿existe aún el sentimiento de inferioridad en el imaginario social del mexicano?, y ¿por qué en tiempos pasados se atribuía este sentimiento al mexicano? Para empezar es necesario remontarse a aquellas épocas en las que el mexicano es un individuo impedido, que no logra trascender o alcanzar metas de nivel mundial, un mexicano atravesado por este sentimiento y subyugado a los Estados Unidos. México ha sido un país con una deuda histórica y económica. México es un país en el que, como dice Octavio Paz, grita en tono de fiesta: “viva México, hijos de la chingada”, pero que es un grito en el que se esconde un profundo dolor histórico.
En conclusión, se puede afirmar que la tesis siguen vigentes, pero adquieren connotaciones y tintes de la actualidad y el México posmoderno. La inferioridad no ha sido resuelta, porque los mitos que nos dieron patria siguen vigentes. La “Conquista” sigue siendo una controversia: muchos pensarían en Mesoamérica no hubo conquista, hubo invasión, saqueo y destrucción. La crisis de identidad se ha gestado y no ha permitido trascender al mexicano de lo que quiere y lo que puede ser. Considero que, tras 200 años de independencia, la herida por la destrucción de las culturas de origen mesoamericano no ha sido resuelta. La falta de crecimiento social, económico y político nos hace preguntarnos con melancolía: ¿y si no hubieran llegado los hombres de Castilla a nuestras tierras?
FUENTES CONSULTADAS
Imagen diseñada con inteligencia artificial
- Ramos Samuel. El perfil del hombre y la cultura en México. Ed. Planeta: México. 2001.
- Abián Plaza José Luis. “Lo imaginario: la creación en el dominio histórico-social”, en Castoriadis, C., Los dominios del hombre. Las encrucijadas del laberinto. Documento PDF. Barcelona. 1998.
- Castoriadis, Cornelius. La institución imaginaria de la sociedad. Ed. Coyoacán: México. 1975