En el sexenio de Enrique Peña Nieto se impulsó la llamada Reforma Educativa, la cual, después de haber sido aprobada por las cámaras, entró en vigor en febrero de 2013. Con la reforma constitucional, el entonces presidente promulgó la Ley General de Educación, la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación y la Ley General del Servicio Profesional Docente; sin embargo, el 15 de mayo de 2019 fue derogada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Lo anterior denota el hábito nacional de reinventarnos cada seis años, con cada figura presidencial el país entra en estado de renovación, “hagamos todo nuevo” reza el mandato, ello acontece en todos los ámbitos dentro de los que claramente figura el sistema educativo, de manera que la consolidación de un proyecto transexenal se visualiza casi imposible.
Dentro del proyecto educativo nacional, aparecen múltiples intereses que distraen del objetivo central, que es dotar a los estudiantes de las herramientas básicas para afrontar los desafíos de la vida cotidiana, posibilitándoles el alcanzar un nivel de vida digno que les permita conseguir los fines particulares que cada uno se proponga.
Los distractores pueden ser muy variados, dentro de ellos aparecen los intereses gremiales o sindicales que, en apoyo a un candidato político, pactan la mantención del estado de cosas en beneficio de estos grupos; por otra parte, se concentran poderosos intereses económicos que ven a la educación solo como una actividad económica, sin comprometerse con una educación de calidad.
En el documento “El Circuito de Educación Precaria en México: una imagen del 2010” (Casillas, Miguel Ángel; Ortega, Juan Carlos; Ortiz, Verónica ) se muestra una radiografía que evidencia la precariedad en todos los niveles educativos del sistema nacional, para ello, los autores se valen de indicadores tales como la existencia de profesores calificados, instalaciones construidas exprofeso para el ámbito educativo, así como el uso de talleres y laboratorios, entre otros.
Con los indicadores establecidos en el documento de referencia, resulta sencillo identificar la precariedad que tiene nuestro sistema, donde convergen intereses gremiales, políticos y económicos en la mantención de un sistema muy alejado de las necesidades reales que tiene la niñez y juventud mexicana.
Bibliografía
Casillas, Miguel Ángel; Ortega, Juan Carlos; Ortiz, Verónica. «El circuito de Educación Precaria en México: una imagen del 2010.» Revista de la Educación Superior (2015): 47-83. Documento.