Hay una etapa de la vida de los jóvenes, en la cual deben decidir qué estudiar, muchos buscan emprender sus estudios en otras ciudades, y es que como incipientes adultos apenas están empezando a conocer el mundo y su problemática, no son lo suficientemente maduros para resolver ciertos problemas, en otros lugares son algo parecido a un espécimen que es ajeno al hábitat natural de otra geografía.
Para todos aquéllos que estudian alejados de sus hogares, llevando a cuestas las adversidades a las que se tienen que enfrentar día con día, tratando de adaptarse a las complicaciones de otras latitudes. A continuación enumero una serie de condiciones con las cuales tiene que convivir un foráneo:
- Cuando el dinero falta, el hambre sobra. Treinta pesos pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte. Esto les ocurre a muchos, se vuelven más parcos para gastar porque aprenden a valorar el dinero. Aquel idealismo que caracteriza a los jóvenes se diluye ante la dificultad de una cruda realidad que desconocían. Este sistema “altruista” que se denomina capitalismo, en el cual sólo sobrevive quien tiene lo indispensable para alimentarse. Para un “estudihambre”, treinta pesos pueden representar el desayuno, la comida o la cena, con dicho recurso es posible mitigar el hambre o mínimo distraer el funcionamiento del aparato digestivo buen rato; ya sea comprando un burrito, media orden de tacos y una soda, etc. si es que todavía no aumentan los precios de la canasta básica como la cantidad de hambrientos. Esa cantidad monetaria también podría constituir un apoyo para solventar el pago del transporte público durante algunos días.
- El GPS es requisito para no perderse. Extraviarse es un incidente que obliga a los foráneos a conocer mejor la ciudad. El entorno les resulta extraño, no es como en Parral, donde todos se saludan y tanto las novedades como las indiscreciones se están arrebatando de boca en boca; los espacios recreativos y culturales son limitados. En una ciudad grande, en los primeros días, no sabes que camión abordar, donde te tienes que bajar, si la gente es amable o descortés; sin embargo una vez que ya no te pierdes, te familiarizas con el entorno urbano.
- Comer ya no estará mami para que te cocine esas ricas enchiladas, flautas o cualquier especialidad que caracteriza a los menús de las cocinas caseras si eres vegetariano, intolerante a la lactosa, o no te gusta algún ingrediente común en la mayoría de los platillos típicos regionales, tendrás bastantes contrariedades para alimentarte con satisfacción; pero no te preocupes, con el tiempo encontraras un menú a tu gusto, o tendrás que adaptarte a las circunstancias que te suministre la despensa del momento en el hogar donde vivas; y en ocasiones terminas más gordo o más flaco de lo que estabas.
- Todos necesitamos de todos. “Socializar”, Maslow lo ponía en el tercer nivel de la pirámide de necesidades; es lógico tener amigos o pareja, es una necesidad. Estar solo no significa un acontecimiento negativo, pero la compañía es una relación indispensable para adaptarse; para conocer la ciudad es fundamental convivir con su gente, el tedio de la rutina atrofia el espíritu, concurrir a fiestas, a noches de francachela, o a poner en práctica las actividades que acostumbran los chavos de otras ciudades, disipa la monotonía de tu soledad. Cuando te alejas de tu terruño que no sea únicamente para estudiar, sino también para asimilar experiencias que construyan ocasiones trascendentales para tu vida.