El término performativo refiere Andrea Soto Calderón en su obra, La performatividad de las imágenes, fue establecido por John Langshaw Austin “… para dotar de contenido a un concepto que pretendía dar cuenta de la fuerza transformadora del lenguaje sobre la realidad: enunciados que no describen una realidad, sino que la instituyen”[1], es la capacidad del lenguaje de realizar una acción.

En el mismo sentido, Soto Calderón, señala que existen varios campos de aplicación del concepto, refiere en particular a Judith Butler quien retoma el concepto de Austin para incorporarlo al estudio de género.

Al aplicar la teoría performativa al género, Butler señala que una persona no es simplemente un cuerpo, sino que ese cuerpo está en constante creación a través de la repetición de gestos y movimientos que lo van constituyendo; no somos simplemente un cuerpo, sino que hacemos nuestro propio cuerpo a través de la configuración de una repetición de gestos y movimiento que lo van conformando. [2]

Si bien la performatividad aparece en el campo de la filosofía del lenguaje, no es el único campo del conocimiento en el cual su utilidad conceptual es necesaria para entender los fenómenos de la realidad, sin embargo, hacer tal desplazamiento no es sencillo, Soto Calderón al respecto señala:

“… ubicar la cuestión de la performatividad y entender que […] si la movemos al pensamiento de la imagen no puede ser comprendida, hay que hacer muchos desplazamientos, hay que mirarlo disciplinariamente […] la idea de performar puede tener implicaciones distintas en el lenguaje, el cuerpo y la imagen, pero si hay algo que persiste o hay algo que hace mantener esta noción […] es esa idea de aquello que se da forma en un trayecto que no preexiste…”[3]

La posibilidad performativa no existe solo en el lenguaje, también ocurre en el campo de las imágenes, haciendo las adecuaciones teórico-conceptuales necesarias, tal como lo señala la autora.

En este sentido, las características principales que comparten las teorías performativas es que “… los modos de decir, los modos de hacer no corresponden a una dada con anterioridad, esto es, son autorreferenciales, no se fundan en una referencia externa…”[4] en oposición a los enunciados descriptivos que tienen como base la referencialidad, en síntesis, los enunciados performativos carecen de referencia.

Como ya señalamos, los enunciados performativos carecen de referencia, se constituyen en un sistema circular, en donde son capaces de reproducirse y mantener su estabilidad por sí mismos, “su particularidad es que no constatan un referente previo, sino que lo establecen en su propio hacer”.[5]

Esta performatividad no se genera a través de su posibilidad de afirmación, ya que las imágenes no pueden formar un enunciado, de ahí que, para Soto, “… lo fundamental de la performatividad es que no es el reflejo necesario de una realidad, no se somete a la lógica de la representación, sino que colabora en la conformación de una realidad específica…”[6] bajo este postulado, las imágenes si pueden ser performativas.

Dicho de otra manera, las imágenes son performativas porque no existen por sí mismas, solo tienen sentido y cobran realidad en su interacción, por eso no pueden ser entendidas en abstracto; el sentido de las imágenes se configura en sus modos de hacer.

En ese sentido, las imágenes tienen un gran poder, en conversatorio en el canal de la Universidad Alberto Hurtado, la autora de La performatividad de las imágenes, señala:

“… me interesaba pensar ya no tanto en los usos performativos de la imagen, no lo que la imagen nos hace hacer, sino en esa fuerza formadora, en esa reserva de fuerza contenida en las imágenes y sobre todo porque en términos […]de esta relación en la que estamos insertos en el […] capitalismo se avanza de manera cada vez más vertiginosa estandarizando la forma homogeneizando todas las formas de experiencia”[7]

El uso de las imágenes también puede ocasionar cambios en la realidad, si en 1962 Austin se preguntaba cómo hacer cosas con palabras, en el siglo XXI marcado por el uso masivo de la imagen y su utilización a través de las redes sociales, es justo preguntarnos ahora, cómo hacer cosas con imágenes.

Dicho de otro modo, sabemos que las imágenes son performativas y sabemos que están ahí, ahora falta saber que están haciendo las imágenes en nuestro mundo, cómo lo están cambiando, al respecto señala Antonio Gómez-Villar, que:

“Si miramos atrás, observaremos que el movimiento obrero clásico tuvo la capacidad política de aglutinar no porque apelara estadísticamente a unas características sociológicas específicas, sino porque supo levantar una escena de comunidad y esperanza, porque trazó lazos simbólicos y entendió que la disputa fundamental lo era por el imaginario. El socialismo también basó su fuerza política en un imaginario: la producción fordista, la iconografía revolucionaria, la sociología industrial, una imaginería masculina del proletariado, una imagen de sociedad futura. O sea, una estética, una sensibilidad. Y solo desde ella pudo albergar programas y demandas concretas. Por eso una “escena de apariencia”, un imaginario político, no es un mero problema de presentación y exposición de ideas, de eso que ya existe. Los relatos por la comunidad que queremos siempre están atravesados por batallas afectivas y sensibles.”[8]

