El escepticismo y sus argumentos
Aunque el escepticismo es una postura que defiende la idea de que el conocimiento es imposible, y aunque muchos de estos argumentos son sólidos, no significa que no se puedan combatir. J. Dancy (1993) explora tres argumentos que tratan de abordar el escepticismo, ya sea global o local.
El primero de ellos, el cual remite a pensar en las películas de ciencias y ficción, consiste en plantear la hipótesis de que los seres humanos no tenemos ninguna convicción lo suficientemente sólida como para saber que no somos cerebros flotando en un líquido que se contiene en cubetas de laboratorio científico a través de las cuales nos inoculan experiencias que representan para nosotros la realidad conocida. Desde esta perspectiva, los seres humanos estamos imposibilitados a conocer cualquier cosa, dado que todo lo que conocemos es suministrado por científicos en dosis de experiencias. Este es un tipo de escepticismo global que anula cualquier posibilidad de conocer algo, pues nada nos es alcanzable en cuanto al conocimiento. Existen diferentes versiones de este argumento, pero mantienen en esencia las mismas condiciones, ¿cómo saber que lo que está a nuestro alrededor es real y por consiguiente cognoscible?
El segundo argumento que describe el autor, se refiere al error, bajo la premisa de que a través de las semejanzas de las experiencias es posible que si nos hayamos equivocado una vez, podemos estar equivocados las veces siguientes, de tal manera que no existe una certeza absoluta de estar frente a un conocimiento verdadero, ya que si en ocasiones anteriores pudimos cometer un error la fuerza de mi seguridad de conocer algo se mitiga. Este argumento se sirve del principio de universalizabilidad, el cual expone que en ausencia de diferencias detectables debemos realizar nuevamente el mismo juicio que se hizo en las primeras ocasiones. De tal manera que decir: “ahora, si estoy seguro de que conozco algo”, implica que debemos realizar el mismo juicio para reconocer la verdad detrás de la afirmación. En este tipo de argumento se pone en cuestionamiento la justificación de las creencias.
El tercer y último argumento escéptico que explica el autor consiste en la justificación de los argumentos a partir de la experiencia. Dado que los seres humanos empleamos nuestra propia experiencia para decir que conocemos algo, creemos suficiente con haber vivido una experiencia como para argumentar que conocemos algo, de tal manera que la clásica pregunta ¿saldrá el sol mañana? Nos hace responderla de inmediato con un rotundo sí, pues nuestra experiencia de hoy, ayer, anteayer y de los demás días de mi existencia en contemplar la salida del sol me hacen asegurar que el día de mañana también saldrá. Pero la fuerza de este argumento puede desbaratarse con la propuesta de Hume de que no hay razón para creer que lo no-observado se parecerá a lo observado. De esta forma, es imposible que podamos asegurar que lo que hayamos vivido como experiencia en el pasado, nos sirve de sólido argumento para determinar que lo del porvenir será semejante o igual.
¿Cómo escapar a los retos del escepticismo?
En primer lugar, es indispensable reconocer que ninguno de los argumentos escépticos alistados anteriormente y abordados por Dancy atacan la noción de la comprensión, más bien todos parten de cuestionar propiamente al conocimiento como noción. Esta es una ventaja contra el escepticismo, pues en primer lugar se parte de que al tener la posibilidad de comprender, se tiene la posibilidad de conocer. Son varias las posibilidades que existen contra el escepticismo y que pueden hacer frustrar a un empecinado escéptico a no moverse de su posición incrédula.
Se pueden enumerar las diferentes argumentaciones que debaten el escepticismo. Pero, para empezar, me gustaría citar un ejemplo para ilustrar estos argumentos:
Si yo digo (p): “No existen las verdades absolutas”, y tomo como verdadero este argumento, estoy entonces contradiciendo el propio argumento verdadero, pues si lo que acabo de proferir es verdadero, entonces también es falso porque (p) como verdadero se anula a sí mismo. Es decir, al asumir que (p) es verdadero en su conclusión, cuando se le analiza en su composición o contenido, se puede rastrear esta imposibilidad de tomarla como verdadera, al afirmar que no hay verdades absolutas.
Esta es una de las formas de eludir el escepticismo radical, pues si la conclusión de que nada nos es cognoscible fuera verdadera, entonces tampoco podríamos tener certeza sobre la propia verdad de esta conclusión. Si la verdad escéptica de la imposibilidad de tener conocimiento fuera verdadera, entonces existiría una imposibilidad de comprenderla, dado que nada nos es cognoscible. Al tener posibilidad de comprender este argumento, entonces podemos tener certeza de que algo nos es conocido para poder comprenderlo. El argumento contra la reductibilidad al absurdo, en la que se supone que algo es verdadero para probar que es falso, puede ser una forma de eludir el escepticismo. Una siguiente forma de combatir o mitigar los argumentos escépticos consiste en restar importancia al cuestionamiento de si somos cerebros flotantes en cubetas, controlados por científicos en un laboratorio, de igual forma se busca desvalorizar la importancia de si nuestra realidad es un sueño o no, pues aun esta realidad cuando fuera esta realidad, o fuéramos cerebros en cubetas, esta es nuestra verdad cognoscible y alcanzable, con la cual tenemos que construir el conocimiento del que disponemos, por lo cual es totalmente indistinto cómo está constituida nuestra realidad, si nuestro conocimiento es alcanzable solamente de esta forma.
El último método con el que se debate al argumento escéptico es la consideración de que toda la epistemología puede prescindir absolutamente de la noción de conocimiento, ya que todo puede ser reducido a la noción de creencia justificada.
Es importante también considerar que hay argumentos escépticos con fuerza sólida para sostenerse y otros que resultan mucho más rebatibles, sin embargo, toda postura escéptica tiene posibilidad de cuestionarla o al menos de mitigar la fuerza de sus argumentos. Desde una postura epistemológica, el escepticismo es necesario, pues da un punto de partida que permite abrir el debate filosófico.
Finalmente, se puede considerar que el escepticismo como postura filosófica nace como una contrapartida del dogmatismo, el cual también resulta preocupante para asegurar que el conocimiento es alcanzable solo porque se cree.
Referencias:
Imagen creada con Inteligencia Artificial (Canva)
- Dancy, J. Introducción a la epistemología contemporánea. Madrid: Tecno. 1993.