Diagnóstico y propuesta para el pensamiento crítico: el retorno a la filosofía
Una competencia indispensable en la formación de los estudiantes universitarios es sin duda la habilidad de formular un criterio y postura personal, sólida, reflexiva y con los suficientes argumentos, de la información que se le presenta. Esta habilidad forma parte de la competencia que ha sido denominada como pensamiento crítico (Alvarado, 2015; Patiño, 2015; Rolón, 2015). A continuación se presenta una propuesta argumentada que parte de la base de un diagnóstico de la forma en la que el pensamiento crítico es usado en diferentes niveles: en las instituciones educativas. La presente propuesta estará estructurada en dos apartados, en la primera parte se muestran un breve diagnóstico de la situación en la que se encuentra el pensamiento crítico en los centros educativos. En el segundo apartado se presentan propuestas estructuradas para determinar algunas acciones que permitan fomentar el pensamiento crítico. En estos tiempos en los que la filosofía es devaluada y menospreciada, el pensamiento crítico llega para ocupar su lugar, porque qué es el pensamiento crítico, sino una modernización de la actividad de filosofar: cuestionar la verdad, preguntarse, argumentar, reflexionar, pensar detenidamente y formarse criterios. El pensamiento crítico es una modernización de la filosofía para acercar a los alumnos a que se pregunten cosas sobre lo que se les muestra ante sus ojos. Y mucha falta hacia esta modernización de la filosofía.
El estado del pensamiento crítico en los centros educativos
Sin duda alguna el pensamiento crítico es una meta y expectativa en todos los centros educativos que forman estudiantes en nivel medio superior y superior. Sin embargo, resulta pertinente cuestionar si las instituciones crean realmente las condiciones necesarias y pertinentes para que esta competencia sea desarrollada en sus estudiantes. Conviene, asimismo, esclarecer algunos argumentos para determinar si la metodología de enseñanza, los sistemas de evaluación, la capacitación docente y los lineamientos institucionales estimulan el pensamiento crítico en los estudiantes. Comenzando por las metodologías de enseñanza, las cuales se desarrollan en un entorno de enseñanza tradicional. Puede pensarse, por ejemplo en la estructura de las aulas, las cuales regularmente tienden a mantener un formato catedrático, con un peldaño que separa al docente de los estudiantes, reflejando una asimetría en el saber. Quizá sea una nimiedad, pero si se trata de establecer un diagnóstico para el pensamiento crítico en los centros educativos hay que decir que esta relación asimétrica docente-estudiante no estimula el pensamiento crítico, pues muchas veces el estudiante asume su rol receptivo y pasivo de la enseñanza pues “el-maestro-que-sabe-debe-enseñar-y-el-alumno-recibe”. Este cliché de la educación ha sido estudiando en repetidas ocasiones, sin embargo, muchas veces es complicado reestructura los entornos para la enseñanza. Por otro lado, los contenidos teóricos que deben cubrirse en los breves periodos educativos ponen en aprietos a los docentes y a los estudiantes, pues entre los días feriados, la revisión de contenidos y el día a día, difunta que a la par que se revisan los aspectos teóricos se dedique también tiempo para estimular el pensamiento crítico.
También se tendría que decir que muchas instrucciones han reducido increíblemente los periodos de ciclos escolares. Los planes cuatrimestrales son un ejemplo de ello. ¿Realmente el centro educativo está consciente de la ardua labor que implica estimular el pensamiento crítico? Sobre los sistemas de evaluación hay aún mucho que decir, pues en la práctica docente se observa que un gran número de instituciones establecen un porcentaje de evaluación a los estudiantes, dejando al docente sin libertad de establecer cómo evaluar el aprendizaje del alumno, que bien podría ser a través de proyectos que estimulen el pensamiento crítico. Acciones como esas, mutilan la posibilidad de estimular el pensamiento creativo en los estudiantes, por lo tanto, la enseñanza en las instituciones termina siendo tradicional: alumnos repitiendo como loros lo que otros teóricos ya han estudiado. Finalmente, puede pensarse en los lineamientos institucionales, aquellos reglamentos escolares que si bien garantizan un óptimo funcionamiento de las escuelas, muchas veces impiden el desarrollo de pensamiento crítico, por ejemplo, las instituciones que desarrollan sus planes educativos desde un único enfoque, por ejemplo el psicoanalítico en escuelas de psicología, dejando de lado el estudio de otras teorías explicativas de la mente humana. Sobre este diagnóstico, hay más que decir todavía, por ejemplo, que muchas instituciones no se aseguran de que su cuerpo docente tenga las competencias propias del pensamiento crítico. ¿Cómo podría un maestro que carece de esta habilidad entrenar para pensar críticamente a sus estudiantes? Imposible.
Propuesta para el desarrollo del pensamiento crítico
En primer lugar, la propuesta tendría que ser apegada a modificar todo el sistema educativo en el que se está habituado a aprender y a enseñar. Es necesaria la reformulación de planteamientos y metodologías que estimulen a los estudiantes a pensar críticamente. Por lo tanto, la solución al diagnóstico planteado previamente, es fundamental que las instituciones educativas implementen acciones en cuatro aspectos: uno, reformular el sistema de evaluación para acreditar a los estudiantes. Los exámenes no son la única herramienta tangible que permite determinar el aprendizaje de un alumno, por lo tanto, es imprescindible que los sistemas de evaluación se orienten más hacia actividades que permitan constatar que el alumno es capaz de entender contenidos teóricos y además formular un criterio a partir de ello. Dos, los alumnos tienen que estar más involucrados en su proceso de aprendizaje, y de ello depende que los centros educativos orienten al cuerpo docente a plantear como lineamientos institucionales la participación activa como requisito de las sesiones educativas. Tres, la institución debe involucrar a los estudiantes en la toma de decisiones institucionales, para la creación de verdaderos espacios pedagógicos, de enseñanza y de pensamiento crítico. Y, cuatro, la institución debe garantizar que los docentes cumplan con ciertas competencias que a su vez serán transmitidas a los alumnos, y, cuando no las haya, la institución debe proveer las herramientas pedagógicas para la formación docente.
El pensamiento crítico es un retorno a la filosofía, o bien su modernización y aplicabilidad educativa. Pensar críticamente no es en sí mismo filosofar, pero es un camino a hacerlo. El desarrollo de esta competencia puede ser un acto de acercamiento a visualizar la filosofía como una forma de entendimiento del universo que rodea al hombre.
Referencias
- Alvarado Tovar, Patricia Esperanza. El desarrollo de pensamiento crítico: una necesidad en la formación de estudiantes universitarios. Revista DIDAC Nueva Época. No. 64 (julio-diciembre 2014) Universidad Panamericana. Pp. (10-17).
- Patiño Domínguez, Hilda Ana María. El pensamiento crítico como tarea central de la educación humanística. Revista DIDAC Nueva Época. No. 64 (julio-diciembre 2014) Universidad Panamericana. Pp. (3-9)
- Rolón Garrido, Norma Ildaura. Pensamiento crítico y docencia. Breves reflexiones de su aporte y riqueza. Revista DIDAC Nueva Época. No. 64 (julio-diciembre 2014) Universidad Panamericana. Pp. (18-23)