Como ejemplo de lo anterior, en la ciudad de New York, al interior de la Organización de las Naciones Unidas, se encuentra un tapiz del Guernica (que recuerda el bombardeo que durante la guerra civil española la aviación alemana perpetró contra la población de Guernica, en 1937) ante el cual suelen celebrarse ruedas de prensa, pero en febrero del 2003 el tapiz fue cubierto por una tela azul y unas banderas; el Guernica se cubrió en el tiempo en que el secretario de estado norteamericano Colin L. Powell anunciaba la intensión de bombardear Irak.

Al ser interrogados los funcionarios de la ONU alegaron cuestiones técnicas para cubrirlo, algunos diplomáticos manifestaron que la razón fue que “…no sería conveniente que el embajador de EEUU ante la ONU, John Negroponte, o el mismo Powell, hable de guerra rodeado de mujeres, niños y animales que gritan con horror y muestran el sufrimiento de un bombardeo…”[9] ya lo decía Picasso, la pintura no ha sido hecha para decorar salones, es un arma de guerra, de defensa y ataque contra el enemigo.

Si bien puede prestarse a múltiples interpretaciones en acontecimiento narrado en los párrafos precedentes, si ejemplifica el poder de las imágenes en la realidad, ese sentido las imágenes preconfiguran o invocan un mundo posible, entonces debemos estar atento a que mundo posible estamos invocando a la humanidad a través de las fotografías, al respecto Gómez-Villar señala:

“Pero habríamos de precisar el sentido de este “dispositivo de visibilidad”. Pues no se trata de luces ni de resplandores que despierten las condiciones materiales dormidas. Estas necesitan siempre de poéticas donde expresarse, de narrativas que cambien imaginarios. Pensar cómo querer vivir es un plano sensible y afectivo, atravesado por percepciones sedimentadas en afectos, en hábitos, etc. De ahí la necesidad de una sensibilidad común, de crear nuevas imágenes políticas, porque cualquier posibilidad política siempre está atravesada por los terrenos y planos sensibles que están en disputa. Cuestión que exige repensar también los términos en que entendemos la visibilidad, porque objeta el supuesto de la visibilidad en clave de “hacerse ver”, como si ser visible fuese portador de agencia en sí mismo. El aparecer puede ser también inaparente. Por ello, tiene que ver más bien con la capacidad formadora de las imágenes, la fuerza que habita en los imaginarios para abrir modos de existencia, en el sentido de que los modos de aparecer que introduce no tienen una calificación en el campo de lo visible, sino que producen un desajuste que no se sabe a qué operaciones puede dar lugar, porque la comprensión de imagen que se propone en este libro es aquella que posibilita imaginar lo que todavía no existe.”[10]

Todas las herramientas son neutras, y es responsabilidad de la humanidad, su uso, en particular debemos cuidar el uso que les damos a las imágenes y a la fotografía, sabemos el poder que tienen, cambian realidades y formas de pensamiento; ese cuidado no le debemos diluir en una responsabilidad de la humanidad, lo debemos colocar en la responsabilidad individual de cada persona.

Bibliografía

Gómez Villar, Antonio. «La performatividad de las imágenes.» scielo, 2021.

Sánchez Manzanaro, Sofia. «La ONU se disculpa por el error sobre el cuadro de Picasso : ¿Qué ocurrió realmente en Guernica?» euronews., 18 de septiembre de 2019.

Soto Calderón, Andrea. La performatividad de las imágenes. Santiago de Chile: Salecianos impresores S.A., 2020.

Soto Calderón, Andrea, entrevista de Fernando Pérez. La performatividad de las imágenes. (23 de junio de 2021).

[1] Soto Calderón, Andrea. La performatividad de las imágenes. Pág. 67

[2] Ídem.

[3] Soto Calderón, Andrea. En entrevista para la Universidad Alberto Hurtado. Minuto 28:22.

[4] Soto Calderón, Andrea. La performatividad de las imágenes. Pág 68.

[5] Ídem. Pág 69.

[6] Ídem. Pág 69.

[7] Soto Calderón, Andrea. En entrevista para la Universidad Alberto Hurtado. Minuto 22:47.

[8] Gómez-Villar, Antonio. La performatividad de las imágenes. Scielo.

[9] Sánchez Manzanaro, Andrea. La ONU se disculpa por el error sobre el cuadro de Picasso : ¿Qué ocurrió realmente en Guernica? Euronews.

[10] Gómez-Villar, Antonio. La performatividad de las imágenes. Scielo.