“í¢â‚¬”Con el primer disparo í¢â‚¬” le ordenó Arturo Gámizí¢â‚¬” haz blanco en el foco. Será nuestra señal para que ataquemos”.
Así comienza la novela “Las armas del alba”, del distinguido escritor Carlos Montemayor.
“Las armas del alba”, es una novela que todo chihuahuense debería leer, por tres simples razones: la primera porque en el libro se narra un suceso de gran importancia en el municipio de Madera, Chihuahua y, como pertenecientes a esta tierra nos incumbe conocer sobre la historia del lugar donde venimos, eso nos da identidad como pueblo y, una identidad nos permite definir nuestra existencia en este mundo; segundo, porque el escritor es originario de Parral, por lo cual es un orgullo para los mexicanos y sobre todo para los chihuahuenses, haber tenido un poeta de esta magnitud, y sería una desgracia no conocer parte de su obra, la cual es excelsa, y cuyos libros nos permite rencontramos con Chihuahua en un viaje esplendoroso; tercero, porque la novela es buenísima y, nos hará pasar un rato ameno cuando la leíamos.
El 23 de septiembre fue un suceso que sacudió al estado, y todavía se siente después de casi 50 años el palpitar de ese acontecimiento. La obra de Montemayor nos hace rememorar con un extraordinario estilo literario tal acontecimiento.
Antes de la masacre de Tlatelolco en 1968, existió en Madera un movimiento con los mismos ideales, pero hasta pasados del año 2000, no hubo quien escribiera de una manera tan contundente sobre este Hecho; en una entrevista afirma Paco Ornelas: “los Primeros vientos, nosotros fuimos los primeros, después fue el 68″, sin embargo, en la labor literaria estuvo desde antes la masacre del 2 de octubre, y también en el cine, en cambio, el acontecimiento de la toma al cuartel Madera, se escribió tiempo después. En el 2003 se publica la primera edición de “Las armas del alba” y, hace algunos años han estado filmando una película en Durango, con el director José Luis Urquieta.
Es una novela que alterna las historias de los guerrilleros, los oficiales, testigos de la masacre, en pequeñas narraciones, que narran de manera sorprendente la experiencia de cada personaje, y recrea los paisajes de la Sierra de una forma mística, que nos hace explorar a profundidad, la belleza del campo, el rumor del río, la inmensidad de la neblina y, las montañas, el dorado resplandor del alba, etc.
Carlos Montemayor, gran parte de su literatura recrea a Parral, un pueblo que amó desde que nació, incluso él expresaba que en el puente de Guanajuato estaba el centro del Universo, cuya construcción se encuentra a unos metros de Villa Blanquita, una unidad habitacional de Parral, en donde él vivió sus primeros años. Y este regionalismo lo redescubrimos en “Las armas del alba”, ya que describe con gran encanto el paisaje. Carlos Montemayor se sentía muy identificado con ese paisaje, porque lo veía en Parral y, lo reencontraba en otras partes del Mundo; en una entrevista con Silvia Lemus, expresó: “Parral Chihuahua (…), es un paisaje que ha entrado mucho en mí, en mi vida, en mi pensamiento y, prácticamente toda mi infancia transcurrió entre minas, entre ranchos, entre ríos, entre huertas, y, éste reclamo de la tierra, para mí ha sido permanente. Amó profundamente Parral, amó profundamente Chihuahua; y creo que mi infancia está alimentada de ese manantial permanente de lo sensorial, de la tierra, del concreto, de la piedra”.
“Las armas del alba”, es una obra que vale la pena leer, y, que, no hay que permitir dejar pasar una fabulosa experiencia de recorrer sus páginas. Cuando le demos vuelta a las hojas de este libro, nos encontraremos en el pasado, en el día 23 de septiembre de 1965, a las altas horas de la mañana, en el silencio de la Sierra, en los últimos momentos de la vida de los jóvenes y, después con el ruido, con la masacre y, el recuerdo perenne de su lucha por la clases sociales más desprotegidas.